Desde el distrito de Ranrahirca hasta llegar al distrito de Yungay los sargentos y cabos comenzaron a discutir dentro del camión, originando una pelea dentro del vehículo en plena marcha, entonces el más antiguo de los sargentos ordenó detener el vehículo en las inmediaciones del Centro Poblado de Punyan, donde bajaron todos los borrachos y comenzaron a pelear a un costado de la pista, pelea que duro mas de 15 minutos; el chófer del camión que era un civil en todo momento permaneció muy asustado al presenciar una pelea campal entre la tropa que integraba la banda de músicos, nadie respetó la antigüedad y los grados. Finalizado la pelea hubo personal con labios rotos, pómulos hinchados, algunos emanaban mucha sangre por la nariz, así en esas condiciones subieron al camión, se malograron algunos instrumentos y se perdieron algunas boquillas de las trompetas.
Los sargentos envalentonados por el alcohol le mentaban a la madre al chófer, obligándolo a poner en marcha el vehículo. Después de recorrer 17 kilómetros llegamos al distrito de Caraz, el vehículo dobla lentamente por la esquina del arco que da la bienvenida a todos los visitantes a este bello distrito, ya eran las 23:30 horas. Cuando el camión ingresó al cuartel nos percatamos que nos habían esperado, se encontraban muy preocupados el suboficial Mario Vílchez como oficial de día y el capitán de día el subteniente Juan Huamán Traverso, quienes ordenan bajar del camión a todo el personal y se dan con la sorpresa que había personal de tropa con el uniforme ensangrentado, muchos aun estado etílico se presentan con los labios rotos, pómulos hinchados, la nariz hinchada, etc; luego todos formamos en las inmediaciones de la guardia donde brevemente nos interrogaron.
En el acto el capitán de día le ordena al oficial de guardia para que todo el personal de músicos sea depositado en el calabozo, en total 19 castigados ingresamos a un ambiente oscuro y maloliente, toda la noche la gran mayoría permanecimos de pie, en esas horas de incomodidad me arrepentí de haber integrado la banda de músicos, los borrachos comenzaron orinar dentro del calabozo y el mal olor aumentaba a cada instante, tal es así que el piso de rincón a rincón estaba cubierto de orines, así amanecimos, aquella noche la mayoría no durmió siquiera cinco minutos por la pestilencia y la incomodidad.
Siendo las 05: 30 horas se acercó el oficial de guardia y ordenó al cabo de castigados abrir la puerta del calabozo, al salir de ese recinto mal oliente que alivio sentimos, después de largas horas respiramos aire puro; el cabo de castigados inmediatamente nos conduce a las inmediaciones de la guardia, donde el oficial de guardia nos sancionó físicamente por lapso de dos horas, con ranas, planchas, polichinelas, hasta que el corneta tocó para rancho y paró el castigo, pues teníamos que ir a pasar rancho.
El capitán de día le sancionó con ocho días de arresto de
simple al sargento músico reenganchado y dos sargentos de tropa SMO, quienes retornaron al calabozo mientras otros nos retiramos a la cuadra
para reintegrarnos a nuestras respectivas Companías.
Participamos en la corrida de toros en el distrito de Ticapampa.- La banda del batallón ya tenía fama, en el mes de octubre de 1977 el jefe del batallón nos envió de comisión al distrito de Ticapampa para amenizar la fiesta patronal. Recuerdo que desde el distrito de Caraz en un camión que proporcionó el alferado salimos muy temprano con destino al distrito de Ticapampa, la banda lo conformamos en total 19 hombres entre sargentos, cabos, soldados y el director de la banda que fue un profesor del colegio Dos de Mayo. Entre clases y soldados había músicos fogueados en las bandas civiles, entre ellos hubo clases de la provincia de Bolognesi, tres sargentos de Chiquián, un soldado de Cajacay y otros clases eran de los caseríos de Huaraz, que en su mayoría tenían mucha experiencia; la mayoría de ellos habían sido reclutados mediante la leva forzada por lo que tenían edades que oscilaban desde los 22 años a 28 años, con este personal con experiencia estábamos en condiciones de competir con las mejores bandas de la región.
Llegamos a Ticapampa en las primeras horas del día, en la casa del alferado nos sirven "ponche" preparado en base a la chicha de jora mesclado con huevo batido, con su respectivo pan serrano y el suculento caldo de carnero y sus hierban aromáticas. Después del suculento desayuno bien reforzado salimos con rumbo a la plaza de armas, por las calles adyacentes se cruzaban otros grupos de bandas de músicos de las zonas del callejón de Huaylas y de las zonas de Bolognesi que también se dirigían a la plaza. En aquellos tiempos los civiles en su mayoría era mas original, era mas genuino en su vestimenta y en su lenguaje. Todos nos miraban guardando las reglas del respeto al personal militar. Llegando a la plaza nos ubicamos en las inmediaciones de la puerta principal de la iglesia del distrito que está dentro del cuadrante de la plaza de armas que en aquellos tiempos era una pampa, era un terral, no tenia ni una banca, ahí al lado también se ubicó la banda de músicos de Huayllacayan, Bolognesi; en total hubo seis grupos de bandas de músicos, dos grupos en cada esquina.
La banda de músicos del batallón, con su característico uniforme de campaña color caqui y borceguíes, nos sentíamos seguro de salir victorioso en este mano a mano contra la Banda de músicos de Huayllacayan; ellos nos miraban de reojo con cierto menosprecio y comenzaron a sonar con su huayno característico al estilo Bolognesi; cuando finalizaron inmediatamente nosotros entramos con el huayno "Linda Chiquiana" también al estilo Bolognesi, luego con un paso doble y finalizamos con otro huayno siempre al estilo de ellos.
Los civiles que bailaban y los que permanecían como espectadores decían: "Los morocos son superior a todas las bandas, han tocado paso doble, han tocado huayno al estilo Bolognesi, han tocado huayno al estilo Huaraz, le ha silenciado a la banda de Huayllacayan". Los civiles que bailaban comenzaron a dar hurras a la tropa, decían: "Batallón, batallón, batallón" y nosotros que ya habíamos bebido unas cervecitas seguíamos para adelante demostrando que porque estábamos ahí representando al ejército.
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