El
9 de julio de 1883, siendo las 15:00 horas, 200 guerrilleros de la provincia de
Santiago de Chuco acompañados por sus esposas e hijas llegaron al distrito de Huamachuco
para reforzar a las fuerzas patriotas al mando del General Cáceres. Este grupo
patriota en su mayoría integrado por campesinos llegó al mando del gobernador
Ucedo, Santiago Calderón, José pinillos y los hermanos Porturas.
En aquellos momentos difíciles para la patria los patriotas santiaguinos se presentaron a tomar un puesto en la defensa de la honra del Perú, y los que no pudieron hacerlo enviaron comida para la tropa, los santiaguinos llegaron con fiambres de pan, cancha de maíz, harina, coca y aguardiente que fue repartido inmediatamente a todo el personal de diferentes batallones, y Cáceres también pudo alimentarse luego de permanecer en ayunas durante tres días.
Dejaron todo en su pueblo, las súplicas de sus padres, los ruegos de sus esposas e hijos, abandonaron sus trabajos por ir a defender a la nación bajo las ordenes del General Cáceres. Llegaron al cerro Cuyulga ubicado en el lado sur de la ciudad de Huamachuco, todos llenos de valor, dispuestos a participar en la batalla, y además fueron portadores de provisiones (víveres) tan necesarias para el ejército que pasaba hambre.
El General Andres Avelino Cáceres Dorregaray tuvo palabras de homenaje para los santiaguinos, quienes finalizado la batalla padecerían por su patriotismo una salvaje represión de parte de las tropas chilenas: “En medio de la penuria general el pueblo santiaguino contribuyo con la sangre de sus hijos y con recursos para la defensa de la patria, desafiando la ira del enemigo que le castigó después, pero ganando un digno puesto al lado de los defensores del honor nacional”.
Dejaron todo en su pueblo, las súplicas de sus padres, los ruegos de sus esposas e hijos, abandonaron sus trabajos por ir a defender a la nación bajo las ordenes del General Cáceres. Llegaron al cerro Cuyulga ubicado en el lado sur de la ciudad de Huamachuco, todos llenos de valor, dispuestos a participar en la batalla, y además fueron portadores de provisiones (víveres) tan necesarias para el ejército que pasaba hambre.
El General Andres Avelino Cáceres Dorregaray tuvo palabras de homenaje para los santiaguinos, quienes finalizado la batalla padecerían por su patriotismo una salvaje represión de parte de las tropas chilenas: “En medio de la penuria general el pueblo santiaguino contribuyo con la sangre de sus hijos y con recursos para la defensa de la patria, desafiando la ira del enemigo que le castigó después, pero ganando un digno puesto al lado de los defensores del honor nacional”.
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