La patrulla lo comandó el teniente del Ejército a quien lo conocíamos con el seudónimo de loco "Marte", graduado como comando, excelente oficial y muy capacitado; este oficial en plena oscuridad, dando el ejemplo se lanzó a la turbulenta correntada del rio Saposoa, llevó consigo enganchado en la cintura uno de los extremos de una soga para jalar a la pequeña embarcación cargado con fusiles, mochilas, el lanza cohete RPG, el equipo de radio y otros.
Los informes de inteligencia daban cuenta que en la última semana del mes de octubre por las trochas de la Mina de Sal se desplazarían una columna subversiva del Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso; ergo, organizamos dos patrullas, cada una con 21 hombres y nos desplazamos a dicho sector con la finalidad de realizar una emboscada, el paisaje es impresionante, presenta cataratas, cascadas, caminos sinuosos dentro del monte, en este patrullaje me desplacé como hombre en punta, a 100 metros adelante de los grupos de asalto, seguido a 10 metros de distancia por un sargento 2do. En la inmensa subida con pequeñas entradas y salidas dentro de una densa vegetación, caminé totalmente tenso, a pesar de mi fortaleza física mis piernas ya no daban más, me cansé totalmente, sin embargo, superando todos los inconvenientes cumplí la misión, en este tipo de terrenos el combatiente de vanguardia siempre está al borde de la muerte, el soldado que avanza está en total desventaja, pues el adversario que está a la defensiva siempre está en cubierta y abrigo y observa todo sin ser visto; ergo, ubicado en un lugar muy estratégico con amplio campo de vista en su condición de francotiradores en estas situaciones no fallan y te eliminan en cuestión de segundos, también uno está expuesto a los encuentros inopinados, en este tipo de desplazamientos el primero en morir es el hombre en punta, ese es el riesgo de ser hombre en punta en un patrullaje contrasubversivo en los terrenos de la Selva, pero gracias a Dios todos llegamos a la cumbre más alta de esta cadena de montañas, todos sin novedad, en las tropas no había huellas de desplazamientos de subversivos. Siendo las 14:30 horas, el personal ocupó la parte más alta del cerro, donde procedimos a descansar bajo la sombra de inmensos árboles, el personal de ronderos acostumbrados a la vida en el monte, inmediatamente prepararon sus escopetas y salieron a casar unos aves de color negro con cresta y pico rojo parecido a un pavo, creo que se lama paujil, retornaron con cuatro aves, rápidamente lo pelaron y lo prepararon a la brasa, con esa carne en total 47 hombres de la patrulla nos alimentamos aquella tarde.
Después de la austera cena con la carne del ave paujil, todo el personal permaneció descansando en una tarde de temperatura agradable y soleado, por lo que decidimos pasar la noche en la cima de este cerro; llegado la noche, en este lugar tendimos ramas y lo cubrimos con plásticos, ahí nos acostamos tapados también con plásticos que nos servían como si fueran ponchos de jebe. Siendo las 01:00 horas, nos sorprendió una lluvia torrencial e imparable, era como un diluvio, en esos momentos todos nos pusimos de pie con el uniforme mojado, cinco minutos permanecimos acomodando las mochilas y cubriendo el cañón del fusil con bolsas de plástico para protegerlo del agua, luego decidimos bajar por esa trocha angosta al borde de inmensos y profundos acantilados, la oscuridad era total, nuestro destino fue el distrito de Pasarraya del Alto Saposoa. Siempre nos dicen que en las noches para no delatar de nuestra presencia no deberíamos prender nada de luces, pero durante esa marcha todos rompimos esas normas que muchas veces salen del escritorio de tácticos mediocres, si no es por las luces de la linterna de mano aquella madrugada muchos hubieran terminado en esos abismos de más de mil metros de profundidad, los restos de los caídos difícilmente lo hubieran rescatado. Tapamos nuestras espaldas, las mochilas y el armamento con plásticos y continuamos bajando con intervalos de hombre a hombre a una distancia de medio metro, en este tipo de patrullajes, el soldado siempre debe pensar en su fusil, pues sin ella no es nada; siempre protegiendo el fusil así como dice el instructor Gamboa en la película "Ciudad y los Perros" el arma nunca debe caer al suelo, es preferible romperse la cara antes que soltar el fusil, para el soldado el arma es tan importante como sus huevos, ¿usted cuida mucho sus huevos soldado?"; las palabras del instructor Gamboa que alguna vez habíamos escuchado en la mencionada película, con las mismas frases casi al pie de la letra le inculcamos y advertimos a la tropa para el cuidado del armamento durante la marcha con el correaje del fusil bien asegurado y con el cañón hacia abajo para proteger de la intensa lluvia, en una trocha sinuoso y muy resbaladiza, donde también corría mucha agua, rodaban piedras, se nos presentaba también inmensos árboles caídos que sobre estos teníamos que pasar como si fueran obstáculos de pistas de combate, para estos tipos de desplazamiento no contamos con pochos de jede ni bolsón de primeros auxilios para cualquier accidente.
Siendo las 07:45 horas, llegamos al lado Este del distrito de Pasarraya, capital del distrito de Alto Saposoa. Las montañas circundantes de este hermoso valle amanecieron abrigados por una densa neblina que permaneció largo rato abrazado con la copa de los árboles, a los lejos también se sentía el rugir amenazante del caudaloso y turbulento río Saposoa que nos separaba con el distrito en mención. Ocupamos un hermoso lugar donde hallamos dos casas con techado de hojas de plátanos, el inmueble habría sido de presuntos narcotraficantes, quienes ante la proximidad de la patrulla del ejército escaparon dejando montón de hojas de coca que estaba en proceso de secado, tres sacos de arroz de buena calidad y 15 gallos de pelea en sus corrales, aquella maña esos animales nos sirvieron de sustento para saciar el hambre, todos los gallos terminaron en las ollas, desde este lugar los cinco ronderos retornaron al distrito de Agua Blanca, pues ya habían cumplido su misión.
Todo el día descansamos en el inmueble de los presuntos narcotraficante, como es obvio después de consumir el suculento caldo de 15 gallos de pelea ya estábamos bien reconfortados. En la noche todos permanecimos uniformados y puesto nuestros borceguíes en espera de cualquier orden, en esas circunstancias siendo las 02:00 horas, apareció una avioneta, sobrevoló casi en forma circular iluminando con luces potente a todo el valle, ¿pero una avioneta porque hizo su presencia a esa hora?, definitivamente era una avioneta de narcotraficantes; por ende, en plena oscuridad formó todo el personal de la patrulla y nos desplazamos a paso largo con destino al aeropuerto informal del Centro Poblado Mayor de Rejis del Alto Saposoa, caminamos dentro de la trocha, cubierto de una densa vegetación y llegamos al río Saposoa, como en horas de la madrugada del día anterior había llovido por varias horas, el río aún estaba cargado y muy turbulento; hallamos un pequeño puerto, en la orilla encontramos una pequeña balsa hecho de maderas de topa, a esta pequeña embarcación el teniente "Marte" amarró una soga de 60 metros y en plena oscuridad uniformado se lanzó al agua, nadó en la oscuridad para trasladar la soga a la otra orilla, él ahí nos esperó, del otro lado ordenó a todo el personal de Tropa pasar nadando, cinco en cinco los clases y soldados pasaron nadando todos uniformados dentro de la oscuridad, en estos casos mis respecto para la Tropa de la Selva, ellos son muy expertos en lo que respecta a la natación en los ríos, en plena oscuridad uniformados nadaron más de 60 metros de distancia, de orilla a orilla; mientras yo me quedé en el mismo emplazamiento con ocho hombres de Tropa, amarrando todos los fusiles sobre la pequeña embarcación de madera de topa, bien amarrado, por ambos lados, mientras ellos amarraban los fusiles, las mochilas de todo el personal, la ametralladora Mag, el lanzacohetes RPG y el equipo de radio Thomson TRC 340; ahora el problema era para mí, por mi cabeza reina mil problemas, en ese momento sentí mucho miedo, entonces me vino a la memoria mis recuerdos de vivencias de juventud, pues en esas épocas había nadado más de 100 metros de distancia en una represa profunda por allá en la hacienda agrícola de Santa Rosa en Sayán, Huacho, al norte de la ciudad de Lima, así mismo llegaba a mi memoria los nados que realizaba en el río Pallar en Huamachuco, durante los años de Servicio Militar Obligatorio en el año de 1978, donde nadaba con mis compañeros en esos remolinos profundos del río Chusgon, todo esos recuerdo de años llegaba en mi mente como acicate de valor y moral, pero habían pasado muchos años.
En los cuarteles me habían entrenado en
unas piscinas de 25 metros de largo en ropa de baño; por ende, el entrenamiento
básico del cuartel no me garantizaba para pasar este río bajo intensa
oscuridad, en ese momento de desesperación hasta casi me orino de miedo, entre
mi dije ¿son más de 60 metros, son más de 60 metros?, en estas situaciones no
podía justificar el miedo delante del personal de Tropa, nunca había nadado
uniformado en horas de la noche y mucho menos en total oscuridad, en ese
momento pensé subirme sobre la topa cargado de armamentos, pero sentí vergüenza
delante de la Tropa, no sabía qué hacer. Para evitar cualquier percance, los
ocho hombres de Tropa se encargaron de la seguridad de la pequeña embarcación,
se colocaron cuatro en cada lado para sostenerlo, momentos que en voz alta el
oficial ordenó de la otra orilla para pasar y al mismo tiempo el grueso del
personal de tropa que ya estaba en la otra orilla a una sola voz comenzaron a
jalar todo el cargamento, en ese momento de desesperación me colgué detrás de
la pequeña embarcación, cogí una soga gruesa entre las crucetas de la madera
topa y no la solté para nada, de otro lado nos arrastraron, continuaron jalando
con mucha fuerza, cuando el cargamento y el personal llegó a la otra orilla el
teniente dijo (¿dónde está el suboficial, dónde está el suboficial?) pues no me
habían visto porque me demoré mucho en salir por la misma situación de la
oscuridad, estreches y el barro. Luego, todos con el uniforme mojado,
rápidamente cogimos nuestros armamentos y mochilas, nuevamente reinicie el
desplazamiento como hombre en punta, todo el camino se nos presentó barroso y
muy difícil para transitar, hemos realizado una marcha forzada hasta el
aeropuerto del Centro Poblado Mayor de Rejis, adonde llegamos en marcha
forzada, siendo las 06:40 horas, no hallamos ninguna evidencia del aterrizaje de la aviones que presumíamos que pertenencia a los narcotraficantes, este desplazamiento en la madrugada con todos los riesgos para el personal fue un error, fue una marcha muy agotadora.
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