El día jueves 21 de junio, en la mañana, en el distrito de Yungay, el Ejército procedente de Tarma al mando de Cáceres con 2240 hombres, en su mayoría con experiencia de combate, armados con fusiles muy anticuados; y el Ejército del Norte al mando del coronel Isaac Recavarren con 830 hombres en base a la tropa ancashina, sin experiencia de combate, pésimamente mal armados, en su mayoría conformado por campesinos analfabetos, mal entrenados, con sus vestimentas de bayeta y ojotas, armados con rejones, lanzas y machetes. Unidos forman un ejercito de 3070 hombres de las tres armas. Libres de la persecución chilena por los tres frentes, iniciaron el desplazamiento por un camino empinado y pedregoso con destino a la quebrada de LLanganuco, ubicado a 25 kilómetros de distancia. Este hermoso escenario natural se encuentra en un estrecho valle glaciar, entre los Nevados Huascarán (6768 metros de altura) y Huandoy (pico sur 6,160 metros de altura). La hermosa quebrada de LLanganuco, se encuentra a 4600 metros de altura sobre nivel del mar y comprende dos lagunas: Chinancocha (laguna hembra) y Orcococha (laguna macho). Durante el desplazamiento del ejército patriota desde el distrito de Yungay el mayor obstáculo fue el terreno empinado, montuoso y muy pedregoso, sobre todo entre los sectores del caserío de Huashao, donde los aguerridos combatientes de la Breña no se doblegaron, se desplazaron con la moral al tope para pasar el temido sector conocido como la "Calzada de Barbacoas". El General Cáceres abandonó el distrito de Yungay después de cuatro horas, pero tomó rápidamente la delantera gracias a la agilidad y fuerza de su caballo "elegante" y ordenó descanso a sus Tropas en el caserío denominado Antuco, al pie del imponente masa de hielo de la Cordillera Blanca, al respecto escribió el combatiente huamachuquino don Abelardo Gamarra lo siguiente: "El nevado Huascaran permanece cubierto de su eterno manto de nieve secular y de aspecto salvaje, lúgubre y sombrío, con oscuros grupos graníticos, que se elevan cortados a pico en medio de estos desolados páramos".



El día sábado 23 de junio, en horas de la madrugada, en circunstancias que las tropas ingresaban en la hacienda Tingo, se le presentó al General Cáceres un joven patriota procedente de la provincia de Huari, apellidado López, portador de un paquete de comunicaciones que con sus guerrilleros había logrado decomisar diversos sobres con los correos del Coronel chileno Marco Aurelio Arriagada que procedían de la ciudad de Huaraz; por las informaciones obtenidas a través de estos mensajes decomisados, se confirmó de que el plan chileno fue encerrar a las Tropas peruanas por tres frentes en el distrito de Yungay en el callejón de Huaylas. En recompensa por sus servicios prestados López fue nombrado Comandante Militar de la provincia de Huari. Tras consumir un reconfortante rancho en la hacienda de Tinco, siendo las 08:00 horas, se reanudó la marcha hacia el distrito de LLumpa por la quebrada llamada "Demanda". Pernoctaron en la hacienda de la familia Roca, cercana a este pueblo, donde fueron bien atendidos; pero la Tropa tuvo que permanecer en pie al desatarse un persistente aguacero.

El día lunes 25 de junio, siendo las 09:00 horas, en Acobamba, luego de comprobarse que la alarma había sido infundada, pues los presuntos enemigos no eran otros que pacíficos lugareños que, en número de ciento, iban del distrito de Yanama a la hacienda Tingo, con el objeto de recoger las municiones dejadas en la cordillera y que el General Cáceres recomendó fueran a buscarlos; las huestes patriotas pasaron la noche en este lugar para recuperar energías.
El día martes 26 de junio, siendo las 06:00 horas, las fuerzas patriotas dejaron Acobamba; cruzaron el río, tras dos horas de tranquila marcha llegaron al distrito de Pomabamba capital de la provincia del mismo nombre. En este distrito fueron recibidos por el subprefecto Mariano Delgado, quien sobreponiéndose a la pobreza y todas las limitaciones económicas mandó preparar rancho para el personal de Tropa, cuyo campamento se plantó en la plaza, soportando por la tarde una lluvia intensa. Un día duró allí el descanso, y hubo oportunidad para que el secretario Daniel de los Heros, emocionado por la extrema pobreza de Pomabamba, filosofara sobre la realidad y el destino del país: "Esta población bastante miserable, revela el estado de atraso en que se encuentran generalmente los pueblos del interior y la necesidad de que los poderes del Estado se ocupen seriamente de su mejora, principiando por el fomento de la instrucción primaria que tanto se ha descuidado, a pesar de las inmensas riquezas de que se ha dispuesto y las instituciones liberales que nos rigen, desde la época de la independencia. Es necesario que todos comprendan, que sin instrucción primaria no hay república, ni adelanto posible, y si después de los desastres que hemos sufrido no se pone particular interés en que se fomente la instrucción popular por toda clase de medios y haciendo clase de sacrificios, el Perú no se levantará de la postración en que se encuentra, y más tarde, quizá experimentares mayores males". Dichas reflexiones, increíblemente, mantienen total vigencia en el Perú de nuestros días, a 134 años de la Campaña de la Breña.
En Pomabamba, el General Cáceres nada supo sobre el movimiento de las fuerzas del ejercito chileno al mando del coronel Marco Aurelio Arriagada, pero por las comunicaciones interceptadas al enemigo era posible creer que desde la ciudad de Huaraz se retiraba hacía el Sur, como sucedió en efecto. Y del coronel Alejandro Gorostiaga se supo que a su vez contramarchaba al Norte, convirtiéndose de perseguidor en perseguido. Así, pues, la retirada de las huestes patriotas había concluido, porque burlando al enemigo, el General Cáceres se hallaba nuevamente en posición de ataque.