El
cabo Alfredo Maldonado Arias (1864 - 1880), fue hijo de Santiago Maldonado,
capataz de playeros, y de Micaela Arias, ambos naturales de Arica. Era un
adolescente de rasgos afroperuanos; que, durante la Guerra con Chile, a la edad
de 16 años, se aprestó como voluntario en un batallón de artillería. Combatió
en la batalla de Arica, junto a su tío, el sargento Nicanor Arias Campo
Hermoso, como parte de la guarnición del fuerte Ciudadela.
El
siete de junio de 1880, durante el asalto de las tropas chilenas al morro, cuando apenas tenía 16 años, en un acto de heroísmo, pocas veces registrado en la historia de las guerras, el cabo Maldonado explosionó
deliberadamente el polvorín de las baterías de cañones, conocido como
“santabárbara”, que ocasionó su muerte, la de combatientes peruanos heridos y
de los invasores que en ese momento arriaban la bandera peruana para izar la
suya. Cuya heroica muerte no ha sido difundido por los historiadores oficiales
e increíblemente no lo incluyen entre los niños héroes peruanos de la guerra
del guano y salitre que lanzó Chile contra sus vecinos Perú y Bolivia para
apoderarse de sus yacimientos salitreros y guaneros. Definitivamente es un héroe olvidado, porque poco o casi nada se sabe de su vida y solo se
conoce que a los 16 años, en la campaña terrestre de 1879, se sintió identificado con la resistencia
peruana y el sacrificio de los patriotas para rechazar a los invasores chilenos, entre
los que participaba su tío el sargento Nicanor Arias Campo Hermoso, que formaba
parte de la guarnición del Fuerte Ciudadela, al que le pidió su apoyo para
ingresar a servir como artillero y este le hizo realidad su anhelo, siendo
incorporado y adiestrado como ayudante de la artillería.
En los momentos finales de la lucha, cuando ya el fuerte había sido tomado por las tropas chilenas, mientras el subteniente José Miguel Poblete del 3.º de Línea reemplazaba la bandera peruana por la chilena, el cabo Alfredo Maldonado prendió fuego a la santabárbara, pereciendo en la explosión junto a sus compañeros que yacían heridos y los chilenos que se encontraban alrededor, entre ellos, Poblete. Los
testimonios de los combatientes tanto peruanos como chilenos coinciden en lo
esencial de que Maldonado se hallaba en la cima del Morro cuando ya el curso de
la batalla se había inclinado a favor de los invasores y él resueltamente, sin
consultar a nadie, ingresó a la “santabárbara”, hizo detonar un explosivo,
posiblemente una carga de dinamita que produjo una gran explosión que se sintió a
varios kilómetros a la redonda. Los testimonios refieren que cuando los
invasores ya habían fulminado a los jefes de la resistencia peruana, entre
ellos Francisco Bolognesi, More, Zavala, entre otros, y el subteniente chileno José
Miguel Poblete, del 3.º de Línea procedía a arriar la bandera peruana para izar
la suya, en esos instantes el cabo Maldonado, se apartó del grupo de soldados peruanos rendidos, descendió por las escaleras
hasta la “santabárbara” y generó una descomunal explosión que causó la muerte
de Poblete y sus camaradas, así como del propio Maldonado y algunos compañeros
de armas que se hallaban heridos. La potente explosión fue percibida por los
combatientes peruanos, muchos de ellos ya prisioneros y otros en retirada en
busca de protección. El entonces primer jefe del batallón peruano “Artesanos de
Tacna”, Marcelino Varela, que ya se encontraba prisionero, se preocupó en
recabar la información sobre lo que realmente había ocurrido y fue informado de
los detalles de su ocurrencia por los propios chilenos.
Años después, Varela, al ser encuestado por los historiadores de la época dijo: “En estas circunstancias, el primer fuerte resistía heroicamente; cuando de improviso vimos a los lejos la explosión del polvorín quedando sepultados en una nube de fuego y humo casi la totalidad de los combatientes y muchos de los enemigos. Según informes que he recibido el polvorín fue incendiado por un joven de 16 años llamado Alfredo Maldonado” Otros testimonios, particularmente chilenos, han confirmado el mismo suceso con algunas variaciones que no desdicen lo esencial. Ellos narran que antes del martirologio de Maldonado, ya se había producido el asalto y muerte de los oficiales del estado mayor peruano liderados por Bolognesi, a cargo de la compañía chilena del capitán Tristán Chacón, que resultó herido sin mayores consecuencias durante el ascenso por la ladera del cerro “Chuño”, por donde se llegaba a la cima del Morro. Un integrante de su compañía, el subteniente José Miguel Poblete, en medio de una granizada de balas, llegó hasta el lugar donde flameaba la bandera peruana y se propuso arriarla para colocar la chilena, pero su intentó fue frustrado por un certero balazo en la cabeza disparada por el héroe coronel peruano Justo Arias y Aragüez. El anterior testimonio no considera este episodio y no menciona para nada la intervención de Arias. Según este reporte, el capitán Chacón y algunos oficiales, entre ellos el teniente Ramón Arriagada y el teniente Lorenzo Yoffroy, testigos de la espartana resistencia de Arias, lo conminaron a rendirse, pero el veterano soldado, acompañado de sus ayudantes, entre los que destacaban los mayores Zela y Tomás Chocano, se negó a rendir su espada y respondió: “no me rindo so carajos, viva El Perú”. Arias apuntó su arma para abatir a Chacón, pero uno de los soldados chilenos lo derribó con una descarga sucesiva de su fusil. Cuando espectaban el cuerpo caído del héroe tacneño, se produjo una gran explosión que lanzó sobre ellos una mezcla de piedras, hierros y fragmentos humanos. Pronto se supo que el niño héroe, cabo peruano Alfredo Maldonado, había hecho estallar las minas dispuestas por sus jefes en caso de que el enemigo accediera al corazón del fuerte del Morro de Arica, y que él mismo había volado despedazado al igual que un número indeterminado de chilenos que ya habían accedido a esa posición, así como a algunos peruanos que se hallaban heridos.
El capitán Chacón, que unos minutos antes fue salvado de morir en manos de Arias, fue alcanzado por la explosión y yacía destrozado a pocos metros. Igual ocurrió con varios soldados que se hallaban cerca de él. En forma milagrosa se salvó el teniente chileno Yoffroy, que resultó con algunas heridas y contusiones en la cabeza y parte del cuerpo. El teniente chileno Arriagada, por efecto de la explosión había volado por los aires, fue encontrado mas tarde entre los cadáveres, semidesnudo y milagrosamente sólo estaba contuso, con algunas lesiones de escasa consideración, junto a él se salvaron otros 4 soldados chilenos y se dieron por desaparecidos a tres. Desde ese momento los tramos finales de la batalla se tornaron cruentos en todos los rincones del Morro. Finalmente, el teniente José Ignacio López fue el oficial que en definitiva arrió la bandera peruana e izó la bandera chilena, seguido por los tenientes Francisco Cotapos y Lorenzo Yoffroy. El resto de minas, ubicadas en otros puntos, que no alcanzaron a ser explosionadas por los defensores fueron desactivadas mediante la desconexión de las pilas eléctricas, por el capitán ayudante Gregorio Silva. El historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna refiere que concluido el combate y calmada la situación, las autoridades chilenas permitieron a los deudos recoger los restos de sus familiares. Del cadáver de Maldonado se hallaron parte del tronco con la cabeza y un brazo, que fueron enterrados por su madre en la hondonada del fuerte, junto a los restos de otros combatientes peruanos. Romería de ariqueños peruanos Durante la ocupación chilena, el lugar de la inmolación de Maldonado se convirtió en un pequeño santuario, donde los colegiales peruanos de Arica ocupada, acompañados de sus maestros, efectuaban una romería cada 7 de junio, según ha narrado la educadora ariqueña Matilde Rello, en una carta al historiador peruano Gerardo Vargas Hurtado en 1918.
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