viernes, 6 de enero de 2023

GUERRA CON CHILE: LA ASAMBLEA DE CAJAMARCA 25 DE DICIEMBRE DE 1882

El 25 de diciembre de 1882, la llamada Asamblea Soberana de los Pueblos del Norte de la República se instaló con toda solemnidad, bajo la presidencia de Vidal García y García, diputado por Moyobamba. Concurrieron al acto los siguientes representantes: Marino Castro Saldívar y Manuel Francisco Burga por Cajamarca, Mariano Burga por Celendín, Roberto Osores por Chota, Cruz J. Novoa por Hualgayoc, Jerónimo Zevallos por Jaén y Francisco Plasencia por Contumazá. Asimismo, asistieron: Santiago Rodríguez y Carlos G. Chocano por chachapoyas, Adolfo Salmón por el Bajo Amazonas, Juan M. Tirado por el Alto Amazonas, Segundo Bringas por Luya, Juan Bautista Cacho por Moyobamba y Pedro P. Urrunaga por San Martín. También lo hicieron José Seijas por Huamachuco, Julián Rojas por Otuzco, Gabriel Muñoz por Pacasmayo, Leopoldo Santolalla por Tumbes, Julio S. Hernández por Piura, Antonio Espinoza por Huancabamba, Santiago Vásquez y Manuel Revilla por Chiclayo, Manuel F. Pastor y Salomón Rodríguez por Trujillo, Francisco E. Posada por Pataz y Clemente Arana por Pallasca. Completaron la asistencia Lorenzo Iglesias por Huari, José Silva Santisteban por Huaraz, José A. Urteaga por Santa, Manuel Julio de la Ribera Pomabamba, Dositeo Villanueva por Huaylas y Luis Salazar por Cajatambo.

Era una representación espuria, un conglomerado de incondicionales del traidor Iglesias nombrados a dedo por los grupos de poder económico, principalmente terratenientes, grandes comerciantes y mineros, pues muchas de las provincias supuestamente representadas habían manifestado su rechazo a la traición del Norte y su consiguiente apoyo a la resistencia patriota. Resultaba verdaderamente escandaloso ver a diputados que se arrogaban, por citar los casos más notorios, la representación de Huaraz, Huamachuco, Chota, Hualgayoc y Cajatambo, pueblos notoriamente opuestos a la política iglesista, como prueban las numerosas referencias documentadas que presentamos en el anterior capítulo.

A toda luz, esos diputados, que contaron empero con el aval de los grupos de poder económico de sus respectivas provincias, se presentaron en la ciudad de Cajamarca para pronunciar en las sesiones de la Asamblea un libreto aprendido con bastante anticipación, consumando una farsa cuyo único propósito fue el de otorgar un manto pretendidamente legal a los actos del gobierno de Miguel Iglesias. Así, las deliberaciones se celebraron con la máxima celeridad del caso, discutiéndose en contadas horas gravísimos asuntos que concernían a la integridad territorial del país.

Como era de esperarse, la Asamblea reafirmó el nombramiento, e decisión sobre la negativa de Iglesias. Así las cosas, éste no tuvo más alternativa que aceptar el cargo, jurándolo solemnemente e; 1° de enero de 1883:

"Yo, Miguel Iglesias, juro por Dios y estos santos evangelios, cumplir fiel y lealmente los deberes de Presidente Regenerador de la República que la Soberana Asamblea del Norte del Perú, en nombre de los pueblos, me ha Conferido, y obedecer las leyes que ha dictado y dictare, para alcanzar la paz externa y el engrandecimiento interior".

García y García fue el encargado de ceñirle la banda presidencial, de pronunciar un encendido discurso comparándolo con el romano Octavio". Y acorde con las circunstancias, para no cortar el hilo de citas a grandes personajes, Iglesias aclaró que no era Cristo, aunque a él encomendaba el éxito de su causa.

En la sesión de apertura se dio lectura a un mensaje de Miguel Iglesias documento que no fue nada más que la apología de su conducta. En un alarde de demagogia, el caudillo derrotista consideró un error histórico no haber consolidado la alianza peruano chilena que se planteó en 1866, cuando fue necesario ese frente para derrotar a la España imperialista. Calificó al país del Sur como "pueblo unido, sensato y fuerte", al tiempo que deploró nuestra alianza con Bolivia y la política estatista de Manuel Pardo y Lavalle; respecto a las salitreras de Tarapacá, que señaló como causas de la guerra. Continuó con un dramático análisis de las derrotas en las campañas marítimas, del Sur y de Lima, como preámbulo para exponer las "razones" que lo motivaron a iniciar su campaña por la paz. El, que fuera calificado de héroe por su actuación en la batalla del 13 de enero de 1881, mencionó en este discurso que ya por entonces estaba convencido de nuestra derrota: "La guerra, desde febrero de 1880, no se hacía a Chile, sino a nuestros desventurados pueblos". Había pues, asistido a los campos de San Juan y Chorrillos con la convicción derrotista que se formó aún antes de que el Ejército del Sur diera las batallas de Tacna y Arica. Decía ahora todo esto para que no señalara contradicción en su sinuosa actuación.

Se autocalificó luego como "hombre de bastante grandeza de alma", de "corazón bastante abnegado" y promotor de obras santas por encabezar lo que denominó "movimiento nacional regenerador", nuevo título para su acción chilenófila. Y finalizó el mensaje anunciando que se desprendía de toda autoridad para convertirse en simple ciudadano, a la espera de las decisiones del Congreso".

La parodia se prolongaría cinco días antes de consumarse el propósito para lo que fue preparada. En ese lapso se escucharon ampulosos discursos que sólo diferían en la forma, pues eran similares en cuanto a contenido.

Tal vez la más importante de las sesiones fue la del 29 de diciembre, que juzgamos necesario reseñar para ilustrar nuestros asertos.

Se leyó en ella el dictamen de la Comisión de Legislación, cuyas principales líneas fueron dedicadas a lanzar ataques a los que sostenían la resistencia:

"El Perú — se decía — ha combatido a la faz del mundo hasta donde le ha sido humanamente posible; y sobre los intereses de momento e impulsos de soberbia están los grandes intereses del porvenir y los dictados de la sana razón… La guerra defensiva, de resistencia, de inercia, no es guerra. El incomprensible patriotismo de los que la proclaman, como quien pone el cuerpo de un agonizante a la furia de un robusto gladiador, no puede conducirnos a mejor extremo que al de un estúpido sacrificio”.

Firmaron dicho documento los señores Julio S. Hernández, Jerónimo Zeballos. Francisco E. Posada. La mayoría de los diputados era gente ajena a la guerra, que no había participado en ninguna batalla. De allí que escuchara con entusiasmo al señor Urteaga, aquel que gustaba de llamar a Cajamarca pueblo mártir y último centinela de la guerra del norte, quien trayendo a colación citas filosóficas arribó a esta conclusión: "Son preferibles en todo caso los discursos a las proclamas, los comicios a las barricadas, los votos a las balas y las elecciones a las revoluciones. . . La guerra de exterminio indefinidamente mantenida no puede ser un estado natural, no puede ser un estado racional, no puede ser un estado legal.

Este representante pretendió fundamentar sus opiniones con “¡un estudio filosófico histórico de nuestra educación colonial!", prosiguiendo su argumentación con "un cuadro ligero de nuestra historia política desde los primeros días de nuestra emancipación ". En un confuso panorama mezcló incas con atenienses de la decadencia, pretorianos de Roma, sarracenos invasores de España; dichos de Séneca, pinturas de Zurbarán y Murillo y obras literarias de Cervantes, Lope de Vega y Calderón de la Barca. Todo ese pandemónium con intento de justificar el primer artículo del dictamen presentado por la comisión que presidía, cuyo texto que era lo único interesante, decía a la letra:

"La Asamblea del Norte se decide por la paz inmediata con la República de Chile, siempre que las condiciones impuestas por el vencedor no sean tales que amenacen la independencia nacional ni cieguen en lo absoluto las fuentes de su regeneración”.

Así de curiosas fueron las disertaciones de aquel infausto día. Pero por si hubiesen sido pocas las altisonancias del señor Urteaga, replicó inmediatamente el señor Hernández, cuyas expresiones fueron verdaderos exabruptos: "No necesitamos remontarnos a la imbecilidad de San Martín ni al cesarismo de Bolívar para encontrar las causas verdaderas, inmediatas de la guerra y consiguientes de nuestras derrotas, humillación y miserias". Descargó furibundos ataques contra Manuel Pardo por haber provocado la enemistad de Chile que hasta 1872 — precisó — nuestro aliado: Y como si no fuera bastante esperar el peligro como un idiota - continuó refiriéndose al presidente estatista —, hirió de muerte a la industria chilena en Tarapacá. . . El gobierno del 72—76 fue el que colocó al Perú sobre un volcán, cuya lava nos envuelve. Este señor Hernández fue de los primeros seguidores del traidor Miguel Iglesias; pues apareció en marzo de 1882 como firmante del documento derrotista que se hizo circular en Cajamarca.

Se alzó luego la voz del diputado Novoa, que exhortó a sus colegas a volver sobre el tema principal de la agenda. Su opinión puede bien resumirse en este párrafo: "La continuación de una guerra en el estado amargo en que colocado la desgracia. . . es una locura, es una farsa, es un delirio sin esperanzas de lucidez.

A esas alturas, la presidencia declaró la sesión permanente, continua y no interrumpida. Tímidamente el diputado Osores, algo avergonzado por la ausencia de una voz discrepante en el cónclave, trajo a colación que la España de 1808 había resistido con sacrificios y ejemplos de abnegación a los invasores franceses. Provocó con ello la inmediata y airada réplica de Hernández (diputado por Piura), quien fue tajante al negar la posibilidad de establecer un paralelo, porque a España — según dijo "le sobraron soldados enardecidos de patriotismo, armas suministrados por Inglaterra y colectividades heroicas". De esa manera, el diputado por Piurano desconoció absolutamente el valor del ejército peruano, que al lado de las comunidades heroicas del Mantaro había obtenido resonantes triunfos sobre el invasor; tampoco valía para él la terca lucha de resistencia patriota que presentaban otros numerosos pueblos en todas las latitudes del territorio. Porque ofuscado por sude derrotismo negó la existencia en el Perú de "soldados enardecidos de patriotismo y colectividades heroicas". El fin justifica los medios pareció ser el lema de los iglesistas, y así fueron utilizadas toda clase de falsedades como la que comentamos.

En seguida volvió a pedir la palabra el señor Urteaga, para citar sin ninguna congruencia a normandos, ingleses, españoles, sarracenos y franceses de VI, VII y XVI. Su intención, al parecer, fue la de calmar los ánimos. Y lo siguió en la tribuna el diputado Urrunaga, que volviendo la discusión al siglo XIX exigió un pronunciamiento definitivo sobre el dilema de ajustar la paz o continuar la guerra, manifestándose a título personal partidario de lo primero

Se sometió entonces a votación nominal la cuestión y la totalidad de presentes se pronunció por la paz. Ellos fueron los señores García y García' Arana, Bringas, Rodríguez, M.F. Burga, M. Castro Saldívar, Burga, Campos, Chocano, Arana, Aduvire, Espinoza, Osores, Hernández, Rojas, Salomón Rodríguez, Salazar, Posada, Seijas; Santolalla, Silva Santistevan, Santillán, Urteaga, Urrunaga, Muñoz, Novoa, Ribera, Zeballos, Villanueva, Revilla, Rodríguez, Vásquez, Tirado, Cacho e Iglesias.

De más está reseñar las exposiciones de algunos diputados fundamentando sus votos con extensos e intrascendentes discursos. Bastará con señalar que repitieron las citas a M. Thiers, la mujer de Asdrúbal, los Pelayos, Lord Byron y otros varios personajes exóticos, en extraña confusión con Gálvez, Grau y Bolognesi.

Se aprobaron a continuación otros tres artículos del proyecto de ley, sin discusión, remitiéndolo a la Comisión de Redacción. Escasa media hora demoró ésta en su tarea, facilitando la inmediata promulgación de la ley, cuyo texto decía a la letra.

"Vidal García y García, Vice Presidente de la Soberana Asamblea del Norte del Perú”

Por cuanto:

La Asamblea ha dado la ley siguiente: La Soberana Asamblea del Norte.

Considerando:

1° Que la fuerza material no es decisiva en asuntos de honor, ni en el éxito de los campos de batalla puede amenguar el de la nación vencida.

2° Que el Perú ha combatido a la faz del mundo, defendiendo sus derechos hasta donde le ha sido humanamente posible.

3° Que sobre los intereses de actualidad y los impulsos del orgullo están los grandes intereses del porvenir y los dictados de la sana razón.

4° Que la república no cuenta absolutamente con recursos de inmediato aprovechamiento para continuar la guerra activa a Chile.

5° Que la guerra de resistencia o pasiva, sin otra esperanza, es aún más desastrosa que la activa, por lo irreparable des sus consecuencias, que, en último resultado, traerían la muerte de nuestra nacionalidad; y

6° Que el pueblo peruano necesita de la paz externa inmediata, para convalecer de la postración a que lo han traído tres años y medio de cruda campaña,

Resuelve:

1° La Soberana Asamblea del Norte se decide por la paz inmediata con la república de Chile, siempre que las condiciones impuestas por el vencedor no sean tales que amenacen la independencia nacional, ni cieguen en lo absoluto las fuentes de nuestra regeneración y progreso.

2° Para la celebración de la paz, la Asamblea trasmite al supremo poder ejecutivo las mismas amplias y extraordinarias facultades de que se halla investida por los pueblos que representa.

3° Se faculta igualmente al supremo gobierno para que al llevar a la práctica los tratados de paz con Chile, obre de acuerdo con la aliada república de Bolivia, o separadamente, según conviniere.

4° La Asamblea del Norte, por medio de un Manifiesto expondrá a la nación los poderosos motivos en que funda para decidirse por la paz posible.

Por tanto:

Habiendo asumido la Soberana Asamblea la plenitud de los poderes públicos; mando de imprima, publique, circule y se le dé el debido cumplimiento.

Dado en la sala de sesiones de la Soberana Asamblea del Norte del Perú, en Cajamarca, a los 29 días del mes de diciembre del año de 1882.- VIDAL GARCIA Y GARCIA. — Segundo Bringas, Diputado Secretario. - Santiago Rodríguez, Diputado Secretario”.

Sin dilaciones, Se redactó luego el Manifiesto al que hacía referencia la ley, aprobándosele al filo de la medianoche. Copiamos sus principales párrafos.

"Manifiesto de la Asamblea del Norte a los demás pueblos de la República Peruana.

“La continuación de la guerra, es una resistencia inerte, sin otros resultados que la destrucción de nuestras ciudades y campiñas por el saqueo y por las llamas, el sacrificio estéril de nuestros hermanos, y la prolongada ocupación enemiga de nuestra hermosa capital y otros territorios de importancia… esta región privilegiada del Norte, llena de opulencia antes de ahora, por su comercio, minería y agricultura, ha soportado y sufrido, a la vez que otros pueblos, pérdidas de grave consideración, hasta el extremo de haber casi desaparecido esas fuentes de riqueza en que tenía esperanzas fundadas para llegar a mayor progreso, a un porvenir grandioso; y comprendiendo que sería segura y completa su ruina, agotándosele todos sus elementos productivos con la continuación de hostilidades absolutamente infructuosas, no ha vacilado un momento en buscar un medio adecuado para la cesación del peligro”

Era el punto de vista de los grupos de poder económico norteños, que antes que ver perjudicados sus intereses económicos optaron por la paz a cualquier costa. Su pretendida justificación fue simple demagogia, pues el proclamado mayor progreso o porvenir grandioso era pensado en interés exclusivo de terratenientes y capitalistas. Precisamente Cajamarca fue el bastión norteño del Perú feudal, escenario de la más considerable opresión de la más condenable opresión de las mayorías nativas.

A las 02:00 horas del 30 de diciembre de 1882 se suspendió aquella memorable sesión. El paréntesis fue breve, pues se reanudó al cabo de pocas horas. Había que delegar el mando en el predestinado, y sin discusión se aprobó la ley correspondiente.

"Vidal García y García, Vice Presidente de la Soberna Asamblea del Norte del Perú"

Por cuanto:

Lo Soberana Asamblea ha dado la ley siguiente:

"La Soberana Asamblea del Norte, atendiendo a la honorabilidad y virtudes cívicas del esclarecido ciudadano don Migue Iglesias Pino, a la confianza que ha sabido inspirar a sus conciudadanos y a los relevantes méritos que ha contraído para con la patria en la actual guerra con Chile, lo elige para presidente Regenerador de la Republica, conforme a la ley sancionada en la fecha.

Por tanto; mando se imprima, publique y circule y se le dé el debido cumplimiento.

Dado en la sala de sesiones de la Soberano Asamblea del Norte del Perú, en Cajamarca, a los 30 días del mes de diciembre de 1882.- VIDAL GARCÍA Y GARCÍA. -Segundo Bringas. - José A. Urteaga.

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