Cuando Chile nos declara la Guerra
el 5 de abril de 1879, Perú estaba lleno de traidores; en diciembre de 1879 el
presidente Mariano Ignacio Prado se fugó del país; el vicepresidente General
De la Puerta no asumió sus funciones; el traidor Nicolás de Piérola se
aprovecha de la situación, da el golpe de Estado y se apodera del poder
convirtiéndose en pro chileno.
En la campaña terrestre del Sur el jefe del ejército General Juan Buendía y Noriega tenía como amante a una chilena de 25 años y no se dio cuenta que ella era una espía. En junio de 1880 en Arica el coronel Francisco Bolognesi estaba abandonado mientras el coronel pierolista Segundo Leyva al mando de tres mil hombres bien armados no se movía de Arequipa por orden del traidor Nicolás de Piérola.
En el mes de enero de 1881 en la defensa de Lima en los arenales de San Juan, Chorrillos y Miraflores, las estrategias de Nicolás de Piérola no dio resultados, consumado la derrota el dictador se escapó hacia el Centro del Perú donde permaneció escondido; ante el asedio de las fuerzas chilenas en los departamentos de Junín y Ayacucho se escapó del país el 20 de marzo de 1882 con destino a Europa y que en el Callao fue despedido por muchos amigos, familiares y correligionarios que se trasladaron en tren desde la ciudad de Lima. Cuando su amigo el traidor de Cajamarca Miguel Iglesias Pino, asumió la presidencia del Perú; Piérola, regresó al suelo patrio el 8 de marzo de 1884, en el Callao fue recibido por una multitud de amigos y simpatizantes. Piérola, el 13 visitó al vicealmirante Patricio Lynch Solo (jefe de la ocupación chilena) que se encontraba cómodamente instalado en el distrito de Barranco.
Campaña de la Breña en la Tercera Etapa comprendido desde el (6 de mayo de 1883 al 2 de agosto de 1883) algunos oficiales traidores y los grupos de poder se unieron al ejército chileno y juntos formaron el Ejército Pacificador del Perú, ahí tenemos a los principales oficiales traidores que se pasaron al bando enemigo: Coronel huancaíno Luis Milon Duarte, coronel Manuel Encarnación Vento, coronel Lorenzo Iglesias Pino, coronel Arnaldo Panizo; el coronel Juan Valladares, el general Miguel Iglesias Pino, coronel Francisco Javier Noriega, coronel Gregorio Relayze, coronel José Iraola, coronel José Yessup, coronel Manuel Calligros Quiroga, etc.
Desde el 31 de agosto de 1882, los hacendados, mineros y grandes comerciantes pusieron a sus peones al servicio de los invasores, ellos sirvieron al enemigo como informantes, guías, acopiador de provisiones y cargueros. Los siete departamentos del Norte apoyaron a los chilenos y al traidor Miguel Iglesias Pino, para la firma del Tratado de Ancón del 20 de octubre de 1883.
En Trujillo capital del departamento de La libertad, después de la derrota de las fuerzas patriotas en Huamachuco, el 10 de julio de 1883; las clases dominantes de la ciudad de Trujillo se unieron a los mandos chilenos, juntos reunieron buena cantidad de dinero; luego, para la captura de los caceristas ofrecieron buena recompensa en dinero efectivo. Hubo muchos hombres y mujeres bien vestidos, incluso curas y oficiales del traidor Miguel Iglesias que hacían cola para recibir la recompensa ofrecida. Esto llegó a tal extremo, de que los mismos chilenos sacaron un edicto prohibiendo a los trujillanos que sigan delatando a los caceristas, no lo hicieron por nobleza, sino porque se les había agotado el dinero aportado para pagar a cientos de delatores y traidores.
En Arequipa en octubre de 1883 el contralmirante Lizardo Montero Flores (presidente provisorio) permanecía al mando de 5000 hombres bien armados, cuando el enemigo ya estaba por llegar a la ciudad blanca, algunos arequipeños querrían guerra y la otra mitad querría paz, en esta situación de discusión y desunión el contralmirante disperso a sus tropas y se escapó a Bolivia, luego llegando hasta Argentina. En Arequipa los partidarios de la paz a los chilenos lo recibieron en medio de repiques de campanas con ramos de flores en la mano, y con casas embanderadas con trapos blancos; en aras de la amistad chileno - arequipeño, los traidores dieron la bienvenida a los invasores; ergo, le sirvieron en bandeja de oro todos sus requerimientos.
Las mujeres andinas junto con sus esposos combatían contra los chilenos como guerrilleras, mientras las damas de la alta sociedad limeña y de algunas zonas de la costa se convirtieron en amantes de los oficiales y tropas de Chile.
En la campaña terrestre del Sur el jefe del ejército General Juan Buendía y Noriega tenía como amante a una chilena de 25 años y no se dio cuenta que ella era una espía. En junio de 1880 en Arica el coronel Francisco Bolognesi estaba abandonado mientras el coronel pierolista Segundo Leyva al mando de tres mil hombres bien armados no se movía de Arequipa por orden del traidor Nicolás de Piérola.
En el mes de enero de 1881 en la defensa de Lima en los arenales de San Juan, Chorrillos y Miraflores, las estrategias de Nicolás de Piérola no dio resultados, consumado la derrota el dictador se escapó hacia el Centro del Perú donde permaneció escondido; ante el asedio de las fuerzas chilenas en los departamentos de Junín y Ayacucho se escapó del país el 20 de marzo de 1882 con destino a Europa y que en el Callao fue despedido por muchos amigos, familiares y correligionarios que se trasladaron en tren desde la ciudad de Lima. Cuando su amigo el traidor de Cajamarca Miguel Iglesias Pino, asumió la presidencia del Perú; Piérola, regresó al suelo patrio el 8 de marzo de 1884, en el Callao fue recibido por una multitud de amigos y simpatizantes. Piérola, el 13 visitó al vicealmirante Patricio Lynch Solo (jefe de la ocupación chilena) que se encontraba cómodamente instalado en el distrito de Barranco.
Campaña de la Breña en la Tercera Etapa comprendido desde el (6 de mayo de 1883 al 2 de agosto de 1883) algunos oficiales traidores y los grupos de poder se unieron al ejército chileno y juntos formaron el Ejército Pacificador del Perú, ahí tenemos a los principales oficiales traidores que se pasaron al bando enemigo: Coronel huancaíno Luis Milon Duarte, coronel Manuel Encarnación Vento, coronel Lorenzo Iglesias Pino, coronel Arnaldo Panizo; el coronel Juan Valladares, el general Miguel Iglesias Pino, coronel Francisco Javier Noriega, coronel Gregorio Relayze, coronel José Iraola, coronel José Yessup, coronel Manuel Calligros Quiroga, etc.
Desde el 31 de agosto de 1882, los hacendados, mineros y grandes comerciantes pusieron a sus peones al servicio de los invasores, ellos sirvieron al enemigo como informantes, guías, acopiador de provisiones y cargueros. Los siete departamentos del Norte apoyaron a los chilenos y al traidor Miguel Iglesias Pino, para la firma del Tratado de Ancón del 20 de octubre de 1883.
En Trujillo capital del departamento de La libertad, después de la derrota de las fuerzas patriotas en Huamachuco, el 10 de julio de 1883; las clases dominantes de la ciudad de Trujillo se unieron a los mandos chilenos, juntos reunieron buena cantidad de dinero; luego, para la captura de los caceristas ofrecieron buena recompensa en dinero efectivo. Hubo muchos hombres y mujeres bien vestidos, incluso curas y oficiales del traidor Miguel Iglesias que hacían cola para recibir la recompensa ofrecida. Esto llegó a tal extremo, de que los mismos chilenos sacaron un edicto prohibiendo a los trujillanos que sigan delatando a los caceristas, no lo hicieron por nobleza, sino porque se les había agotado el dinero aportado para pagar a cientos de delatores y traidores.
En Arequipa en octubre de 1883 el contralmirante Lizardo Montero Flores (presidente provisorio) permanecía al mando de 5000 hombres bien armados, cuando el enemigo ya estaba por llegar a la ciudad blanca, algunos arequipeños querrían guerra y la otra mitad querría paz, en esta situación de discusión y desunión el contralmirante disperso a sus tropas y se escapó a Bolivia, luego llegando hasta Argentina. En Arequipa los partidarios de la paz a los chilenos lo recibieron en medio de repiques de campanas con ramos de flores en la mano, y con casas embanderadas con trapos blancos; en aras de la amistad chileno - arequipeño, los traidores dieron la bienvenida a los invasores; ergo, le sirvieron en bandeja de oro todos sus requerimientos.
Las mujeres andinas junto con sus esposos combatían contra los chilenos como guerrilleras, mientras las damas de la alta sociedad limeña y de algunas zonas de la costa se convirtieron en amantes de los oficiales y tropas de Chile.
Por
todo lo acontecido, el contralmirante francés Abel Bergasse du Petit Thouars en
enero de 1881, le manda una carta al presidente de su país donde le dice: “que
los políticos y militares peruanos son egoístas, sólo buscan su interés
personal”.
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