miércoles, 27 de junio de 2018

HUAMACHUCO : LAS ESCARAMUZAS DE 9 DE JULIO DE 1883 ENTRE LAS FUERZAS PERUANAS Y CHILENAS

Según testimonio del Jefe de la caballería chilena, el 9 de julio "poco después de la diana, empezó nuevamente el cañoneo de nuestra artillería sobre la línea enemiga, siendo contestada por ésta". En efecto, siendo las 07:00 horas, Gorostiaga ordenó a Fontecilla hostilizar con los cañones a una fuerza peruana que se movilizaba. Se trataba de algunas companías de infantería que el General Cáceres destacó al amanecer sobre la ciudad, con la misión de recoger lo que no pudo tomarse en la víspera. A todo trance el enemigo intentó impedir esa operación bombardeando incluso a la población. Al llover los tiros, los peruanos se replegaron en guerrillas, haciéndose inefectivo el fuego enemigo, que entonces dirigió sus disparos hacia Santa Bárbara, donde empezó a funcionar la artillería peruana. Ese cañoneo, con intermitencias habría de prolongarse durante todo el día.

Poco después de las 08:00 horas, Cáceres advirtió desde su puesto de comando que salía desde la ciudad una recua en dirección al cerro Sazón. Inmediatamente ordenó que una fracción de su escolta, reforzada con milicianos, partiera a interceptarlos. La misión se cumplió con éxito, pese a la renovación del cañoneo desde el sector del cerro Santa Ursula, se capturó seis mulas cargadas de sacos de papas que llevaban los pro chilenos adeptos al traidor Miguel Iglesias para abastecer a las tropas chilenas al mando del coronel Gorostiaga. Bajó entonces del cerro Sazón un escuadrón de caballería, trabándose escaramuzas de fusilería entre las avanzadas. Tras breve tiroteo, el enemigo retornó a sus posiciones, regresando también a las suyas los patriotas. Gorostiaga, careciendo de un plan de batalla, prefería mantenerse en su fortín del cerro Sazón, totalmente a la defensiva.

Por los conductores de la recua capturados pudo saberse que los potentados de la ciudad adeptos al traidor de Cajamarca no vacilaban en exporse con tal de favorecer a los chilenos. Cáceres dejaría claro testimonio de esto señalando que "algunos proporcionaban al enemigo toda clase de vituallas que a nosotros nos las negaban". El secretario Manuel Rodríguez tuvo prueba patente de ello cuando se le ocurrió a las 9:00 horas, bajar a la ciudad en procura de alimentos: "Una pobre mujer me dio un plato de acopa; nada más obtuve. En la fonda de un chino me dieron una taza de mal café y no pude conseguir nada para el señor General". Poco les valdría a aquellos pro chilenos el haberse manifestado tan hostiles, pues según anotó Cáceres, " a pesar de tan insólita como reprochable conducta, muchos vecinos de aquella histórica ciudad habrían de sufrir los más ignominiosos atropellos y vejámenes de las soldadesca araucana".

Ya cercano el mediodía, Cáceres destacó una companía hacía el flanco izquierdo de a posición enemiga, en plan de reconocimiento. Marchando en guerrilla, esa fuerza pudo acercarse al cerro Sazón sin ser advertida por los chilenos que tenían concentrado su atención en lo que sucedía en la ciudad, y cumplida la misión regresó al campamento. Gorostiaga, cuya gente no vio a los peruanos sino cuando se retiraban hacía el cerro Cuyulga, magnificó el movimiento, consignando en su parte que se trató de una frustrada maniobra de envolvimiento por los plancos.

Aprovechando un momentáneo cese del cañoneo un pelotón de caballería peruano, que se hallaba en vanguardia, penetró en la ciudad, motivando una inmediata respuesta del enemigo: "El jefe de la artillería chilena, anotó, siendo las 12 del medio día recibí orden del estado mayor de hacer fuego sobre la plaza con el fin de hacer salir la tropa de caballería enemiga que en ello había y de incendiar la población para impedir que el enemigo se abasteciese de víveres", Ello provocó no sólo la retirada de los jinetes patriotas, sino la desesperada fuga de muchos pobladores, ante indiscriminado bombardeo de los chilenos: "Mucha familias corriendo los riesgos de combate, se retiraba por distintas direcciones al campo, como ya otras lo habían hecho en la víspera. Las casas que habían servido de cuarteles a las fuerzas chilenas y que por la sorpresa quedaron llenas de prendas militares , recibieron las bombas que se dispararon por elevación".

Casi al mismo tiempo se movilizó una fuerza del destacamento del Coronel Recavarren, que avanzó por el lado de panteón provocando una escaramuza con los fusileros chilenos apostados en las alturas del cerro Sazón. No se atrevió el enemigo a bajar de sus atrincheramientos, regresando los de Recavarren a su posición, establecidas detrás del cerro Santa Bárbara.

Alejandro Gorostiaga, entendiendo a su manera estos hechos, apuntaría: "En el día el enemigo se ocupó de hacer lujosos despliegues con sus fuerzas y en simular combate por su retaguardia para hacernos creer que las fuerzas del señor coronel Arriagada estaban a la vista y tentarnos de este modo a abandonar nuestras posiciones para empeñar un combate en las que ocupaba. Convencido por nuestra inmovilidad de que tan vulgar estratagema no podía surtir el efecto que se había prometido, emplearon el resto del día en saquear la población y en provocarnos desde ella, ocultos tras las tapias, con nutridos fuegos de fusilería que a tiempo contestaba nuestra derecha".

A las 15: 00 horas, el campamento patriota se vio reanimado con la llegada de 200 guerrilleros de Santiago de Chuco, jefaturados por el gobernador Ucedo, Santiago Calderón, Pinillos y Dionicio Porturas. Venían a participar en la batalla, y fueron además portadores de víveres tan necesarios para el ejército que pasaba ese día en ayunas: "Así se portaba el patriota pueblo de Santiago de Chuco, parte de sus hijos venia a tomar un puesto en la defensa de la honra del Perú y los que no pudieron hacerlo mandaron víveres. Esta patriótica y levantada conducta del pueblo de Santiago de Chuco fue mirada por el jefe chileno y de sus aliados traidores como un gran crimen.

Cáceres tuvo también palabras de homenaje para los santiaguinos, quienes poco después padecerían por su patriotismo una salvaje represión de parte de los chilenos y de sus aliados pro chilenos adeptos al traidor Miguel Iglesias Pino: "En medio de la penuría general contribuía el pueblo santiaguino con la sangre de sus hijos y con sus recursos a la defensa de la patria, desafiando la ira del enemigo y de sus aliados traidores que les castigó después, pero ganando en digno puesto al lado de los defensores del honor nacional".

El fiambre, pan, harina, coca y aguardiente traído por los santiaguinos fue repartido entre los diferentes cuerpos del ejército; y Cáceres pudo también alimentarse, luego de ayunar tres días: "El General desde el 6 no había tomado casi alimento alguno, sosteniéndose únicamente con agua de coca endulzado con chancaca, y el 8 con una copa de vermouth, que uno de los secretarios conservaba de una botella que los señores Porturas le obsequiaron en la hacienda Angasmarca. Así es que el 9 en la tarde comió con el fiambre que los de Santiago le trajeron".

A las 16:00 horas, Gorostiaga, advirtiendo que algunas companía peruanas cambiaba de posición trasladándose de Urucu a Paransique, ordenó la reanudación de cañoneo, provocando la dispersión de los patriotas que debieron buscar refugio tras una quebrada.

A las 18:00 horas, horas cesaron absolutamente los fuegos, y algunos patriotas, Rodriguez entre ellos, marcharon pasar la noche en la ciudad. En el campamento chileno la situación estacionaría empezó a resultar contraproducente. Según testimonio del médico chileno Vargas Clark, causaron grande estrago el hambre, la sed y el frió. "nosotros estuvimos ese día sin comer, y el agua distaba más de ocho cuadras. No nos atrevimos a atacar. Puede calcularse el día que pasaríamos allí, durmiendo en el suelo, sin comer, con escasez de agua y rodeados por todo lado por el enemigo. Como los equipajes se había perdido, el frió en la noche era terrible. las mandíbulas no podían contenerse, y todo el mundo oía tiritar a su compañero".

Mientras tanto, el General Cáceres mostraba preocupación ante la no comparecencia de la guerrilla del coronel José Mercedes Puga, a quien en la víspera remitiera mensajes oral, a través de un chasqui, para que se presente en la madruga del 9. Ese correo fue también portador de una nota escrita para Puga por el doctor Elías, con similares instrucciones. Se creía al jefe guerrillero acercándose por el camino de Cajabamba, pero Puga, habiendo quedado totalmente incomunicado, se hallaba muy al Norte, por Matará, procurando incrementar la fuerza de 250 campesinos que le acompañaba. El enemigo había interceptado los correos que le remitieron el doctor Elías y el coronel Recavarren y otros jefes patriotas, informándole del movimiento sobre Huamachuco, y el chasqui que partiera el 8 cayo también en manos de las patrullas chilenas, en el camino de Marcabal. Pudo empero librase de sus captores, en la mañana del 9, y prosiguió su viaje casi sin parar, llegando a Matará , donde se encontraba Puga, al amanecer del 10. 

El jefe guerrillero avanzó entonces a marcha forzada sobre Huamachuco, pero ya no llegaría a tiempo de participar en la batalla. 

HUAMACHUCO: LA LLEGADA DE LAS FUERZAS PERUANAS 8 DE JULIO DE 1883

El día domingo 8 de julio de 1883, siendo las 06:00 horas, el ejército peruano pasó rancho en la localidad de Tres Ríos, gracias a los víveres enviados desde la hacienda Angasmarca por los hermanos Porturas, quienes además proporcionaron coca y aguardiente que se distribuyó entre los soldados para que pudiesen soportar el frío gélido de las alturas. Una hora después el ejército emprendió la marcha por la ruta del caserío El Cushuro que conduce por el camino Inca "La Escalerilla", se eligió esta ruta para mantener al enemigo desapercibido del avance, luego de saberse que Alejandro Gorostiaga tenía vigías apostados únicamente en el camino principal por la llanura de la zona de Yamobamba. La Asención por el camino Inca "La Escalerilla" fue difícil y penosa, "sufriéndose un frío tan intenso como el de la cordillera de Pelagatos". Prueba de lo accidentado del terreno fueron las seis horas que emplearon para cubrir la distancia de 24 kilómetros que separa a la localidad de Tres Ríos con el distrito de Huamachuco. Ya pueden imaginarse lo que significó conducir por esos senderos el parque y la artillería, que por carencia de bagajes se retrasaron considerablemente. Con todo, la moral del personal de tropa no decayó un instante, pues "la marcha sobre el enemigo, ya tan próximo, produjo el más vivo entusiasmo y alegría". El ejercito patriota después de atravesar la cordillera de Huaylillas, la cordillera de Pelagatos, llegó al cerro Cuyulga, situado al Sur de la ciudad de Huamachuco: "El camino llano por la ruta de Llamobamba estaba bajo la vigilancia y control de las tropas chilenas; ergo, el General Cáceres para entrar a la ciudad de Huamachuco había tomado la ruta alta por el camino Inca "La Escalerilla", que atraviesa la cordillera del cerro Huaylillas que suele coronarse de nieve en la época del invierno, atravesando inmensa cordillera llegó al cerro Cuyulga, desde las alturas de este cerro hay un amplio campo de vista que domina a la ciudad de Huamachuco y la Llanura de Purrumpampa, además da un fácil paso para los cerros Tucupina, Santa Barbara y Amamorco".

Finalmente, a las 13:00 horas, alcanzaron el portachuelo de la cordillera, haciéndose alto a una legua adelante al pie de una colina que ocultaba la ciudad, en una especie de hoyada al pie del cerro Prieto. Desde allí el General Cáceres se adelantó a efectuar un reconocimiento, acompañado del Coronel Secada, Coronel Recavarren y Florentino Portugal, marchando a pie hasta situarse en la mitad del cerro Cuyulga, lugar que permite dominar todo un amplio escenario en el llano de Purrumpampa y la ciudad. Los chilenos no se habían movido de la ciudad y su caballada pastaba en los potreros aledaños. El enemigo fue sorprendido, sus vigías en el camino llano entre la zona de Llamobamba hacía la localidad de Tres Ríos no había comunicado ninguna novedad, prácticamente fueron sorprendidos.

El camino Inca conocido como "La Escalerilla", es uno de los principales caminos que se construyó en la época del Imperio Incaico, se prolonga por la inhóspita puna en la zona del cerro Huaylillas y la Laguna Cushuro. A pesar de que pasa por terrenos empeñados y deshabitados, esta ruta habría sido la ruta preferido del imperio Inca para el tránsito hacia el Norte hasta Quito república de Ecuador y Cusco capital del imperio Inca. Es admirable la capacidad incaica por haber construido un camino de esta magnitud en terreno tan difícil, en la subida y bajada este camino presenta numerosos escalinatas de piedra que por los pasos de los años se encuentra cubierto de ichu, pero perceptible y aun transitable en estos tiempos.  Es una ruta estratégica, este camino lo aprovechó el General Cáceres y su ejército para trasladarse desde el caserío de Tres Ríos con destino al distrito de Huamachuco, el 8 julio de 1883. Trasladándose oculto entre los cerros de altas punas, le sorprendió al ejército chileno que se encontraba dentro de la ciudad de Huamachuco en aparente estado de calma, sus centinelas apostados en el camino en terreno llano por la zona de Yamobamba fueron sorprendidos; por ende, los invasores y sus aliados adeptos al traidor Miguel Iglesias no contaron con la astucia del “Brujo de los Andes”.

En la mañana del día domingo 8 de julio, el coronel Alejandro Gorostiaga había efectuado un reconocimiento en los sectores del paraje de Yamobamba, próximo al distrito de Huamachuco. Sólo pudo enterarse por informaciones de adeptos al traidor Miguel Iglesias Pino, que una pequeña fuerza patriota, comandada por Jesús Elías, Jefe Supremo del Norte, se había movilizado por el camino de Santiago de Chuco. Ese dato le confirmó en la presunción de que el ejército peruano de todas maneras se aproximaría por la ruta de Yamobamba que es una ruta en terreno llano. El jefe chileno suponía que las fuerzas del General Cáceres aún se encontraba lejos, pues de lo contrario hubiese efectuado los aprestos necesarios para fortificarse en el inexpugnable monumento arqueológico pre inca de piedras labradas de Marcahuamachuco ubicado en el cerro Sazón, posición que de antemano había elegido para defenderse.

El General Cáceres, luego de observar detenidamente la Llanura de Purrumpampa desde las alturas del cerro Cuyulga, regresó al lugar donde descansaba el grueso de su personal, encontrado que se les había unido el pequeño contingente de patriotas procedente de Santiago de Chuco, al mando Jesús Elías. Poco después dispuso el desplazamiento de sus tropas: "ordenó el General que el Coronel Isaac Recavarren marchara por el fondo de la quebrada que conduce a la ciudad y que el Coronel Secada tomara rápidamente el sector la Cuchilla del contrafuerte llamado Santa Bárbara, marchando hasta colocarse en su término. Siendo las 14:00 horas, las fuerzas patriotas iniciaron sus movimientos, casi al simultaneo, la primera por la izquierda siguiendo las faldas del Santa Bárbara y la segunda por las crestas del cerro. Al mismo tiempo la caballería, encabezado por Elías, Mujica y Fuentes, recibió orden de descender por detrás del Cuyulga para salir al camino de Santiago de Chuco y avanzar por allí sobre la población. Parece que el propósito del comando patriota fue el de atacar por varios frentes para empeñar la batalla en toda la línea, pero el hecho de movilizarse las tropas de Secada por las alturas frustraba la sorpresa, factor que hubiese sido decisivo para un mejor desenlace. Pudo así el enemigo observar a los patriotas con el tiempo suficiente para replegarse y fortificarse adecuadamente en el fortín del monumento Marcahuamachuco ubicado en el cerro Sazón.

Según testigos con la repentina presencia de las tropas peruanas por el sector del cerro Cuyulga, sector Sur de la ciudad, la sorpresa del enemigo fue total: Al respecto el jefe sanitario chileno escribió lo siguiente: "En circunstancias que nuestra tropa estaba lavando su ropa en el río Grande, se dejó caer la hueste peruana sobre la población". Nosotros tuvimos que salir precipitadamente abandonando todo el equipaje para tomar una altura vecina. La sorpresa fue tan grande". El General Cáceres, que observaba desde su improvisado Puesto de Comando el acontecimiento, apuntó lo siguientes: "Tan pronto como los chilenos nos divisaron en las alturas del cero Cuyulga, agrupándose atropelladamente en la plaza de armas y las calles contiguas de la ciudad, luego corrieron a esconderse en el fortín del monumento arqueológico de Marcahuamachuco ubicado en el cerro Sazón, los pocos habitantes que quedaban en la ciudad de Huamachuco, algunos de ellos simpatizantes del traidor Miguel Iglesia, se vieron igualmente sorprendidos; al respecto anotaría un periodista Cajamarquino allí presente, lo siguiente: "Se presentó inesperadamente el ejército peruano, como a las una de la tarde del día domingo 8 de julio, tan repentina sorpresa causó la admiración no sólo del ejército chileno, que así era retado a un combate, sino de los pobladores de Huamachuco que tenían que presenciar la batalla que debía librarse en seguida".

En el año de 1978, durante mi permanencia como Tropa SMO en la Companía "A" Ingeniería N° 112, acantonado en el caserío de El Pallar, salí de paseo y viaje al distrito de Huamachuco, donde hice las indagaciones del caso de todo lo relacionado a la batalla de Huamachuco, pregunté a varios ancianos, es ahí que me contacté con un anciano de 99  años de edad de apellido Rebaza, quien me informó lo siguiente, dijo: "El día 8 de julio de 1883, las tropas chilenas se encontraban en el río Grande, cerca a la ciudad, muchos se bañaban y otros lavaban sus prendas, en esas circunstancias, siendo las 13:00 horas aproximadamente unos campesinos corrieron para avisar a los jefes chilenos que las tropas y la caballería de las tropas peruanas habían ingresado a sus chacras de trigo y cebada, en ese momento las tropas de Cáceres después de salir de sus escondites en la hoyada al pie del cerro Prieto se hicieron presente por las alturas del cerro Cuyulga y cerro Santa Barbara; fue un susto muy grande para las tropas invasoras, un soldado chileno "cornetero" de servicio corrió desde la llanura de Purrumpampa, quien llegando a la plaza de armas tocó llamada de "generala", alertando a las tropas chilenas de la presencia de soldados peruanos, y escaparon dejando parte de sus equipajes para esconderse en las construcciones de piedra del monumento arqueológico de Marcahuamachuco en el cerro Sazón". La narración que lo anoté en el mes julio del año 1978.
  
En esos momentos el Coronel Gorostiaga, actuando con rigor, logró contener a medias el desorden de sus tropas, ordenando ceder el paso a la artillería, para que tomase la delantera y se ubicara en las alturas del cerro Sazón protegiendo con su cañoneo la retirada de los demás cuerpos de su ejercito. Dispuso a continuación que la mitad de la caballería sacase el ganado y bestias que pastaban en la llanura, procurando conducirlos por el camino de Cajabamba, detrás de la línea que la infantería y artillería formarían en el inexpugnable cerro Sazón. La otra mitad recibió orden de acompañar a algunas companías del batallón Talca hasta el extremo sur de la ciudad, para contener batiéndose en retirada, el avance de los combatientes peruanos; mientras el resto de la infantería, formados en la plaza, procuraría marchar ordenadamente hacía el cerro Sazón. En todo momento el jefe chileno procuró tranquilizar a sus tropas haciéndoles notar de que los peruanos no se hallaban aun en posición de ataque. El Coronel Secada, que advirtió ese movimiento, ordenó al Coronel Ríos adelantarse con la artillería al morro de Santa Bárbara, a fin de desatar el cañoneo apenas lograse situarla convenientemente. Ello pudo verificarse a as 15:00 horas, dirigiéndose los fuegos hacía la calzada por la que se retiraba el enemigo. Contando con la protección de los cañones, Secada ordenó el descenso al pueblo de dos companías del Tarapacá, a ordenes del sargento mayor López, con orden de apoderarse de la caballada y pertrechos que el enemigo había abandonado en su precipitada fuga. El General Pedro Silva, que marchaba a su lado, le solicitó entonces el comando de esa vanguardia, lo que fue concedido. Media hora demoraría aún la artillería chilena para colocarse en posición de responder el bombardeo de la artillería peruana y en ese lapso fue notoria la desesperación entre los infantes del enemigo: "A las primeras detonaciones las tropas chilenas se colocaron cuerpo a tierra como para evitar así el estrago que pudiera causarles el proyectil. Uno y otro y más cañonazos se sucedieron, en tanto que los chilenos se movilizaban para tomar las alturas que tenían escogido, es decir el estratégico monumento arqueológico pre inca de piedras labradas de Marcahuamachuco, ubicado en el cerro Sazón", sector Norte de la ciudad.

El escaso alcance de los cañones peruanos así como el cuidado que tuvo Ríos en prohibir el bombardeo sobre la ciudad, por proteger a sus habitantes, salvaron al enemigo de bajas mayores. Las tropas chilenas esperaron la protección de los cañones Krupp para proseguir la fuga, varias companías chilenas buscaron refugio en las calles de la ciudad, entendiendo que allí no corrían peligro.

El coronel Recavarren alcanzaba el Alto de las Flores desde donde avanzó sobre la ciudad, siendo resistido por la fusilería chilena de los que en ella se habían parapetado. Por otro lado el General Pedro Silva, se enfrentaba en el llano de Purrupampa a los pocos chilenos que intentaron defender la caballada, tras breve enfrentamiento lograron apoderarse mas de 100 caballos, ubicandolos en la retaguardia. Cáceres, viendo esto, envió al escuadrón Tarma, jefaturado por Zapatel, Quimper y Velarde, para apoderar del botín, al tiempo que los cañones chilenos, instalados finalmente en el morro del cerro Sazón siendo las 16:00 horas comenzaron su accionar. El tronar de los cañones Krupp fue el aviso esperado por los chilenos que aún permanecían en la ciudad para terminar de evacuarla. El Tarapacá avanzó entonces a paso ligero por la derecha, apoderándose de apreciable botín, en tanto que Recavarren, al frente de los batallones Pucará y Pisagua cruzaban la ciudad entrando por la izquierda, prosiguiendo el combate con la retaguardia enemiga más allá del panteón, situado al noreste de la ciudad, obligándola a batirse en retirada y acercándose audazmente hasta cerca de las faldas del cerro Sazón, bordeando el gran pantano.

La artillería chilena, que dirigió sus primero tiros por elevación, para no causar bajas entre sus propias fuerzas, advirtiendo que ya toda su infantería se hallaba en el cerro Sazón, empezó el cañoneo sobre los batallones de Recavarren, quien debió optar entonces por la retirada. Igualmente se desató el bombardeo sobre la ciudad, donde las tropas del General Silva efectuaba el acopio de todo lo abandonado por los chilenos, debiéndose evacuarla de inmediato a fin de evitar desgracias a la población civil. Con los infantes y jinetes peruanos replegándose a sus primitivas posiciones prosiguió el combate con sus cañones por ambas partes, que duró, con intermitencias, hasta las 19:00 horas.
Al termino de la  jornada el balance indicaba gran perdida material para las fuerzas chilenas, no tanto en vidas humanas; su equipo sanitario, pertrechos y otros quedaron en poder de las fuerzas peruanas. Al respecto el jefe superior del Norte, apuntó lo siguiente: "Los soldados chilenos dejaron en nuestro poder, el rancho preparado, las pailas, todo su equipo sanitario, armas y municiones, así como 12 mulas y mas de 100 caballos. Al respecto el combatiente huamachuquino don Abelardo Gamarra señalaría que se tomaron del enemigo "su menaje de cocina, sus capotes, una parte del vestuario de lienzo, sus acémilas y el equipaje de oficiales. El Coronel Secada agregaría diciendo que además cayó en nuestro poder su detal y el General Cáceres completó diciendo, que "por los documentos encontrados se comprobó que el efectivo de las tropas chilenas ascendía a más de 2000 hombres de las tres armas". Aquella tarde las bajas peruanas fuero 4 muertos y 13 heridos, entre éstos el mayor Piñatelli, baleado en un brazo.

La ocupación de la ciudad fue efímera y no puede juzgarse como un hecho positivo que el enemigo fuera expulsado de ella. Posiblemente fue intención del comando patriota evitar la destrucción de la misma trasladando la batalla a terreno despoblado, a la usansa antigua y caballeresca; pero a la larga ello favoreció al enemigo, porque el cerro Sazón era una posición poco menos que inexpugnable, como lo reconocería el mismo Abelardo Gamarra, al respecto dijo: "No fue, pues, en un cerro cualquiera en el que se parapetaron los chilenos; fue una verdadera fortaleza, de la que aún existen paredones de piedra, anchos y de altura de un metro a dos de elevación, paredones colocados en toda dirección y tras los que, aun en el caso de haber sido asaltados, hubieran podido irse defendiendo a mampuesto y replegándose en anillo en anillo de piedras como en círculos o, mejor dicho cuadrados concéntricos, como metidos en baúles de piedras estuvieron nuestros enemigos, cubiertos sus pechos por muros de aquellos que sólo los incas supieron construir. Cada soldado chileno valía por cuatro sobre la cima del cerro Sazón y al haberse verificado algún asalto, habrían tenido nuestras tropas que imitar a los antiguos caballeros cuando asaltaban un castillo feudal".

Abelardo Gamarra Rondó, fue huamachuquino, y su actuación al servicio de la patria es más que suficiente para borrar las manchas de ignominia que luego recaería sobre algunos de sus paisanos, a consecuencia de que parte de ellos, sobre todo los potentados entre ellos los hacendados, e todo momento manifestaron total adhesión por el General traidor Miguel Iglesias Pino, negando colaboración al ejército del General Cáceres. Asaltar ahora el Sazón era operación casi impracticable, de allí que sólo quedara la alternativa de sacar al enemigo de sus posiciones empujándolo por el flaco y por retaguardia hacia las pampas de Purrumbamba, lo que se presentaba como empresa bastante difícil. El General Cáceres al respeto anotó: "Ante la formidable posición del cerro Sazón, pensé por un momento que lo más indicado sería asediarlo dada la configuración natural del cerro y luego abrumar al enemigo con ataques parciales, hasta agotarlo. Pero la operación requería mayor tiempo y mayores efectivos de los que contabatamos, y al prolongarse demasiado sólo nos ofrecía perspectivas desfavorables. Los mismos habitantes de aquel retazo del suelo patrio, ya trabajados pscologicamente de largo tiempo por agentes pro chilenos del traidor Miguel Iglesias, no estaban declaradamente por lado nuestro, lo cual constituía una gran inconveniencia, tanto más si se considera el carácter de la guerra que acaudillábamos. La bandera de la paz, alzado en la hacienda Montán, había trastornado su patriotismo y desgarrado los nervios de la lucha en defensa de la patria".

Mucha de las familias del distrito de Huamachuco habían partido  a lugares lejanos antes de la llegada de los invasores chilenos. De allí que los breñeros encontraron el pueblo prácticamente deshabitado, aunque cobijaba aún a algunas familias que de grado a fuerza, servían al enemigo. Este no tendría reparo en actuar perjudicandolas y poco le importó tener aliados entre la población. Con el bombardeo a discreción en la tarde del 8, ello pudo empezar a comprobarse y la muestra más patética se daría mas tarde cuando al término de la batalla se desató la barbarie chilena sin conocer los límites. Nada de esto presagiaban entonces los vecinos notables como los Vera, Rebaza y Valdivia, adictos al traidor Miguel Iglesias, que no excusaron medio alguno en proporcionar víveres e información a los chilenos estacionados en el cerro Sazón. Ello no sería suficiente para evitar que la soldadesca chilena perpetrara dos noches después una dantesca cadena de robos, violaciones y asesinatos a civiles.
De los huamachuquinos residentes en la ciudad, únicamente el alcalde Manuel Cisneros, el señor Manuel Ramos y algunos notables se esforzaron en conseguir vivires para la hueste patriota, preparando además un hospital de sangre y proporcionando chasquis, guías e informantes al General Cáceres, servicios que fueron cumplidos por siervos indios de probada fidelidad.

Aquella noche del día domingo 8 de julio, ocupando posiciones convenientes a fin de evitar sorpresas y daños de la artillería enemiga, la hueste patriota descansó tranquilo, luego de consumir un ligero rancho preparado con el ganado que se logró sacar de la ciudad. No conociendo a ciencia cierta la configuración del inexpugnable cerro Sazón, los combatientes breñeros entusiasmados por el triunfo de aquel día creyeron que el enemigo se retiraría de Huamachuco. 

El comando patriota, entre tanto, no tuvo momentos de reposo: " El General sus secretarios y ayudantes pasaron la noche en la falda del cerro Santa Bárbara, sufriendo un frió intenso del verano serrano y sin haber tomado alimento alguno desde el día anterior; nadie pensaba en esos momentos en comer, toda la atención estaba fija en el desenlace de la batalla, que no podía demorarse mucho y cuyas consecuencias debían ser decisivos para la surte de la república.

martes, 26 de junio de 2018

EL JURAMENTO DE TRES RÍOS EN HUAMACHUCO CAMPAÑA DE LA BREÑA TERCERA ETAPA 7 DE JULIO DE 1883

En la localidad de Tres Ríos a pocos kilómetros del distrito de Huamachuco, tras la penosa marcha en la madrugada del día sábado 7 de julio, el General Cáceres concedió descanso a su esforzado ejercito, muy necesario, visto que se hallaba en vísperas del choque decisivo con las fuerzas chilenas al mando del coronel Alejandro Gorostiaga. 

En el ínterin convocó a una junta de jefes y oficiales, a fin de llegar a un consenso sobre el paso a seguir. Personalmente, el General estaba decidido a dar la batalla, por varias razones. Al respecto dijo lo siguiente: "En esta situación, viendo que los cuerpos de mi ejército había quedado muy reducidos por las enfermedades y la fuerte deserción y que la fuerza que existía estaba imposibilitada por el cansancio para seguir peregrinando; por ende, decidí atacar a las fuerzas del coronel Gorostiaga en Huamachuco, no obstante la superioridad numérica y de condiciones del enemigo, pues yo contaba en todo caso con la firme resolución de mis soldados leales". Todos los jefes y oficiales, incluidos los de las companías, asistieron a la trascendental reunión, donde se emitieron diversos opiniones antes de llegar al acuerdo final.

Algunos propusieron la retirada por la ruta de Santiago de Chuco, a la espera de una situación más propicia para reemprender la ofensiva sin riesgos, acumulando mayores efectivos con el auxilio de varios grupos guerrilleros que actuaban dispersos en la región. Otros, como el coronel Secada, expusieron los múltiples problemas que afrontaba el ejercito, sobre todo la carencia de auxilios en el Norte y la inferioridad de material bélico respecto al del enemigo, propuso la conveniencia de volver por Urcón a la región del Centro, donde sería factible la reorganización adecuada. Pero la mayoría de comandos, especialmente el secretario Manuel Rodriguez y el coronel Miguel Emilio Luna Peralta, apoyaron con ardor la decisión de presentar batalla, arguyendo tantos motivos aparentemente lógicos cuando opiniones brotadas tan sólo del apasionado amor que sentían por la causa de la patria. Así, algunos observaron que "una retirada frente al enemigo en situación en que se encontraba el ejército, sería su completa destrucción, de una manera deshonrosa". Entendían, los que así pensaban, que volver las espaldas al enemigo teniéndolo tan cerca provocaría gran desanimo en las tropas y su posible deserción en masa, visto que las sostenía más que nada el anhelo de medir sus armas contra las del agresor, el deseo de cumplir el deber patriótico que les había dado fuerzas para trajinar, en marchas y contramarchas, desde Tarma, departamento de Junín, hasta el distrito de Huamachuco, provincia José Faustino Sánchez Carrión, departamento de la Libertad, soportando todo: Enfermedades, frío, hambre, pobreza, incomprensión y traición. Y la vehemencia brotó de los labios del coronel Luna, quien alzando su voz sobre los demás, exclamó: "¡Más vale morir con honor que retirarse y disolverse cobardemente!". Calló un momento el auditorio, pero la exhortación había sido tan directa e incontestable que la decisión sólo podía ser una. En efecto, puesta la cuestión al voto, la Junta resolvió por unanimidad presentar batalla. Al respecto, alguien recordaría allí que los jefes patriotas no habían hecho otra cosa, sino ser consecuente con la ancestral tradición guerrera andina: la lógica incaica parecía repetirse, exactamente a 351 años de haber sido pronunciada, por coincidencia también ante invasores extranjeros: "¡Usos son de la guerra vencer o ser vencidos!". Morales Bermudez, anotaría lo siguiente: "La suerte estaba echada. Lanzado el reto no era posible rehuir a la lid a pesar de que las ventajas inclinaban la balanza del éxito al lado contrario".

Terminada la Junta, la hueste patriota fue formada para ser informada de lo acordado por su jefes. Cáceres pronunció ante ella, en quechua y castellano, una vibrante arenga, que terminó con estas palabras que fueron a la vez un solemne conjuro:

"¡Soldados! 

Pelearemos hasta vencer al invasor o morir por la gloria y honor de nuestra patria. Antes de ver desgarrado y humillado nuestro suelo, deje de latir nuestro corazón en el campo de batalla. ¡Viva el Perú!"

Un prologado y estruendoso eco surgido de las garganta de 1400 héroes, respondió en el llano de Tres Ríos. Y acto seguido, el General procedió a tomar juramento de lealtad frente a los estandartes de todos y cada uno de los batallones. Fue aquel un momento supremo, que llevaría presente los combatientes breñeros llegada la hora de la prueba en el combate."¡Vencer o morir!", fue la consigna proclamada sagradamente por la enfervorizada hueste patriota, en medio de sones marciales y un entusiasmado agitar de banderas. Poco a poco volvería la calma, pero la inquietud retornaría por la noche, en la que hasta el hambre pudo menguarse efectuando los preparativos para la marcha final.

Cáceres, inmediatamente despachó una comisión para reconocer las posiciones enemigas en la ciudad de Huamachuco, la conformaron el secretario Rodriguez, el comandante La Combe y el ingeniero Eléspuru, quienes atravesaron la cordillera de Huaylillas y anduvieron más de legua a pie, por la cima del cerro Cuyulga, que permitía la vista panorámica de la ciudad y la Llanura de Purrumpampa. La comisión de reconocimiento regresó a la localidad de Tres Ríos siendo las 20:00 horas, informando que el enemigo continuaba acantonado en la ciudad de Huamachuco. Esa noche, los combatientes breñeros apenas comieron un pan y un poco de cancha, proporcionado por los escasos pobladores de los contornos.

TROPAS CHILENAS EN MOLLEPATA SANTIAGO DE CHUCO EL CORONEL GOROSTIAGA ESCAPA A HUAMACHUCO 1883

El día lunes 2 de julio en el distrito de Mollepata, Santiago de Chuco, el despliegue realizado por el coronel Alejandro Gorostiaga, hizo pensar al personal bajo su mando, que en este lugar aceptaría el combate, según consta en varios testimonios, así lo creyeron sus oficiales y tropas.

El día martes 3 de julio, en horas de la mañana, el jefe chileno convocó a una junta de guerra, ante el cual impuso el criterio de continuar la contramarcha con destino al distrito de Huamachuco, fundamentó su parecer en el hecho de poder obtener refuerzos más al Norte, sabiendo que un batallón al mando del mayor Sofanor Parra se acercaba a Angasmarca, mientras que las tropas salidas desde la ciudad de Trujillo deberían estar próximas a Santiago de Chuco; además, estaban los adeptos al traidor Miguel Iglesias en Cajamarca, que podían intentar cubrirles la retaguardia, conteniendo a las guerrillas patriotas que se creía estacionadas en Cajabamba. Hubo acuerdo unánime para eludir combate y para proseguir la retirada con destino a Huamachuco, porque convencidos ya de que el Coronel Marco Aurelio Arriagada había defeccionado, contramarchando a sus tropas con destino al Centro del Perú, los jefe chilenos veían con creciente temor a las tropas peruanas que le pisaban los talones. Pasaron la noche en la localidad de Tulpo, y a la mañana siguiente continuaron el desplazamiento con destino a la hacienda Angasmarca, donde se les unió el batallón de 500 hombres al mando del mayor Parra procedente de la ciudad de Trujillo. Tuvieron allí un ligero descanso, las tropas chilenas ya sumaban 1500 hombres.

El día miércoles 4 de julio, siendo las 06:00 horas, las fuerzas chilenas prosiguieron el desplazamiento con destino a la localidad de Tres Ríos, próximo al distrito de Huamachuco, a donde llegaron siendo las 14:00 horas. Alejandro Gorostiaga viendo que el terreno era una posición militar conveniente; por ende, concedió descanso a su personal. Ya se sentía fuerte con los refuerzos de 500 hombres del mayor Sofanor Parra que se había unido procedente de la ciudad de Trujillo, las fuerzas chilenas ya sumaban en total 1500 hombres.

El día martes 3 de julio, siendo las 20:30 horas, la vanguardia patriota, comandada por el jefe superior del Norte, Jesús Espiritu Elías y los secretarios Rodriguez y De los Heros, a quienes acompañaba el escuadrón Húsares al mando del señor teniente coronel José cabrera, entró en el distrito de Mollepata, donde recibieron información detallada del enemigo que se había retirado del pueblo poco antes "con el objeto de proteger al General Miguel Iglesias de cualquier ataque". Tal fue la versión del mismo Coronel Gorostiaga, de esta manera justificó su huida. Desde Mollepata se enviaron chasquis a los hermanos Fernando y José Porturas, propietarios de la hacienda Angasmarca, solicitando información detallada sobre el paso del enemigo.

En la mañana del 4 de julio, conforme lo acordado el día anterior, el coronel Recavarren movió a las tropas a su mando con destino a Pallasca, en las mismas horas también el Ejército del Centro avanzaba con destino al distrito de Mollepata. Cáceres entró en este pueblo siendo las 17:00 horas, pero su ejército quedó acampando en Pampas. Los Hermanos Porturas llegaron también a Mollepata, junto con otros patriotas, ofreciendo precisos informes sobre la retirada del enemigo con destino a la localidad de Tres Ríos. El General ordenó entonces que tanto las fuerzas de Recavarren como las del Centro pasara a concentrarse en la localidad de Tulpo. Esa misma noche los hermanos Porturas y Rodriguez jefaturaron una patrulla de reconocimiento, que volverían al día siguiente con la noticia de que Gorostiaga continuaba la retirada hacia Huamachuco. Informó asimismo haber tomado conocimiento de que una fuerza de más de 500 chilenos se acercaba por el camino de la Costa a Santiago de Chuco. Cáceres envió exploradores a este pueblo con la misión de averiguar el número exacto del enemigo.

El día jueves 5 de julio, en horas de la madrugada, el coronel Alejandro Gorostiaga dejó la localidad de Tres Ríos, atravesando la gran pampa de Yamobamba hasta alcanzar las primeras posiciones del paraje de Colpa, pernoctó en ese punto y a la mañana siguiente cubrió el tramo de un kilómetro que lo separaba del distrito de Huamachuco, esperando con impaciencia los refuerzos del comandante Herminio Gonzales procedentes de la Costa, principalmente de las zonas de Trujillo y Pacasmayo. Inmediatamente ocuparon las fortificaciones pre Inca del monumento arqueológico del Marka Huamachuco ubicado en el cerro Sazón.

En la mañana del día jueves 5 de julio de 1883, el ejército patriota llegó a la localidad de Tulpo, "hacienda desprovista de forraje y toda clase de recursos". Por la tarde, el General Cáceres, acompañado de Jesús Elías, Recavarren, Mujica, Fuentes, secretarios, ayudantes y escolta, pasó a la hacienda Angasmarca, donde recibió a los exploradores enviados a Santiago de Chuco. Supo por ellos que las fuerzas chilenas que se aproximaban provenientes de la Costa sumaban 710 efectivos al mando del comandante Herminio Gonzales, con 5 piezas de artillería, buena cantidad de municiones y vestuario de repuesto. Se comprobó que se trataba del batallón salido desde la ciudad de Trujillo al mando del Comandante Herminio Gonzales, que en el trayecto había recibido refuerzos enviados desde otras guarniciones chilenas del litoral. Poco después fue interceptado un correo chileno, confirmando que Gonzales marchaba con destino al distrito de Huamachuco para reunirse con las fuerzas del coronel Gorostiaga. 

El 7 de julio, recibido los refuerzos procedentes de las guarniciones de Trujillo, Chiclayo y Pacasmayo, la división chilena acantonada en el distrito de Huamachuco alcanzó un efectivo de 2210 hombres de las tres armas (infantería, artillería y caballería), adecuadamente equipados y armados con fusiles de última tecnología. Aparentemente ello devolvió la tranquilidad al coronel Alejandro Gorostiaga, de forma tal que preparó psicológicamente a sus tropas, levantando los ánimos, ante la inminencia del choque decisivo con la fuerzas peruanas. Así lo relató el corresponsal de guerra chileno: "Reunidos ya todos, nos sentimos fuertes con el refuerzo recibido y no se tuvo temor alguno de sorpresas de la tropa peruana que pudiera venir en contra nuestra.

domingo, 24 de junio de 2018

"EL REPASE" ASESINATO DE SOLDADOS Y CIVILES HERIDOS DEL PERÚ DURANTE LA GUERRA CON CHILE (1879-1884)

La Guerra del Pacífico (1879-1884), conflicto que enfrentó a la república de Chile con las del Perú y Bolivia. Presenta la imagen de un soldado chileno, armado con un fusil Gras con bayoneta, a punto de ultimar a un soldado peruano herido que es auxiliado por una “rabona” a la que acompaña un niño. El procedimiento de aniquilamiento a los soldados y civiles heridos peruanos fue practicado por las tropas del Ejército de Chile en cumplimiento de las órdenes de su Comando, principalmente de Patricio Lynch, comandante en jefe del Ejército de ocupación que impartía las ordenes desde el palacio de gobierno de Lima, Perú. Consistía en ultimar a los soldados y civiles heridos a la terminación de los combates, así como ocurrió en la batalla de Huamachuco el 10 de julio de 1883, donde más de 380 heridos fueron asesinados mediante el "repase", principalmente en las extensas pampas de Purrumpampa. Este tipo asesinato (ensañamiento) era cometido mediante el uso de la bayoneta o con el denominado cuchillo corvo, puñal para degollar que utilizaba las tropas del ejército de Chile.

El corresponsal de “El Mercurio” de Valparaíso, señor Eloy T. Caviedes, describió el crimen del repaso en los siguientes términos: "Los soldados chilenos son por instinto feroces y carniceros; no se satisfacen con ver muertos a sus enemigos; creen que se hacen los muertos, y para dejar bien muertos a los muertos, terminada la batalla recorren el campo, y ultiman a los heridos... A este acto de barbarie casi increíble, le dan el nombre de repaso (merienda) y de ello se jactan..." (Paz Soldán 1884, 477).

Escribe: Alfonso Bouroncle Carreón.

"La soldadesca de Alejandro Gorostiaga, después de la batalla se dedicó a depredar y destruir la ciudad de Huamachuco. Para mostrar lo que sucedió, copiamos algunos párrafos de la obra "La batalla de Huamachuco y sus desastres", escrita por Abelardo M. Gamarra "el Tunante", obra presentada por el editor en las "Memorias de Cáceres": (188) .

"Para pintar los horrores de la implacable crueldad de los soldados chilenos nos bastará citar las siguientes palabras textuales de don Raimundo Valenzuela, chileno, autor de un libro titulado "La batalla de Huamachuco" (Santiago, Imprenta Gutemberg, 1885), que dice, hablando de la persecución de los fugitivos: "Duró esta como hasta las nueve de la noche. En el delirio de la persecución no perdonaban a nadie: enemigo alcanzado era enemigo muerto". Lo que quiere decir que repasaron a los heridos que habían quedado fuera de combate, que ultimaron despiadadamente a los que se rendían y que fusilaron a jefes y oficiales, dignos por mil títulos de respeto, de quienes en verdad fueran hidalgos; pero no, esa carnicería espantosa eternamente llevarán sobre sí los chilenos que pelearon en la batalla de Huamachuco. Las escenas que pasamos a describir, y de cuya autenticidad a Dios ponemos por testigo. La hora del infortunio había sonado.

Una a dos de la tarde del martes 10 de julio de mil ochocientos ochenta y tres. Durante los tres días del sangrante reñir, casi todas las principales familias, y no pocas de las del pueblo, habían, como hemos dicho, abandonado la población: dos o tres, a lo más, de las primeras, vieron llegar el terrible momento, y no tuvieron ni tiempo para huir, ni encontraron un lugar donde refugiarse. Como volcán que estalla y derrama su lava sobre la campiña, desde la cumbre del cerro Sazón se lanzó sobre la ciudad la soldadesca desenfrenada, semejante a los bárbaros del siglo V, en los pueblos que conquistaban; aullando como jauría de perros, más que dando gritos de triunfo, en grupos armados se esparcieron los chilenos por toda la ciudad y sus suburbios, rompiendo a culatazos cuanta puerta encontraban cerrada, después de descerrajar a tiros de rifles en las chapas, e incendiando las casas de los que habían colaborado con las fuerzas de Cáceres.

Olvidando todo sentimiento humanitario, solo hablaba en aquellos feroces y crueles hombres el instinto del bruto; sus rostros mismos, bañados por el sudor, embadurnados con el polvo de la refriega y muchos salpicados con la sangre peruana, presentaban, según refieren testigos presenciales, aquel aspecto patibulario de los descamisados del 93, o de los salvajes compañeros de Atila. Ebrios por el licor, por lujuria y la codicia, acuchillando moribundos, "repasando" a los heridos, lanzando gritos, destrozando cuanto encontraban; era aquello como danza infernal, en la que el horror del asesinato, las imprecaciones del asesino y el clamor de las víctimas, se mezclaba la algaraza de la lubricidad.

—"¿Dónde está la plata?" era la primera pregunta, de aquellos criminales autorizados.

—Señor, soy una pobre, respondía alguna infeliz anciana. —"Mientes, vieja bruja, entrégame la plata si no quieres morir" y la boca del rifle tocaba el pecho de la desventurada. — ¡Por el amor de Dios!—"Muere vieja ladrona", y el soldado arrojándola por el suelo, penetraba hasta el último rincón de la casucha; rompía los baúles, tomaba todo lo que era de valor, pasando a otra casa a repetir la misma escena, y así no hubo una sola de la ciudad que se librara del saqueo.

Indescriptible era el cuadro que presentaba cada casa: puertas hechas pedazos, baúles destrozados; objetos que no eran de valor rodando por el suelo en fragmentos; manchas de sangre en las paredes; cadáveres de infelices ancianas, ancianos, de indefensos inválidos, tendidos en los corredores o en medio de las habitaciones; mujeres desmayadas o semimuertas, víctimas de horribles violaciones en actitudes vergonzosas.

Las infelices subían a los tejados a ocultarse, las seguían los soldados: se arrojaban al suelo desde lo alto, prefiriendo la muerte a la deshonra, y sobre caídas y exánimes, como sobre cadáveres, se lanzaban los que no habían subido tras ellas, y las violaban.

Ebria la mayor parte de aquella infame soldadesca asesinaban por placer, robaban y cometían violaciones lanzando carcajadas bestiales. Ni el templo se libró del ultraje: rompieron a balazos las cerraduras, de igual modo las de los Tabernáculos, despojaron de sus alhajas a los altares y las imágenes, dejando pisoteados y por el suelo las vestiduras de los santos.

Todas las casas, desde la de Dios, hasta la del último ciudadano, fueron profanadas en tan criminal feria; unos entraban y otros salían, para facilitar su robo llevaban a los indios con alforjas al hombro en las que conducían a sus cuarteles cuantos objetos juzgaban de valor, y así, la población quedó barrida.

Los siete pecados capitales, en traje militar, celebraron su fiesta durante cinco días consecutivos. Nada fue perdonado, ni la criatura de once años, ni la anciana de ochenta: muchas desgraciadas murieron a consecuencia del acto criminal en ellas cometido; y por lo que hace a sangre fue vertida entre la de muchos, tomados caprichosamente por montoneros, la de setenta y dos ancianos, inválidos la mayor parte de ellos, por sus achaques, algunos miserablemente degollados.

De entre esos infelices recordamos a los siguientes... (sigue la relación de múltiples nombres). Todos estos fueron victimados con una alevosía inexplicable, y, nada clamará más al cielo, eternamente, como el asesinato de esos setenta y dos, que en vano levantaron sus manos juntas implorando misericordia. La casa del rico y la casucha del más pobre, todo cayó bajo el saqueo de los insaciables chilenos. Tal y tan grande fue esto que multitud de familias quedaron en la mendicidad, muchas sin más camisa que la que llevaban en el cuerpo, sin un plato en qué comer, ni menos un mal pellejo que pudiera servirles de cama. Casas hubo después del saqueo, que parecían no haber sido habitadas jamás; y que únicamente por tener techo se podían diferenciar de las ruinas incaicas.

A la llegada de la noche era Huamachuco semejante al cadáver de un mendigo, y avaluando "tan solo" lo que en dinero, alhajas y especies de valor se perdió en el saqueo, se calcula un millón de soles de plata. Todas las tiendas de comercio quedaron completamente escuetas: sin más que el entablado de sus pavimentos y destrozadas por completo sus puertas, parecían, vistas a la distancia, bocaminas; entre tanto, cada cuartel era una aduana". 

viernes, 8 de junio de 2018

TRABAJO SILENCIOSO Y PELIGROSO DEL SOLDADO EN LAS ELECCIONES MUNICIPALES Y PRESIDENCIALES EN PERÚ

El distrito de Llama es uno de los ocho distritos de la provincia de Mariscal Toribio de Luzuriaga, ubicada en la zona Sierra del departamento de Ancash. Desde Piscobamba, capital de la provincia, hay una distancia de 80 kilómetros y la carretera es trocha angosta carrozable. Limita con los distritos de Eleazar Guzmán Barrón y el distrito de Musga. Este hermoso distrito de clima templado, cuenta con ocho caseríos, en su mayoría sus pobladores son campesinos quechua hablantes y semi analfabeto que desde los tiempos ancestrales por tradición y costumbre chachan la sagrada coca o cuca, y para el sustento de sus familias se dedican a la pequeña agricultura y pequeña ganadería, principalmente se dedican a la crianza de ovejas, vacas, equinos, burros, chanchos y aves; en las partes bajas siembran principalmente el maíz, en las zonas altas siembran la cebada, trigo, papa, oca, olluco.

En las elecciones presidenciales del Perú del año 2006 que se realizaron el domingo 9 de abril (primera vuelta) y el domingo 4 de junio (segunda vuelta), salió ganador el doctor Alan García Pérez (segundo periodo), para estas elecciones estuve de servicio en el distrito de Llama, al mando de un cabo SMV y un soldado SMV recluta que aún no había hecho ejercicio de tiro con su fusil FAL, es decir nunca había disparado siquiera un cartucho. En total participamos 3 efectivos del Ejército y un efectivo de la Policía Nacional de Perú. Son 72 horas de servicios sin descanso. En las noches el policía permanecía junto al personal de la ONPE, además cuidaba las ánforas, era su total responsabilidad. Un elemento del Ejercito, armado con fusil FAL permanecía de servicio en la puerta principal del local de votación, relevado cada tres horas, mientras el otro elemento del Ejército permanecía como reten, sentado en una banca en condiciones de actuar ante un peligro; el mando, en este caso mi persona, permanecía como oficial de guardia durante todo la noche, controlado al personal de Tropa, toda la noche permanecimos sin dormir. En estos tiempos la Ley Seca de 48 horas, antes de las elecciones es puro cuento, la gente hasta el mismo día de las elecciones está bebiendo en las cantinas y en los locales partidarios, nadie respeta la ley ni las recomendaciones de las autoridades, no se puede controlar por falta de personal militar y policial, además no se les puede detener, a partir del año 2000 a este tipo de problemas nos llevó la escasez del personal de Tropa en los batallones de combate. En este tipo de misiones el reducido personal militar que custodia los locales de votación está expuesto a muchos riesgos, sobre todo de ser atacado por subversivos, delincuentes comunes o por los civiles en pugna por el sillón municipal. 

Desde el 28 de julio del año 1990, el puesto de la alcaldía en los andes del Perú se convirtió como si fuera un botín, sobre todo en las zonas donde hay aporte de millones de soles del Canon Minero de las grandes Empresas Trasnacionales dedicados a la Minería a tajo abierto. En el departamento de Ancash, los alcaldes distritales y provinciales tienen un sueldo de acuerdo a la cantidad de electores en sus respectivos provincias y distritos, por ejemplo, en el distrito de Llama donde no hay el aporte de Canon Minero, el alcalde por sus servicios recibe un sueldo de S/2100.00 Soles, un vehículo con chófer y elementos de seguridad y anualmente mueve un presupuesto de Un Millón Doscientos Mil Soles (S/1,200.000) Soles entregados por el Estado para ejecutar obras. Por otro lado, el alcalde del distrito de Chavín de Huántar, que tiene mayor cantidad de caseríos y mayor cantidad de electores, recibe de parte del Estado el sueldo de Cinco Mil Soles (S/ 5000.000), además recibe un vehículo con chofer y también elementos de seguridad, mueve un presupuesto anual de Sesenta Millones de Soles (S/60, 000.000), distrito que se beneficia con el aporte económico del Canon Minero de la Empresa Antamina. El alcalde del distrito de San Marcos, recibe de parte del Estado el sueldo de Cinco Mil Soles (S/ 5000.000), además recibe un vehículo con chófer y también elementos de seguridad, mueve un presupuesto anual de Doscientos Cincuenta Millones de Soles (S/250, 000.000), distrito más rico del Perú, que recibe el mayor aporte económico por concepto de Canon Minero de la Empresa Minera Anta Mina. Como es de conocimiento general, hasta antes del año 1990, los alcaldes distritales y provinciales a nivel nacional cumplían sus funciones casi ad honoren, no tenían sueldo, no tenían un vehículo del Estado con chófer, no tenían elementos de seguridad y otros beneficios que hoy los tienen, sobre todo no existía corrupción y el cobro del 10 % por las obras "sin mover ni un solo dedo"; pero hicieron muchas obras, los alcaldes honorables sin sueldo cumplieron sus funciones en total austeridad, trabajando en paz, al servicio del pueblo que les daba sus votos, es decir había vocación de servicios. En estos últimos tiempos a más beneficios que les otorga el Estado, los alcaldes de hoy, por amor al dinero fácil se involucran en actos de corrupción y normalmente sus delitos quedan impunes, por el soborno que reciben los podridos jueces y fiscales que administran justicia en el Perú. En estos tiempos por el dinero que se maneja en las Municipalidades como en el distritos como San Marcos compiten más de 15 candidatos para ocupar el sillón de la comuna; por ende, hay peleas, asesinatos, quema de ánforas. 

El grueso poblacional del Perú lo conforman pobladores casi en su totalidad semi analfabetos que cada cierto tiempo son arriados a las urnas como borregos, este personal no sabe nada de la tan mentada democracia, para ellos la democracia es la pollada y las pachamancas que les preparan los candidatos al sillón municipal, antes, durante y después de la votación. Los electores almuerzan bien el suculento pollada y su pachamanca, luego se presentan a dar su voto, después de emitir sus votos retornan al pseudo local partidario donde les reparten licores de todo tipo y harta coca por su lealtad y compromiso con el candidato, ahí se emborrachan y están listo en espera de los resultados, si su candidato favorito pierde, es seguro que atacaran el local de la votación y destruirán las ánforas. La democracia en el Perú funciona así. La democracia equivale a un plato de pollada de los potenciales candidatos al sillón municipal entregados a sus leales electores y también equivale a un plato de plástico que reparte en los andes, el congresista más votado del Perú, Kenji Gerardo Fujimori Higuchi. ¿Este es la tan mentada democracia que tanto defendemos bajo este sistema político?.

El ingeniero Alberto Kenya Fujimori, durante su tercer periodo de gobierno (28 de julio del 2000 - 21 de noviembre del 2000), el 29 de setiembre de 1999, promulga el Decreto Ley N° 27178 (Ley del Servicio Militar Voluntario), desapareciendo el Servicio Militar Obligatorio en las Fuerzas Armadas. Durante los sucesivos gobiernos “democráticos” del doctor Valentín Paniagua Corasao, doctor Alejandro Toledo Manrique, doctor Alan García Pérez y Ollanta Humala Tasso, la clase política atacó principalmente al personal de Ejército. Como venganza, a nivel nacional comenzaron vender los cuarteles del Perú y redujeron por completo los efectivos de Tropa en los Batallones de Combate de 600 hombres a menos de 70 hombres. Desde el año 2000 a la fecha los batallones de combate a nivel nacional permanecen con efectivos de Tropa SMV que oscila entre 50 a 70 hombres, bien uniformados, pero mal entrenados, esto debido a la falacia del Servicio Militar Voluntario que ha fracasado. 

En el primer periodo de gobierno (28 de julio 1990 -  28 de julio de 1995) el ingeniero Alberto Fujimori, a todos los alcaldes a nivel nacional les asigna un sueldo por sus funciones, además para su movilidad personal le entrega un vehículo nuevo con su respectivo chófer y elementos de seguridad. En el año 2002 el suboficial del Ejército Macario Rojas Reyes, es dado de baja de las filas del Ejército por deficiencia académica y por no aprobar el examen de esfuerzo físico, ese mismo año el mencionado suboficial se presenta como candidato a la alcaldía del distrito de Ranrahirca, Yungay y gana las elecciones y ocupa el sillón municipal. Para el año 2003 como alcalde, este ex suboficial llegaba al cuartel en moderno vehículo de la municipalidad, con su respectivo chófer y dos hombres de seguridad, como autoridad local coordinaba directamente con el Comandante del Batallón, en otras fecha llegaba con su equipo de fulbito y se armaba partidos, como mínimo había apuesta de seis cajas de cerveza con su respectivo ceviche, en otras fecha íbamos como invitados al distrito de Ranrahirca, como es normal en este tipo de reuniones, después del partido de fulbito, el alcalde y su cuerpo de regidores corrían con todos los gastos. La pachamanca de tres sabores y la cerveza helada estaba asegurado para todos los presentes. 

El 22 de noviembre del 2000, asume el cargo como Presidente Transitorio de la República, el doctor Valentín Paniagua Corasao. Desde las primeras semanas del mes de enero del año 2000 hasta el año 2006, en tres oportunidades llegaron a las instalaciones del Batallón de Ingeniería de Combate Motorizado N° 32, acantonado en el distrito de Caraz, Huaylas, el personal de La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH) y personal de la Defensoría del Pueblo. La última reunión con este personal fue un mes antes de las elecciones municipales del mes de noviembre del año 2006, en esta reunión nos impartieron diversas charlas relacionado al uso de las armas y trato con el personal civil, prácticamente nos conminaron para no emplear las armas, así nuestra vida este en completo peligro. Una dama represente de los Derechos Humanos, nos dijo lo siguiente: "Señores, en caso de ser atacado los locales de votación no hagan uso de las armas, hasta en las peores situaciones, preferible entreguen sus armas antes de emplearlas, si alguien muere como consecuencia de disparos de armas de fuego, el jefe de patrulla y el que disparó irá preso". En ese momento el personal militar de todos los grados permanecía reunido en el comedor del personal de Tropa, todos permanecían sin opinar en completo silencio, por lo que intervine manifestando lo siguiente: "Señora, ordene inmediatamente para no llevar los fusiles, porque de nada nos va servir ante un peligro, sobre todo ante un ataque a los locales de votación"; en ese momento como respuesta nuevamente la dama dijo: "Señores están advertidos, no disparen, que si alguien muere, prácticamente serán denunciados, irán preso". 

En el distrito de Llama, durante las dos Elecciones Presidenciales del año 2006, llegué a tener amistad con algunos civiles entre ellos había algunos profesores, futuros candidatos para ocupar el sillón municipal en este distrito. En los distritos de la zona Sierra existe mucho odio entre los candidatos, unos a otros se atacan de ladrón y corrupto. En aquella oportunidad uno de los profesores me dijo lo siguiente: "Jefe, como amigo te digo, ya no regreses para las elecciones municipales, porque aquí va a correr mucha sangre"; por ende, como quedé advertido, para las elecciones municipales del mes de noviembre de dicho año ya no retorné a este conflictivo distrito. La fecha que organizaron el personal en el Batallón, al Oficial S-3 le solicité rotación, mi pedido fue aceptado, me nombraron para resguardar el local de votación en el distrito de Piscobamba, capital de la provincia del Mariscal Toribio de Luzuriaga.

En el distrito de Llama, muy atrasado en todos los aspectos, en las elecciones municipales del 19 de noviembre del 2006, un profesor muy cuestionado como corrupto, se presentó como candidato a la reelección, quién empleando a los votantes con cambio de domicilio contratados mediante un pago denominados "golondrinos" trasladados desde la ciudad de Lima y desde la ciudad de Huaraz, había ganado las elecciones por tercera vez; como respuesta por esta reelección de un alcalde muy cuestionado por corrupción, los enardecidos pobladores de todas las edades empleando piedras y palos atacaron el local de votación; al efectivo de la Policía Nacional que se encontraba de seguridad sin armas en la puerta principal del local, el grupo violentista lo cogió y lo aventó por el acantilado como si fuera un papel, ingresaron al local de votación más de 500 civiles entre hombres y mujeres, instantes que los tres efectivos del Ejército escaparon por los cerros para evitar ser linchados, de esta manera también evitaron que le arrebaten sus armamentos y municiones. El grupo violentista quemó todas las ánforas y les perdonó la vida al personal de la ONPE. En tiempos antiguos el soldado, físicamente y mentalmente se encontraba entrenado y preparado para emplear las armas en este tipo de situaciones, como es lógico, de cuantos muertos hubiéramos hablado. 

En el distrito de Chavín de Huántar, provincia de Huari, en las elecciones municipales del 19 de noviembre del año 2006, finalizado la votación, pobladores enardecidos de tres mil personas; en su mayoría armados con rejones de metal, palos y piedras, atacaron el local de votación, quemaron las ánforas y asesinaron a dos soldados del Servicio Militar Voluntario perteneciente al Batallón de Infantería Motorizado "Juan Hoyle Palacios" N° 6, acantonado en la ciudad de Huaraz; al día siguiente a los fallecidos los encontraron al pie del cerro Shallapa con sus fusiles sobre el pecho. No detectaron responsables, por estas muertes nadie fue detenido, nadie está en la cárcel. 

En el distrito de Huallanca, provincia de Huaylas, en las elecciones municipales del 19 de noviembre del 2006, iniciando la votación, civiles violentistas de trescientas personas entre hombres y mujeres, atacan el local de votación empleando piedras y palos, quemaron las ánforas, le quitan la ametralladora UZI al Técnico del Ejército Arturo Honores Jaramillo y además lo amarran a un poste, un mayor del Ejército y un efectivo de la policía fue depositado en un aula bajo candado. Por la cercanía al distrito de Caraz, inmediatamente enviaron personal de refuerzo. Los tres detenidos fueron rescatados por personal del Ejército y de la Policía Nacional que se encontraba como reserva en la guarnición del distrito de Caraz. Nadie fue detenido ni denunciado según la tan mentada democracia. 

En el distrito de Fidel Olivas Escudero, que forma como uno de los ocho distritos de la provincia de Mariscal Luzuriaga, durante las elecciones municipales del 19 de noviembre del 2006, finalizado la votación, grupos violentistas de enardecidos pobladores, mas de trescientas personas, atacan el local de la votación empleando para sus propósitos palos y piedras y queman las ánforas. En la oscuridad el efectivo policial se perdió en los cerros y el personal del ejército perteneciente al Batallón de Ingeniería Motorizado N° 32 de Caraz,  conformado por tres efectivos, un suboficial y dos elementos de Tropa escapó a toda velocidad para evitar ser linchado. 

En el distrito de Pachapaqui, provincia de Bolognesi, durante las elecciones municipales del 19 de noviembre del 2006, finalizado la votación, grupos violentistas de enardecidos pobladores aproximadamente de quinientas personas, atacan el local de la votación y queman las ánforas, el reducido efectivo de personal militar y policial también escapó por los cerros para evitar ser linchados. Casos como estos ocurrieron a nivel nacional en el año 2006, y siguen ocurriendo hasta el día de hoy porque el soldado está impedido de emplear las armas que la patria y el Estado le entregó para su defensa. 

Desde el año 1990 la clase política corrupto y traidor y algunos periodistas, realizan una campaña de ataque sistemático hacía las Fuerzas Armadas, como una forma de venganza de lo ocurrido entre los años de 1980 hasta el año 2000 (Guerra Contrasubversiva). Los presidentes pseudo democráticos de hoy solo representan la corrupción y con el cuento de la democracia defienden a este sistema político podrido, al mismo tiempo buscan por todos los medios vengarse de los militares, siempre atacando mediante una acción psicológica en complicidad con algunos medios de comunicaciones para la reducción total del personal de Tropa; por ende también reduciendo el presupuesto de las Fuerzas Armadas hasta su mima expresión, para que se desnaturalice el trabajo y la misión tradicional de los uniformados hasta convertirlo en un Ejército no digno a los intereses de la patria. 

En este país, los políticos, jueces y fiscales son el problema, no los militares, la crisis social y la corrupción generalizada la cometen los civiles, funcionarios del Estado, que viven bien vestidos y bien perfumados, pero con el cartel de corruptos y traidores a la patria.