Crónica
narrada por el subteniente de Infantería Manuel Pichihua Medina
Recuerdo
aquella época, como si hubiese sido ayer, era oficial recién egresado de la EMCH,
dormíamos equipados y con el armamento listo, esperando la orden que nunca
llegó para atacar a chile, recuperar Arica y Tarapacá... la oportunidad perdida
por una traición y una historia que mi generación casi tuvo el honor de
escribirla pues preparación, decisión, valor y coraje sobraban.
Hace
43 años un grupo de patriotas, civiles y militares, no aceptamos la felonía de
Morales Bermúdez y escribimos una página de dignidad que ha pretendido ser
olvidada, es un hito importante en las luchas sociales de nuestra nación. Esta
página de recuerdo para la gran cantidad de comprometidos que sacrificaron su
vida, estabilidad y familia, para dejar a nuestros hijos un país con justicia
social.
El
6 de agosto de 1975, era el día “D” para recuperar Arica y Tarapacá, los
guerreros del Perú de aire, mar y tierra, estábamos “aprestados” desde antes
del 18 de febrero de 1975, cuando se reunieron Banzer y Pinochet en “El abrazo
de Charaña”, fecha que, en un acto desesperado de Chile, Pinochet ofreció la
salida soberana por Arica a Bolivia, con el objetivo de impedir el ataque de
nuestras tropas.
Llegó
a conocimiento de los chilenos que de concretar el ofrecimiento de entregar la
salida al mar a Bolivia, nuestros 400 soldados blindados, el ejército de tierra
y 1 200 paracaidistas, con nuestra flota aérea, fuerzas navales y miembros de
la Guardia Civil para el control poblacional, irrumpiríamos hacia Arica y
Tarapacá, en tres columnas, una por la costa y otra por las estribaciones de la
cordillera con dirección a Iquique y un envolvimiento vertical (paracaidistas),
se sabía que en los territorios peruanos en poder de Chile sólo habían 30
blindados antiguos “Sherman”. Pinochet desistió del ofrecimiento, dejando un
sabor de burla a las aspiraciones de Bolivia.
Estados
Unidos (Kissinger) comprendió que la decisión de Velasco para recuperar Arica y
Tarapacá era irreversible, perder la guerra por parte de Chile, representaba la
caída del régimen y la izquierda volvería al poder frente al anarquismo que
genera la derrota. Con ese panorama maquinaron el golpe de Estado para sacar
del poder a Velasco, ubicaron a los felones con el cabecilla Morales Bermúdez.
La felonía fue detectada por el General Gilardi, puso al corriente a Velasco de
la conspiración de Generales del entorno, entre ellos Richter Prada, Vargas
Prieto, Fernández Maldonado, Rodríguez Figueroa, Sala Orosco, Bellina, Sánchez
y otros más. No se sabe si Velasco quedó convencido o no, se limitó a llamarles
la atención exigiéndoles lealtad a los conspiradores, desoyendo la recomendación
de Gilardi, Meza Cuadra y de Ibáñez, que lo prudente era pasar al retiro a la
mitad de los conspiradores y al resto quitarles mando de tropa.
Por
esta llamada de atención los plazos para concretar la traición se retrasaron,
no pudieron articular el golpe antes del 6 de agosto de 1975, fecha prevista
para el ataque de nuestras fuerzas. En un acto de audacia, Morales Bermúdez,
solicitó postergar la orden de invasión por 30 días, aduciendo el no haber
completado el sistema de defensa antiaérea. 48 horas antes del ataque (4 de agosto
1975), llegó la contraorden a todas las unidades comprometidas con la invasión,
los paracaidistas que estábamos en el Cuartel Salaverry de Arequipa, para el
salto del 6 de agosto, nos vimos precisados a desactivar el avituallamiento y
desarmar el equipo aerotransportado, de igual manera el resto de unidades,
desactivaron todo lo previsto hasta nueva orden.
La
conspiración de la felonía avanzó, Artemio García había convencido a la mayoría
de mandos en Tacna para sublevarse contra Velasco, colocando como motivo su mal
estado de salud. “La cabecera golpista sería la heroica ciudad”, paradojas del
destino. La seguridad de los golpistas estaba en Chile, si algo salía mal se
refugiarían cruzando la frontera y pedirían protección, se sobreentiende que
darían a conocer a Chile los planes de defensa y ataque de nuestras fuerzas.
Los
golpistas con Morales Bermúdez llegaron a Tacna el 27 de agosto con el
“paraguas” de conmemorar la vuelta al Perú de Tacna, fecha emblemática y de
alto valor patriótico. Algunos coroneles no sabían de la traición, como fue el
caso del coronel Julián Juliá Freire, años después fue Comandante del Ejército;
quien, al ser convocado a la reunión de Comando, manifestó que las unidades de
caballería blindada estaban totalmente aprestadas para cruzar la frontera.
Morales Bermúdez le dijo: “la acción militar no es contra Santiago, sino contra
Lima”, la noticia fue demoledora; pero lo que más desmoralizó fue observar que
la mayoría de los mandos estaban de acuerdo con derrocar a Velasco.
Las
burdas explicaciones para postergar el ataque fueron que “los chilenos sabían
sobre la invasión y no sería una sorpresa, luego fijarían otra fecha en el
tiempo más corto”, pasaron los meses y las postergaciones se sucedieron y se alargaron
los plazos, a los oficiales que habíamos demostrado mayor vehemencia en el
ataque fuimos cambiados de colocación a oficinas del Cuartel General.
Fue
esta, una de las tantas traiciones y oportunidades perdidas de darle grandeza a
nuestra Heredad Nacional, justo cuando teníamos un Objetivo Nacional:
"Recuperar nuestra amada Arica y Tarapacá".
¡Difúndelo!,
que los jóvenes conozcan la verdadera historia de este General del Ejército, miserable,
cobarde, que traicionó a la bicolor y con ella evitó la reincorporación al seno
patrio de Arica y Tarapacá.
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