viernes, 24 de abril de 2020

COMBATE DE YUNGAY 25 DE ABRIL DE 1,885 ENTRE LAS FUERZAS DE MIGUEL IGLESIAS Y CAMPESINOS DE ANCASH

Después de la firma del tratado de Ancon, firmado el 20 de octubre de 1884, el General Miguel Iglesias Pino, en su condición de flamante presidente Regenerador del Perú impuesto por las armas de Chile, apoyado por los traidores, inmediatamente nombró autoridades políticas a nivel nacional, las prefecturas y las subprefecturas es ocupado por militares adeptos al traidor de Cajamarca. 

El 6 de noviembre 1984 llegó a la ciudad de Huaraz, capital del departamento de Ancash, el coronel de infantería Francisco Javier Noriega, nombrado por el gobierno como prefecto, quien al día siguiente de su llegada (7 de noviembre), influenciado por el Gobernador José C. Collazos, dio una orden prefectural para que se presentaran a la prefectura y luego desocuparan la ciudad, en el perentorio término de 24 horas, todos los ciudadanos del bando caceristas entre ellos se encontraban muchos ex combatientes de la batalla de Huamachuco que se encontraban escondidos en la ciudad de Huaraz, pues había orden de captura para todos los sobrevivientes, ordenado por el Jefe de la ocupación chilena Patricio Lynch y el gobierno de Iglesias; entre los buscados se encontraba el coronel Francisco de Paula Secada (jefe del estado mayor del Ejército del Centro en Huamachuco), Comandante Barahona, capitán Luis Felipe Montrestruque (secretario de la comandancia del Ejército del Centro), además muchos oficiales, personal de tropa y civiles patriotas. 

Finalizado la guerra con Chile (1879 – 1884). En el año de 1885, el gobierno del General traidor a la patria Miguel Iglesias Pino, le aplicó al empobrecido campesino del departamento de Ancash, el pago mensual como contribución personal de dos soles plata (cupo) y trabajo obligatorio gratuito en obras públicas a favor del Estado peruano. Desde el 21 de julio de 1821, la situación del campesinado no había cambiado, continuo el abuso de los terratenientes, grandes hacendados y todos los grupos de poder de aquellos tiempos, originado la revolución campesina liderados por el alcalde del caserío de Marian Pedro Pablo Atusparia y el minero Pedro Cochachin de la Cruz.

En la revolución participan muchos oficiales y tropa cacerista, sobrevivientes de la batalla de Huamachuco. El secretario general de la sublevación, el capitán Luis Felipe Montrestruque, en vista del retraso de las huestes campesinas en el distrito de Carhuaz por culpa del prefecto Manuel Mosquera, ordenó la rápida marcha de otro contingente de campesinos al distrito de Yungay comandada por Pedro Pascual Guillen, Manuel Granados y Ángel Baylón. las fuerzas de vanguardia de campesinos, sigilosamente en la madrugada de ese día habían coronado los cerros cercanos a la ciudad: " Aurahirca","Mishinaqui", y "Atma"; por el lado del llano tomaron sus posiciones en "Shullucoto" para tomar el puente que estaba a la altura del hospital San Ignacio.

El combate se inició al rayar la aurora, cuando las huestes campesinas abandonaron sus posiciones de las cimas y emprendieron el descenso para atacar a las fuerzas iglesistas al mando del coronel Manuel Calligros Quiroga y del prefecto coronel José Iraola que se encontraba en la ciudad de Yungay. El principal objetivo de los campesinos caceristas había sido tomar por asalto los cuarteles "El Porvenir" que se encontraba en la calle El Perú, llamado mas tarde 9 de Diciembre y el cuartel "La Santa" ubicado en la calle Río de la Plata, denominado después, 28 de Julio.

El prefecto iglesista en su comunicación del 29 de abril al Ministro de Guerra y Marina, expresa: "Las tropas que habían llegado a esta, fatigadas y descalzas, no pudieron sin embargo reposar largo tiempo, pues al amanecer del 25, fuimos sorprendidos por un recio ataque de todas las fuerzas campesinas que acaudilla el doctor Mozquera, cuyo número es ese día calculo en 5,000 efectivos y de ellos como doscientos perfectamente armados. Después de cuatro horas de tenaz lucha se les puso en completa fuga".

El sargento mayor Isidoro Salazar, a su vez, en parte dirigido al comandante en jefe de la División Expedicionaria, señala: "que en número de 6,000 campesinos, poco más o menos con unos 400 rifles de gran precisión de diferentes sistemas, así como hondas, piedras, rejones y palos, confesión que hicieron los combatientes caceristas tomados como prisioneros en este combate; pero dada las órdenes por vuestra excelencia para librar un nuevo combate y debido al empuje de las cuatro companías de policía y el batallón Artesanos, después de las tres horas de lucha quedó el campo en poder de las fuerzas del gobierno, poniendo en vergonzosa derrota a los campesinos que se refugiaron en el distrito de Mancos, distante una legua en donde se encontraba el grueso de sus combatientes que pasaban el efectivo de 10,000 hombres y dejando la campiña entre los sectores de Yungay y Mancos sembradas de miles de cadáveres y heridos, no pudiendo tener un número fijo por haber quedado éstos en los maizales y montes de dicha campiña.

Relacionado al primer día de combate el coronel Calligros, escribio: "La Guardia Urbana, conformado por blancos y mestizos de Yungay y Caraz, cumplió su deber defendiendo la posición que se le encomendó, con sus acciones el prefecto ha quedado muy satisfecho así como el resto del vecindario, pues todos los combatientes eran asistidos con recursos necesarios. Si los campesinos hubieran tenido 500 rifles, convenientemente municionados, quizás el éxito del combate habría sido suyo, pues en todo momento valor y decisión les ha sobrado".

La recia lucha estuvo e las calles de la ciudad, donde los campesinos lograron penetrar con la intensión de soprprender los cuarteles, pero la superioridad en las armas de fuego y la valiosa ayuda de la población blanca y mestiza yungayina que llegó a convertir su casa en una trinchera aliada para las fuerzas de Miguel Iglesias se impuso a la superioridad numérica en hombres que estaban pésimamente mal armados. Los campesinos, pese al entusiasmo y valor desplegados frente a 650 hombres bien armados y municionados, se vieron obligados a replegarse a su cuartel general, dejando en las calles y chacras cientos de muertos y heridos.

En esta acción, el capitán y ex combatiente de la batalla de Huamachuco Luis Felipe Montestruque que dirigía con acierto los primeros ataques del bando campesino, subió a una roca y cuando miraba las posiciones de las fuerzas del gobierno mediante un aparato óptico, cayó mortalmente herido por efectos de un disparo de un francotirador, inmediatamente fue trasladado al distrito de Mancos. Falleció tres días después. 
    

viernes, 10 de abril de 2020

LLEGADA DE FUERZAS PERUANAS Y CHILENAS AL DISTRITO DE OLLEROS HUARAZ CAMPAÑA DE LA BREÑA 1883

La historia del distrito de Olleros, Huaraz, se remonta a épocas prehispánicas, la zona fue parte del territorio de la cultura Chavín y Recuay. Luego pasó a los dominios del imperio incaico.

El 16 de octubre de 1933, el presidente de la república General Oscar Raymundo Benavidez Larrea, fundó el distrito de Olleros, mediante Ley N° 7859. Es uno de los doce distritos de la provincia Huaraz, ubicada en el departamento de Áncash. Sus límites son: Al Norte y Oeste, la provincia de Huaraz; al Sur, la provincia de Recuay; al Este, la provincia de Huari. 

Durante la tercera etapa de la Campaña de la Breña, en el mes de junio de 1883, el distrito de Olleros fue ocupado por las fuerzas patriotas del Ejército del Centro al mando del General Cáceres; luego, por las fuerzas chilenas al mando de los coroneles Marco Aurelio Arriagada y Juan León García. Ante el ingreso de las poderosas fuerzas chilenas al departamento de Ancash, los pobladores comenzaron a vivir momentos trascendentales de su historia; los políticos y las autoridades ya estaban divididos, algunos ancashinos le apoyaban al traidor Miguel Iglesias para firmar la paz con sesión territorial de Tarapacá, Tacna y Arica; otros preferían la resistencia y proseguir la guerra. En esta etapa de la guerra los grupos de poder económico, principalmente hacendados, grandes comerciantes, mineros, guaneros y muchos oficiales adeptos al traidor de Cajamarca se unieron a las fuerzas chilenas, es decir, chilenos y sus aliados peruanos comenzaron a formar el "Ejército Pacificador del Perú".

El 21 de mayo de mayo de 1883, desde Tarma, Junín, el Ejército del Centro inició el desplazamiento hacia el Norte del Perú con la misión de capturar al traidor Miguel Iglesias Pino, quien disolviendo al Ejército del Norte bajo su mando había entrado en negociaciones de paz con los jefes chilenos para la entrega de Tarapacá, Tacna y Arica. En esta etapa de la guerra, las poderosas fuerzas chilenas de quince mil (15,000) hombres se desplegaron en la costa desde el departamento de Ica hasta Paita en Piura y en las zonas de la Sierra desde el Centro del Perú, Ancash y Cajamarca; desde el Centro del Perú dos divisiones chilenas le perseguían a las disminuidas fuerzas patriotas, otras fuerzas chilenas venían por el Norte y el sector Oeste, por todos los frentes se aproximaban las fuerzas chilenas con la misión de cercarlo y aniquilarlos a las fuerzas de Cáceres en el distrito de Yungay. Por el Norte las fuerzas chilenas de 1500 hombres ya estaba en la localidad de Yuracmarca, Huallanca, al mando del coronel Alejandro Gorostiaga; por el lado Oeste las fuerzas chilenas de 600 hombres ya se encontraban en el distrito de Quillo, al mando del comandante Herminio Gonzales; por el sector Sur se encontraba en la ciudad de Huaraz una poderosa fuerza chilena de 3200 hombres al mando del coronel Marco Aurelio Arriagada Palacios. 

El 14 de junio de 1883, siendo las 17:00 horas, el Ejército del Centro al mando del General Cáceres de 2240 hombres de infantería, artillería y caballería; después de superar una penosa marcha desde el distrito de Chavín de Huántar llegó a la puna Arhuaycancha, jurisdicción del distrito de Olleros.  Desde el distrito de Chavín de Huántar recorrieron por la ruta del caserío de Chichucancha, Yanashallas, puna Shongo y Arhuaycancha, lugar donde pernoctaron bajo los rigores de un congelante frió sobre 4500 metros de altura sobre el nivel del mar.

El día viernes 15 de junio de 1883, en horas de la madrugada, el Ejército del Centro reanudó la marcha desde la puna Arhuaycancha con destino al caserío de Huaripampa. El grueso del Ejercito se trasladó hasta el caserío de Canray Chico, donde ocupó la hacienda del ciudadano francés Dupon Lapierre. Siendo las 11:00 horas el General Cáceres y su Ejército entraron al distrito de Olleros, donde sólo permanecieron una hora para consumo de rancho, que preparó el generoso y patriota pueblo. En horas de la tarde el grueso del ejército bajó desde el distrito de Olleros hasta el puente Bedoya y se desplazaron por el camino llano a la ciudad de Huaraz, presentándose durante el trayecto el jefe político y militar del Norte, don Jesús Elías; y el prefecto de la ciudad de Lima, don Elías Mujica.

El día día lunes 18 de junio en horas de la tarde la vanguardia de las fuerzas chilenas al mando del coronel Juan León García procedente del distrito de Chavín de Huántar llegó al distrito de Olleros, donde fue avistada por los exploradores patriotas enviados desde la ciudad de Huaraz, pero en el más calamitoso estado, tras cinco días de marcha forzada; mientras el grueso del ejército chileno al mando del coronel Marco Aurelio Arriagada Palacios, aún permanecía en el distrito de Ticapampa, Recuay.

El día martes 19 de junio en el distrito de Olleros, antes del mediodía, tuvo lugar la reunión de la división chilena de 2000 hombres al mando del coronel Marco Aurelio Arriagada procedente del distrito de Recuay, con el tercio del ejército de 1200 hombres al mando del coronel Juan León García procedente del distrito de Chavín de Huántar, unidos las poderosas fuerzas chilenas prosiguiendo el desplazamiento a marcha forzada con destino a la ciudad de Huaraz, pero ya no a tiempo de alcanzar a las fuerzas patriotas. Encajaba esto en los cálculos del coronel Arriagada, que contaba con la intensión de encerrar a las tropas del General Cáceres en el distrito de Yungay, pero fracasó.

Desde el departamento de Ica hasta el puerto de Paita en Piura, las principales ciudades de la costa peruana se encontraban ocupadas por las fuerzas chilenas. 

jueves, 9 de abril de 2020

LA CLASE POLÍTICA CONVERTIDO EN BANDA DELINCUENCIAL ES EL RESPONSABLE DE LA DESCOMPOSICIÓN SOCIAL

El 29 de setiembre de 1999, durante su tercer periodo de gobierno (28 de julio del 2000 - 21 de noviembre del 2000), el ingeniero Alberto Kenya Fujimori, promulga el Decreto Ley N° 27178 (Ley del Servicio Militar Voluntario), desapareciendo el Servicio Militar Obligatorio en las Fuerzas Armadas.

Durante los sucesivos gobiernos “democráticos” del doctor Valentín Paniagua Corasao, doctor Alejandro Toledo, doctor Alan García Pérez y Ollanta Humala Tasso, la clase política atacó principalmente al Ejército. Como venganza por los hechos ocurridos en la Guerra Contrasubversiva (1980 - 2000), los políticos a nivel nacional comenzaron vender los cuarteles del Perú y redujeron por completo a los efectivos de Tropa en los Batallones de Combate de 600 hombres a menos de 70 hombres. 

Desde el año 2000 a la fecha los batallones de combate a nivel nacional permanecen con efectivos de Tropa Servicio Militar Voluntario que oscila entre 50 a 70 hombres, bien uniformados, pero mal entrenados, esto debido a la falacia del Servicio Militar Voluntario, que ha fracasado por completo.

Recientemente, durante el aislamiento, cuarentena sanitaria, decretado por el gobierno nacional para evitar la propagación de la pandemia denominado enfermedad por coronavirus (SARS-COV-2), (COVID-19), las Fuerzas Armadas y las Fuerzas policiales están patrullando día y noche en las calles a nivel nacional, con el saldo de un soldado muerto en la ciudad de Puno, y varios efectivos golpeados, insultados y humillados por personas de todas las condiciones sociales, los adinerados los insultan y los pobladores lumpen de las barriadas las golpean.

Vivimos en un país en el que los cuatro sopapos que le aplicó el capitán del Ejército Christian Cueva Calle a un malandrín que no respeta la cuarentena y el aislamiento social en la ciudad de Sullana, ordenado por el gobierno para evitar el contagio del virus SARS-COV2, hecho que también le dolió a un grupo social importante y la prensa antimilitar pedía la cabeza del oficial; por otro lado ante la muerte de Ronald Mamani Ajajahui de 19 años de edad, un humilde soldado de la patria atropellado por otro desadaptado social en la ciudad de Ilave, Puno, no le hizo ni cosquillas a esta prensa arrastrada al servicio de los traidores, este soldado fue enterrado en completo silencio.

Ante la acción del capitán Cueva en la ciudad de Sullana, el señor Walter Martos Ruiz, Ministro de Defensa, un poquito más se arrodilla ante la avalancha de críticas y opiniones del grueso poblacional y de la prensa “ayayera” que trata de desprestigiar la carrera de un oficial, que, en vez de ser sancionado, separado, dado de baja, debería ser felicitado por el Comando del Ejército.

Desde el año 2000, la clase política, convertidos en bandas políticas de delincuentes, han reducido el presupuesto de las Fuerzas Armadas hasta su mima expresión, han reducido los efectivos de los batallones de combate hasta nivel sección de 50 a 70 hombres, este personal está mal entrenado; si estos jóvenes están en los cuarteles es porque les permiten estudiar y otros están porque les permiten reengancharse, este personal prácticamente es utilizado solamente para los servicios generales, es decir para cuidar el cuartel y todos los materiales a cargo de sus Unidades. Con esta cantidad de efectivos un batallón de combate no está en condiciones de actuar en casos de Emergencia Nacional. Por estos problemas en las Fuerzas Armadas el gobierno de Martín Vizcarra recurrió hacer llamamiento de personal reservista para que apoyen a los de servicio activo para el control de la población decretado durante el aislamiento, cuarentena sanitaria por ataque de la enfermedad SARS-COV-2.

Definitivamente vivimos en un país con el grueso poblacional muy indisciplinado, miles se han comportado como lumpen trasgrediendo la cuarentena decretado por el gobierno nacional, ante un grupo social podrido las instituciones del Estado también han fracasado por falta de previsión y precaución, con la falacia del crecimiento económico todos han permanecido dormidos en el "limbo de las supersticiones". Desde el 15 de marzo, los sacrificados médicos, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú, han batallado todos los días contra todo, aparte de la pandemia, contra la corrupción, la incapacidad del Estado, contra algunos empresarios que han lucrado en ventas de insumos médicos, indumentarias, oxígenos y otros.

Las Fuerzas Armadas y la PNP no pudo frenar el accionar negativo de los pobladores en algunos distritos de Lima, capital y en las regiones del Norte del Perú, ante la pasividad de la clase política y sus leyes permisibles los civiles se achoraron por todo lado, nadie hace caso a nadie, a este tipo de situaciones nos han llevado las bandas políticas de delincuentes que han convertido a las instituciones del Estado en incapaz para solucionar problemas, de paso con reducciones de tropa mal intencionadas en las Fuerzas Armadas tratando de desnaturalizar el trabajo y la misión tradicional de los uniformados hasta convertirlo en un Ejército no digno a los intereses de la patria.

El 22 de noviembre del 2000, asume el cargo como Presidente Transitorio de la República, el doctor Valentín Paniagua Corasao, seguido por el doctor Alejandro Toledo Manrique (2001 - 2006). En los gobiernos de Paniagua y Toledo, los políticos comenzaron a tejer una maraña de leyes impidiendo el uso de las armas en las Fuerzas Armadas y las Fuerzas Policiales en contra de los civiles desadaptados y delincuentes. Desde aquellos tiempos los civiles se “achoraron”, innumerables veces hemos visto a muchos civiles golpeando a los policías y a los efectivos del ejército, nadie dice nada; los Generales de ambas instituciones por miedo a los políticos que les pueden pasar al retiro, cuidando sus puestos permanecen “callados”, mientras su personal está siendo golpeado por delincuentes, drogadictos, prostitutas, etc. En este problema de falta de respeto a la autoridad están inmerso personas de todas las clases sociales, por ahí algunos adinerados le insultan a los policías y soldados con términos como: “cholos de mierda” y del grupo de civiles de las barriadas como la Victoria, Lima, regiones del Norte del Perú, algunas zonas del Callao y otros, les agarran a palos, a golpes. Todo el abuso es avalado por los medios de comunicaciones, Defensoría de Pueblo y los Derechos Humanos (CNDDHH). En este país la Defensoría del Pueblo está por las “santas huevas” esa institución no sirve para nada, no tiene voz ni voto en los problemas sociales. ¿Qué defiende la Defensoría del Pueblo?.

Desde el año 2000 a 2006, en tres oportunidades llegaron a las instalaciones del Batallón de Ingeniería de Combate Motorizado N° 32, acantonado en el distrito de Caraz, Huaylas, el personal de La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH) y personal de la Defensoría del Pueblo. En una de las reuniones con este personal que fue un mes antes de las elecciones municipales del mes de noviembre del año 2006, en esta reunión nos impartieron diversas charlas relacionado al uso de las armas y trato con el personal civil, nos conminaron para no emplear las armas, así nuestra vida este en completo peligro. Una dama represente de los Derechos Humanos, nos dijo lo siguiente: "Señores, en caso de ser atacado los locales de votación no hagan uso de las armas, hasta en las peores situaciones, preferible entreguen sus armas antes de emplearlas, si alguien muere como consecuencia de disparos de armas de fuego, el jefe de patrulla y el que disparó irá preso". En ese momento el personal militar de todos los grados que permanecía reunido en el comedor del personal de Tropa, permanecieron en silencio, nadie opinó; por lo que intervine manifestando lo siguiente: "Señora, ordene inmediatamente para no llevar los fusiles, porque de nada nos va servir ante un peligro, sobre todo ante un ataque a los locales de votación"; en ese momento como respuesta nuevamente la dama me dijo: "Señores están advertidos, no disparen, que si alguien muere, prácticamente serán denunciados, irán preso". Ante este tipo de abusos los altos mandos de las instituciones siempre han permanecido en completo silencio.

Desde el 28 de julio del año 1990, grupos de personas, dando cumplimiento a los requisitos del Jurado Nacional de Elecciones, organizados en pseudo partidos políticos, es decir organizaciones de “bandas políticas delincuenciales” se inscriben para luchar por un puesto para ocupar el sillón municipal, sobre todo en los andes del Perú, cuyo principal objetivo es el dinero del Estado convertido como un botín. Sobre todo, donde hay aporte del canon minero de las grandes Empresas Trasnacionales dedicados a la Minería a tajo abierto. En cada elección se presentan más de 15 candidatos, donde hay peleas, quema de ánforas, hasta asesinatos. En el departamento de Ancash, los alcaldes distritales y provinciales tienen un sueldo de acuerdo a la cantidad de electores en sus respectivos distritos y provincias, por ejemplo, en el distrito de Llama, provincia de Mariscal Luzuriaga, donde no hay el aporte de Canon Minero, el alcalde por sus servicios recibe un sueldo mensual de S/2500.00 Soles, un vehículo con chófer y elementos de seguridad y anualmente mueve un presupuesto de Dos Millones Ochocientos Mil Soles (S/2,800.000) Soles entregados por el Estado para ejecutar obras. Por otro lado, el alcalde del distrito de Chavín de Huántar, Huari, que tiene mayor cantidad de caseríos y mayor cantidad de electores, recibe de parte del Estado el sueldo mensual de Cinco Mil Soles (S/ 5000.000), además recibe un vehículo con chófer y también elementos de seguridad, mueve un presupuesto anual de Sesenta Millones de Soles (S/60, 000.000), distrito que se beneficia con el aporte económico del Canon Minero de la Empresa Antamina. El alcalde del distrito de San Marcos, Huari, recibe de parte del Estado el sueldo mensual de Cinco Mil Soles (S/ 5000.000), además recibe un vehículo con chófer y también elementos de seguridad, mueve un presupuesto anual de Doscientos Cincuenta Millones de Soles (S/250, 000.000), distrito más rico del Perú, que recibe el mayor aporte económico por concepto de Canon Minero de la Empresa Minera Anta Mina. El grueso poblacional del Perú lo conforman pobladores casi en su totalidad semi analfabetos que cada cierto tiempo son arriados a las urnas como borregos, este personal no sabe nada de la tan mentada democracia, para ellos la democracia es la pollada y las pachamancas que les preparan los candidatos al sillón municipal, antes, durante y después de la votación. Los electores almuerzan bien el suculento pollada y su pachamanca, luego se presentan a dar sus votos, después de emitir sus votos retornan al pseudo local partidario donde les reparten licores de todo tipo, harta coca por su lealtad y compromiso con el candidato, ahí se emborrachan y están listo en espera de los resultados, si su candidato favorito pierde, es seguro que atacaran el local de la votación y destruirán las ánforas. La democracia en el Perú funciona así. La democracia equivale a un plato de pollada de los potenciales candidatos al sillón municipal entregados a sus leales electores y también equivale a un plato de plástico que reparte en los andes, el congresista más votado del Perú, Kenji Gerardo Fujimori Higuchi. ¿Este es la tan mentada democracia que tanto defendemos bajo este sistema político?.

En el distrito de Chavín de Huántar, provincia de Huari, en las elecciones municipales del 19 de noviembre del año 2006, finalizado la votación, siendo las 22:00 horas, aprovechando la oscuridad, enardecidos pobladores aproximadamente de tres mil personas, empleando rejones de metal, palos y piedras, atacan el local de votación. Quemaron las ánforas, secuestran y asesinan a dos soldados del Servicio Militar Voluntario perteneciente al Batallón de Infantería Motorizado "Juan Hoyle Palacios" N° 6, acantonado en la ciudad de Huaraz; al día siguiente a los fallecidos los encontraron al pie del cerro Shallapa con sus fusiles sobre el pecho. Las investigaciones no detectaron responsables, por estas muertes nadie fue detenido, nadie está en la cárcel.

En el distrito de Llama, provincia de Mariscal Luzuriaga, en las elecciones municipales del 19 de noviembre del 2006, un profesor muy cuestionado como corrupto, se presentó como candidato a la reelección, quién empleando a los votantes contratados con cambio de domicilio mediante el pago denominados "golondrinos" trasladados desde la ciudad de Lima y la ciudad de Huaraz, gana las elecciones por tercera vez; como respuesta a la reelección de un alcalde muy cuestionado por corrupción, los enardecidos pobladores de todas las edades empleando piedras y palos atacaron el local de votación; al efectivo de la Policía Nacional que se encontraba de seguridad sin armas en la puerta principal del local, el grupo violentista lo cogió y lo aventó por el acantilado como si fuera un papel; luego, ingresaron al local de votación más de 500 civiles entre hombres y mujeres, instantes que los tres efectivos del Ejército escaparon por los cerros para evitar ser linchados, de esta manera también evitaron que le arrebaten sus armamentos y municiones. El grupo violentista quemó todas las ánforas, le perdonó la vida al personal de la ONPE, nadie fue detenido. Antes del año 2000, cuando los batallones se encontraba con sus efectivos completos, el soldado, físicamente y mentalmente se encontraba entrenado para frenar este tipo de situaciones, empleando el arma que la patria le entregó para su defensa en caso de peligrar la misión encomendada.

En el distrito de Huallanca, provincia de Huaylas, en las elecciones municipales del 19 de noviembre del 2006, siendo las 08:45 horas, iniciando la votación, civiles violentistas de trescientas personas entre hombres y mujeres, empleando palos y piedras atacan el local de votación, quemaron las ánforas, le quitan la ametralladora UZI al Técnico del Ejército Arturo Honores Jaramillo y además lo amarran a un poste, un mayor del Ejército y un efectivo de la policía fue depositado en un aula bajo candado. Por la cercanía al distrito de Caraz, inmediatamente enviaron personal de refuerzo. Los tres detenidos fueron rescatados por personal del Ejército y de la Policía Nacional que se encontraba como reserva en la guarnición del distrito de Caraz. Nadie fue detenido ni denunciado según la tan mentada democracia que tanto defienden los políticos.

En el distrito de Fidel Olivas Escudero, que también​ forma como uno de los ocho distritos de la provincia de Mariscal Luzuriaga, durante las elecciones municipales del 19 de noviembre del 2006, finalizado la votación, siendo las 21:45 horas, aprovechando la oscuridad, grupos violentistas de enardecidos pobladores, aproximadamente de trescientas personas, atacan el local de la votación emplean para sus propósitos palos, piedras y queman las ánforas. El efectivo policial se escapa por los cerros circundantes y se pierde en la oscuridad, el personal del ejército perteneciente al Batallón de Ingeniería Motorizado N° 32 de Caraz, conformado por tres efectivos, un suboficial y dos elementos de Tropa escapó por los cerros para evitar ser linchado. El personal del Ejército y el policía caminó toda la noche en las altas punas para retornar a Piscobamba, capital de la provincia del mismo nombre.

En el distrito de Pachapaqui, provincia de Bolognesi, durante las elecciones municipales del 19 de noviembre del 2006, finalizado la votación, grupos violentistas de enardecidos pobladores aproximadamente de quinientas personas, atacan el local de la votación y queman las ánforas, el reducido efectivo de personal militar y policial también escapó por los cerros para evitar ser linchados. Casos como estos ocurrieron a nivel nacional en el año 2006, y siguen ocurriendo hasta el día de hoy porque el soldado está impedido de emplear las armas que la patria y el Estado le entregó para su defensa.

En las elecciones municipales del 19 de noviembre del 2006, estuve de servicio en un colegio en el distrito de Musga, provincia de Mariscal Luzuriaga, al mando de un cabo Servicio Militar Voluntario y un soldado SMV recluta que aún no había hecho ejercicio de tiro con su fusil FAL, es decir nunca había disparado siquiera un cartucho. En total participamos 3 efectivos del Ejército. En este tipo de labores son 72 horas de constante servicios sin descanso y sin dormir. Día y noche se cuida al personal de la ONPE, además las ánforas. Un elemento del Ejercito, armado con fusil FAL permanecía de servicio en la puerta principal del local de votación, relevado cada tres horas, mientras el otro elemento del Ejército permanecía como reten, sentado en una banca en condiciones de actuar ante un peligro; el mando, en este caso mi persona, permanecía como oficial de guardia durante toda la noche, controlado al personal de Tropa, toda la noche permanecimos sin dormir. En estos tiempos la Ley Seca de 48 horas antes de las elecciones es puro cuento, la gente hasta el mismo día de las elecciones está bebiendo en las cantinas y en los locales partidarios, nadie respeta la ley ni las recomendaciones de las autoridades, no se puede controlar por falta de personal militar y policial, además no se les puede detener, en todo momento el reducido personal está expuesto a los ataques de los civiles violentistas que en los últimos tiempos se han achorado por todo lado. Finalizado el escrutinio, perdió el Partido Aprista, por un punto lo superó el candidato del Renacimiento Andino, esto originó un gran problema, los partidarios del candidato aprista de 300 personas en su mayoría embriagados rodean el local y por lapso de dos horas impiden desplazamiento del vehículo de la ONPE a Piscobamba, gritaban pidiendo la cabeza del encargado de esta institución a quien le consideraban como vendido; gracias a Dios en esas circunstancias apareció por la retaguardia otro vehículo con personal de tropa procedente del distrito de Llama, ellos hacen disparos al aire y los revoltosos se abren, logramos salir a pie custodiando a los vehículos, pero a pedradas nos persiguieron mas de tres kilómetros.

Antes del año 2000, durante las Elecciones Presidenciales y Municipales, por cada local de votación participaban 21 hombres del Ejército, bien armados y bien entrenados para este tipo de misiones, acompañado por un efectivo de la policía. En aquellos tiempos los civiles de las zonas alto andinas, cuando llegaban las patrullas del ejército nos miraban asustados porque el soldado de aquellos tiempos era considerado como sinónimo de respeto, porque empleaba las armas en situaciones de peligro. Desde el año 2000 todo ha cambiado, con el Servicio Militar Voluntario, los batallones de combate apenas tienen un efectivo de 50 a 70 hombres, mal entrenados, si estos jóvenes están en los cuarteles es porque les permiten estudiar y otros están porque les permiten reengancharse. Con esta cantidad de efectivos un batallón no está en condiciones de actuar en casos de Emergencia Nacional. Por estos problemas en las Fuerzas Armadas el gobierno de Martín Vizcarra recurrió hacer llamamiento de personal reservista para que este personal apoye a los de servicio activo para el control de la población decretado durante el aislamiento, cuarentena sanitaria por ataque de la enfermedad SARS-CoV-2.

domingo, 5 de abril de 2020

BATALLÓN DE INGENIERÍA DE COMBATE “HUASCARÁN” N° 112 CARAZ HUAYLAS ANCASH 1977

Gobernaba el Perú el General Francisco Morales Bermúdez, en aquellos tiempos el Servicio Militar era obligatorio. En las ciudades, caseríos y caminos había la leva forzada, en esas circunstancias el 3 de enero de 1977 muchos jóvenes, en total cuatrocientos ochenta, procedentes de diferentes caseríos y de las ciudades de todo el departamento de Ancash, nos juntamos en la Oficina de Reclutamiento N° 0-26 de Huaraz, para ser trasladados en horas de la tarde del mismo día con destino al Batallón de Ingeniería de Combate Motorizado “Huascarán” N° 112, acantonado en el distrito de Caraz, Huaylas. A los levados bajo custodia les trasladaron en los volquetes del ejército. 

En el año 1966, a la edad de ocho años, ya me sentía soldado, influyó mucho en mí las constantes narraciones de mi abuelo don Eliseo Ramírez Cadillo; quien, a la edad de ocho años, en el mes de junio de 1883, había presenciado la llegada del poderoso Ejército de chileno a las zonas del departamento de Ancash, durante la tercera etapa de la Campaña de la Breña. Desde aquellos tiempos de mi niñez, las narraciones de la resistencia del General Cáceres, penetraron en mi alma y permanecía imborrable preparándome para situaciones duras y difíciles en la vida castrense. 

Cumplido los 18 años de edad, no pude eludir el Servicio Militar, decidí abandonar mis estudios en el afamado Colegio Nacional de “La libertad”, en la ciudad de Huaraz, y como voluntario me fui al cuartel. Siempre viví pensando que el Servicio Militar era un deber patriótico, sobre todo en aquellos años de mucha tensión con Chile; ergo, sin pensar en las propinas ni otros beneficios, solo con la intención de aprender el manejo de las armas y el arte de la guerra, el 3 de enero, siendo las 13:30 horas, por mis propios medios viajé desde la ciudad de Huaraz al distrito de Caraz, sede del Batallón de Ingeniería de Combate "Huascarán" N° 112. De un momento a otro aparecí en la puerta principal del Batallón. Entre mi dije: A partir de hoy día, éste será mi cuartel. En aquellos tiempos a los soldados del servicio de guardia le decían, número, cuando puse mis pies dentro del portón, el sargento de guardia, dijo: "Un número voluntario", en se momento como un resorte salto de la banca un soldado de mediana estatura, a quien el clase le dijo, lleva a este “perro” voluntario al patio de armas; entonces yo corrí muy asustado, llegando al patio pude ver el semblante de muchos jóvenes en su mayoría hijos de campesinos, en el grupo se notaba mucha alegría y algunos mostraban rostro de tristeza y preocupación. Algunos se sentían orgullosos de convertirse en "perros" reclutas de contingente enero 1977, pero la mayoría en sus corazonadas y pensamientos querían como sea ser liberados del servicio.

Formados en el patio de armas los cuatrocientos ochenta jóvenes. De pronto aparecieron seis sargentos monitores con sus galones de metal en el pecho muy relucientes, quienes en todo momento nos hablaba en voz alta y nos obligaba a rugir a todo pulmón, algunos monitores aparecían con un puñado de tierra en sus manos para amedrentar a aquellos que no podían rugir así como ellos requerían, así pues algunos reclutas esa tarde probaron ese “azúcar dulce”, les ordenaban a abrir la boca y con fuerza se lo aventaban el puñado de tierra hasta el fondo de la garganta, así nos recibieron desde el primer momento, permanecimos rugiendo en la posición de atención con la mirada hacia el infinito por lapso de tres horas aproximadamente. En esas circunstancias por las inmediaciones apareció un oficial de tez morena de 1.85 de estatura, era el capitán de ingeniería Víctor Valderrama Chávez oficial de personal (S-1) del batallón; quien, con palabras francas, sinceras y firmes nos dio la bienvenida, quien nos dijo: “Han ingresado a este batallón para ser combatientes de primera, para defender los sagrados intereses de la patria, aquí se come lo que se da y se hace lo que se ordena". En esos momentos de tensión para la gran mayoría, el capitán Valderrama salió al frente y con esa voz ronca que le caracterizaba, dijo: "Señores solamente necesitamos 180 reclutas, los que desean servir se quedan en su propio emplazamiento y los que no desean servir formen en la pista mirando hacia la guardia de prevención", para que les dijo esas palabras, pues la gran mayoría corrió hacia la pista, para sorpresa mía, solamente quedamos cuarenta voluntarios en nuestro propio emplazamiento, entonces el capitán reaccionó rápidamente y mandó volver a todo el personal que había culminado el 5º año de educación secundaria, yo solamente contaba con tercer año de secundaria, pese a ser voluntario en tiempos de leva forzada serví dos (2) años (1977 - 1978) y la gran mayoría de mi promoción que tenía secundaria completa se licenciaron en once (11) meses, el trato para el voluntario así como para el personal levado fue igual, de nada servía pues ser voluntario en aquellos tiempos.

Luego, horas más tarde, apareció el capitán (S-4) oficial de logística del batallón con sus sargentos almaceneros de prendas, ellos nos llevaron al paso ligero hasta los almacenes y allí, en un santiamén, nos entregaron los uniformes de campaña: había un sargento con trescientos sesenta camisas, más allá otro con trescientos sesenta  pantalones, después otro con trescientos sesenta birretes, otro con trescientos sesenta pares de borceguíes, etc.; es decir había un sargento con trescientas sesenta de cada una de las prendas por entregar, como dotación nos entregaron dos prendas de cada uno completamente nuevo. Los “perros” muy asustados pasamos a la carrera y nos tiraban las prendas, lo tomamos al paso ligero; hubo quienes recibieron borceguíes de diferente número o sin pasadores y cuando reclamaban les decían: “No sé, a partir de este momento el perro es mago ¿alguna pregunta?”. Todo era tan rápido, los lentos a partir de ese momento como sanción comenzaron a ranear y hacer polichinelas. A los “chatos” le quedaba grande la camisa, el pantalón y el birrete, a otros le apretaban los borceguíes. Una vez uniformados, salimos a toda velocidad al patio de armas, donde nuevamente nos esperaban los sargentos monitores. Mientras en la puerta del cuartel se habían aglomerado muchos familiares, algunas madres lloraban por el hijo reclutado, como consuelo solo recibieron las prendas civiles de sus hijos, que durante dos meses permanecerá sin salir a la calle. Ya vestidos con el uniforme de la patria, los 180 “perros” continuamos formados en el patio de armas, entre el contingente había un “gringo” serrano rubio de ojos azules de las zonas del distrito de San Luis del Callejón de los Conchucos, al lado suyo había otro serrano campesino de rasgos autóctonos de los caseríos de Huaraz, en esas circunstancias abrevándolo detenidamente el capitán Valderrama les dijo: “A partir de la fecha el “gringo” y el autóctono son hermanos, ya veremos quién es más valiente en el campo de batalla”.

El primer día, en horas de la tarde, para pasar el rancho de tropa por primera vez, los sargentos “monitores”, a todos nos pusieron en la posición de marcha de patos y así nos llevaron hasta la emplanada del sector de rancho, son 150 metros de distancia. La marcha del “pato”, era ponerse en cuclillas, con las manos en la cintura y así caminar imitando a los patos, gritando: ¡cua, cua, cua, cua!. Muchos de mis promocionales nunca habían hecho semejante ejercicio, sobre todo los campesinos. Después de 20 metros de marcha de patos ya sufríamos el dolor en las piernas, ya nos quemaba los muslos y queríamos pararnos, pero los “monitores” eran implacables, no permitían que alguien hable en la formación, hasta nos preguntaban: “Perros” ¿Quema? y todos contestaban: ¡Síííííiii! a lo que ellos sarcásticamente contestaban: ¡soplen pues carajo!, aquel que por algún motivo se paraba para aflojar las piernas, lo llevaban a la retaguardia de todo el personal para que camine por más espacio en la posición de marcha de “pato”. Como sea llegamos a la emplanada para pasar rancho, donde nos reparten las bandejas, los tazones, los cubiertos. Todo tiene su momento, primero desfilaron por las pailas las cinco compañías del personal mas antiguo, mientras nosotros los “perros” observamos atento todos los movimientos sobre todo cuando los sargentos de semana hablaban de racioneros y comisiones de servicios, se refieren a su personal que por algún motivo está fuera del cuartel, para estos tienen que guardar sus alimentos. Para nosotros la hora de la cena es una prueba de valor de la resistencia para dominar el apetito pues el paso por las pailas es lento, se aprende el uso de las” gemelas”, y dentro del comedor la forma de sentarse y comer en escuadra, de conversar siempre con el prevocativo” Mi”…que expresa subordinación, el tuteo está prohibido, el mando es vertical, “las ordenes se cumplen sin dudas ni murmuraciones, el superior que las imparte es el único responsable de la orden impartida”. Aquel día la cena es una odisea, pero se espera con ansia, en las pailas a todos nos sirven casi por igual, pero no todos comen por igual, porque no faltan sargentos abusivos cual ave de rapiña se lo lleva tus panes y los plátanos; sino comiste menestras en tu casa tienes que hacerlo, es tu nuevo estilo de vida. En el cuartel se debe comer en “escuadra”, es decir, llevar la cuchara en forma vertical hasta la altura de la boca y luego en forma horizontal hasta la misma y viceversa. Algunos, con los nervios o el miedo, derramaban algunas gotas de sopa y eso era fatal, ya no comían nada porque, según los monitores, se estaba desperdiciando tanta comida que pudieran darle a tanta gente pobre y que un; “perro miserable” adrede está derramando la sopa. En la primera cena los “perros” habíamos probado un poco de todo, pero no toda la comida. Cuando estamos a punto de comer el camote un sargento ordenó: “dejen el camote y a la cuenta de tres se lo han comido la cáscara: uno, dos, tres” y comimos la cáscara del camote. De pronto, el oficial de día que se paseaba por las inmediaciones, ordenó: ¡Perros…Atención! a esa voz todos nos pusimos de pie, pero como se hizo mucho ruido con las bandejas, tazones y las cucharas, dijo: ¡Sentarse!... ¡Carajo, esto es un escándalo, en el comedor está prohibido los escándalos!, repitió, ¡de pie!, ¡sentarse!, ¡de pie!, hasta que no hubo ningún ruido. Era para el brindis de bienvenida. Todo había estado preparado. Un sargento más antiguo entre los monitores pronunció un breve discurso dando la bienvenida a los “perros” de mi promoción, quien dijo: "¡Brindemos por los reclutas del primer contingente enero 1977, quienes tienen el honor de pertenecer a las filas del ejército! ¡Salud, señores!", todos contestaron: ¡Salud!, en ese momento el que menos pensó que era vino, pero no; era una mezcla de los desperdicios de la ensalada, con azúcar, ají, sal, vinagre, limón, pimienta y quién sabe qué cosas más. Como teníamos mucha sed lo bebimos, así fue el bautizo.

Finalizado el rancho, a lavar la bandeja, luego a formar, los castigos estaban a la orden del día, había desde lo más simple por moverte en la formación, conversar en formación, por lento, por cualquier motivo uno se ganaba una sanción de 100 completas; luego, por cada falta sancionada y cumplida con la voz alta y enérgica se decía: “Orden cumplida mi sargento, mi cabo, mi antiguo”. Ellos siempre nos decían “La mente domina el cuerpo, tienen que endurecer esos cuerpos acostumbrados a la vida ociosa". Buscando siempre motivos nos decían, “perro” a partir de la fecha, tienen que saber mis nombres y apellidos completo, de donde soy, como se llama mi señorita enamorada, cuanto calzo, etc. El “perro” muy asustado contestaba, comprendido mi sargento. Si por circunstancias del nerviosismo te equivocabas ya te ponían en la posición de rana, como las ranas saltan, por ahí permanecías rebotando con ciento cincuenta a doscientas ranas bien hechas; así estés entre sudor, lágrimas y toda la rabia no te podías parar sin orden del superior y si te parabas te decían: “carajo... ¿quién mierda le autorizó a pararse?... usted siga raneando, pues aquí tienes que aprender a ser fuerte, a dominar tu cuerpo y tu mente”. 

En las primeras noches, siendo las 21:00 horas, todo el personal estábamos en pijamas dentro de la cama, muchos por primera vez dormíamos cubierto de sabanas blanca, pero antes había revista de “perras”; para esta revista el personal ya estaba con los pies lavado con jabón, todos echados en la cama presentamos los pies oliendo a jabón. El sargento de semana, procedía a pasar revista de pies, para tal fin se valía de una bayoneta del fusil FAL; como es normal entre los dedos de los pies se acumulan la descamación de la piel en forma de grasa que al ser removido con la bayoneta salía de color blanco, a esta exfoliación los sargentos lo llamaban “queso”, y te ordenaban abrir la boca y te lo comías. En aquellos tiempos así era la tradicional “perrada”, lo sufrimos los soldados recién incorporados al ejército, el castigo físico y la total sumisión por tener menor grado jerárquico, al que tienes que resistir con estoicismo. En un principio entre jóvenes de diferentes lugares, en el grupo, muchos nos sentíamos muy extraño, primero a conocerse, verse con las cabezas rapadas o “pelados”. 

Todos los días, el toque de diana es a las 05:00 horas, a esa hora todos estamos de pie, desde ese momento para toda actividad el tiempo corre con precisión y sin compasión, comienzas con arreglar la cama que usaste para descansar, dejar la frazada bien doblada con la franja bicolor hacia adelante, las sábanas blancas con sus respectivos dobleces y la colcha debe quedar bien estirado; para el visto bueno, para comprobar el Jefe de Companía lanza una moneda sobre la cama “si rebota” la revista está aprobado, asimismo el piso de la cuadra debe brillar de rincón a rincón, los servicios higiénicos deben estar limpio; regado las áreas verdes, como para el gusto del Comandante de Batallón; en el ínterin hacemos magia para la limpieza personal, en las mañanas nos convertíamos en polifacéticos. Todos tenemos el mismo corte de cabello, uniforme, armamento y el itinerario del entrenamiento físico te lo ponen los instructores según su progresión.

En las noches, en el patio de armas, después de la lista de retreta los “perros” teníamos que soportar el interminable bullicio, rugidos y gritos castrenses. Al amanecer del nuevo día el cuerpo joven sabía que este era su destino y no podía retroceder, las formaciones, las instrucciones en el campo, los servicios de día, noche y reten, formaban parte de nuestra agenda diaria, así como los castigos físicos, el mundo de las planchas, las ranas, la pista de combate, el trompito, la rampa, los canguros, etc. Pasaban las semanas todo el castigo físico se nos hacía familiar. En las instalaciones del cuartel, construido después del terremoto del 31 de mayo de 1970, con sus paredes de mampresa prensado contrachapado, techo de eternit, el piso de la cuadra es reluciente, hay camarotes y roperos de color plomo de rincón a rincón; los camarotes de dos pisos lo ocupamos entre dos, el menos antiguo siempre está en el segundo piso, el compañero de camarote es como tu hermano, desde luego es tu compañero de confianza y amigo, en mi caso ocupé el camarote con el soldado Botello Pérez, del distrito de Pueblo Libre, distrito que está ubicado al frente del distrito de Caraz. También nos asignaron los respectivos sectores de limpieza y mantenimiento de áreas verdes y los servicios higiénicos. En la hora de revista, el "perro" tiene que acostumbrase a presentar los roperos  con las prendas limpios y los sectores de responsabilidad también limpio y con áreas verdes regado.  

Para el primer contingente del mes de enero de 1977, los primeros dos meses del año se hicieron interminables, todos permanecimos en el cuartel concentrados al 100%; los días domingos muchos recibíamos las visitas de nuestros familiares y otros solo miraban, muy felices aquellos que recibían a sus familiares que venían con expresiones culinarias tradicionales de sus lugares de origen, cuando abrían las ollas y las portaviandas: ¡qué rico el cuy frito con papas!, ¡qué rico la pachamanca de tres sabores!, ¡qué rico el caldo de gallina!, ¡qué rico el ceviche de chocho!, ¡qué rico la chicha de jora y la Inca Kola!, lo saboreábamos y compartíamos con los compañeros que por la distancia no recibían visitas de sus familiares. Así empezaba a fortalecerse el cordón umbilical de la amistad entre promociones. En el distrito de Caraz, la semana del tercer domingo del mes de enero celebran el día de la virgen de "Chiquinquira” se daba inició la fiesta patronal en el distrito, las bandas de músicos y los fuegos artificiales nos hacía recordar las vivencias de meses atrás en nuestros pueblos, son costumbre del mundo cristiano en los pueblos de la Sierra del departamento de Ancash.

Desde los primeros días de nuestro internamiento nos hablan de la posible guerra con Chile, nos entrenaban para recuperar los territorios perdidos en la guerra de (1879 – 1884). Para estar bien entrenados, los oficiales instructores del grado de subteniente y los sargentos monitores nos habían esperado con todas las ansias para sacar una buena promoción, después de la gimnasia básica con armas o sin armas, diariamente corríamos hasta el puente Pueblo Libre, ida y vuelta 16 kilómetros, pasaje de pista de combate de 14 obstáculos, montaje y desmontaje del fusil FAL con los ojos vendados, las misiones individuales del combatiente, etc. Como zapadores de un batallón de ingeniería de combate los oficiales instructores y los monitores querían hacerse sentir sobre todo en las horas de instrucción en el campo, el mas pesado fue el armado y lanzamiento del puente Bailey. Nunca olvidaremos del armado y desarmado del puente Bayley, en esta instrucción también muchos rotamos con las pesadas piezas en el hombro, y los días de la semana pasaban lentamente. 

Llegó el primer ejercicio de tiro. Desde las 04:00 horas, estamos de pie, hay ordenes por todo lado, a tender la cama, el aseo personal, limpieza de sectores y luego el racho casi al paso ligero. 05:00 horas, ya estamos formados con los fusiles Fal casi nuevos adquiridos por el General Velasco. Nuestro destino está al frente del distrito de Caraz, en ese terreno seco y llano, ahí está el campo de tiro del batallón. El personal de mecánicos de armamentos y el oficial de tiro, colocan los 12 blancos para el ejercicio de tiro a una distancia de 100 metros, desde línea de tiro. Formado el personal, a la voz del oficial de tiro, la primera tendida marcha a la línea de tiro: “Frente a sus respectivos blancos, tirador tendido, con una cacerina y diez cartuchos, aprovisionar, cargar, a esa voz los 12 “perros” repiten la misma frase a todo pulmón, procediendo a colocarse en tirador tendido; cuando todo el personal de tiradores se encontraba en la posición de tirador tendido, apuntado con el fusil; el oficial de tiro decía: Apunten fuego, el cornetero de servicio anunciaba el inicio del ejercicio de tiro. Es una experiencia muy especial en la vida del soldado, disparar por primera vez la munición de guerra de calibre 7.62 mm, como es normal algunos se ponían muy nerviosos, pero atrás los monitores están atentos a todo, alguien suelta el primer tiro, luego todos le siguen para no quedarse, porque todo tiene su tiempo. De repente el oficial de tiro grita, "alto el fuego, nadie dispara, tendida, de pie” a esta orden todos están de pie, muy pensativos. Luego, el oficial de tiro, los tiradores y los tapadores se desplazan dónde están los blancos a verificar los resultados, como es el primer ejercicio, algunos no han acertado ni uno, "son hueveros", para ellos hay sanción, la sanción consiste en cargar una pesada piedra al hombro y desplazarte hacia la punta del cerro más cercano, desde ahí tienes que gritar la palabra: soldado Juan Pérez Valverde, diez balas disparados, cero puntos, soy “huevero”; soldado Jorge Botello Pérez, diez balas disparados, cero puntos, soy “huevero”; soldado Isaac Caldua Salasar, diez balas disparados, cero puntos, soy “huevero”; etc. Este personal regresaba a la zona de mantenimiento con su piedra al hombro, como es normal también le esperaba la sanción con ranas y planchas por haber despreciado diez municiones disparando por cualquier lado. Los Ejercicios continúan con otras tendidas, durante el día la secuencia es el mismo.

El tiempo había pasado, la instrucción de dos meses en el cuartel, solo son recuerdos, como para finalizar la "perrada" en la última semana del mes de febrero llegó la marcha de campaña. Es increíble como en aquellos años de juventud nuestro cuerpo resistía tanto peso, puesto el casco de acero, Fusil Automático Ligero (FAL) con una cacerina, morral, cinto, dos cananas con cuatro cacerinas abastecidas, carpa de campaña y sus estacas, frazada ploma con la franja bicolor con colores de la patria, la mochila, una cantimplora con agua y adelante un soldado con gallardete corriendo, cantando a viva voz, los cantos militares que son las herramientas del valor que se utiliza en la milicia, hay entre los más graciosos, picaros, patrióticos, guerreros, etc. Doblábamos por la equina del cementerio antiguo de Caraz con dirección al puente colgante sobre el río Santa; luego, para trepar por el empinado cerro con destino a las altura del distrito de Pueblo Libre. La Marcha de campaña era el último esfuerzo de la “perrada”, una prueba de valor de supervivencia en el campo, la exigente instrucción de dos meses consecutivos, el ejercicio de tiro, el grito de los “hueveros” en los cerros ya había pasado. En el campo, la hora del desayuno, almuerzo y cena, es como para no olvidar nunca, durante una semana estas con las gamelas estiradas para recibir el rancho, luego devorarlos. Durante cinco noches hay instrucción y marchas por caminos abruptos; luego, cuando retornamos nos esperaba la carpa de campaña que nos protegía del intenso frió y la llovizna, para la felicidad nuestra en aquellos días la lluvia no se presentó; las noches de instrucción quedaron como huellas imborrables en nuestras vidas juveniles. El día viernes en la tarde, victoriosos, cantando canciones de guerra retornamos al cuartel, nuestra casa por dos años. Gracias a estos entrenamientos el soldado aprende a dominar el arma para la guerra, dominar las emociones, sobreponernos a la fatiga, al cansancio, supervivencia, compartir con los compañeros, pues fueron parte de nuestras vivencias, también nos enseñó a madurar, para valorar lo que realmente es la vida. Los instructores, el subteniente de ingeniería Walter Villanueva Cerpa y los seis monitores nos enseñaron que uno puede dar más de sí y que la mente puede todo, la disciplina, espíritu de cuerpo, experiencia, valor, honor y sobre todo la lealtad, para conducir hombres de bien y dar el ejemplo a los subordinados.

Era el viernes cuatro de marzo de 1977. Aquella mañana, el patio de formación lucía esplendoroso. La pequeña tribuna se encontraba adornada con un toldo, con los colores rojo y blanco de la bandera peruana. Los familiares ingresaban felices en grandes grupos por la puerta principal de la guardia, porque sus hijos, sobrinos, nietos, primos o amigos iban a recibir las armas que la patria le entregaba para la defensa. Nosotros ansiosos en estricta formación permanecimos listos para recibir las armas. Aquella ceremonia tuvo ribetes de gran solemnidad. Se dio inicio con el izamiento del Pabellón Nacional para luego entonar las sagradas notas del Himno Nacional, la sagrada misa, después vino el discurso del Jefe de Batallón. Llegó el momento de la entrega de armas, el frío abatía la estación de invierno, pero el calor del espíritu del soldado estaba encendido en lo más alto, hemos dejado de ser “perro”, todos lucíamos impecable con nuestros uniformes de campaña, recuerdo que teníamos una doble motivación al tener a nuestro lado a la familia militar y también a nuestra razón de existencia, nuestros queridos padres y hermanos que habían ido a ver la ceremonia, seguro al leer estas líneas algunos se recordaran, aquellos momentos junto a nuestros instructores. En esta Ceremonia nuestras madres lucían orgullosas entregándonos nuestras armas con un fuerte “si juro” y luego entonamos el himno nacional con extrema energía, igual que el himno del ejército, nuestros corazones palpitaban aceleradamente, fue un canto del estruendo de la voz del alma que se escuchaba en las cumbres del majestuoso Huascarán. 

Después de dos meses de “perrada” reclutada, convertido en soldado de la patria de un batallón de ingeniería de combate; el sábado 5 de marzo, por primera vez salimos de paseo, bien uniformados, con el corte militar alto y zapatos brillando. Doblando la esquina del cuartel, sin escatimar tiempo y espacio cada uno se pierde en las calles buscando como a bordar un vehículo para llegar por los medios más rápidos donde están sus padres. Algunos desadaptados civiles nos dicen “moroquitos” recién salidos del cuartel, están como locos para ver a sus padres; otros, sobre todo los varones por ahí entre murmullos dicen, mira la cantidad de “cachamulas” que han salido a la calle, ahora si "rayan" las putas del chongo de Vichay. El soldado Juan Botello Pérez, un joven campesino de uno de los caseríos del distrito de Pueblo Libre que había sido capturado en una leva forzada, ahora mira a la patria de otra manera, su permanecía de dos meses en el cuartel como “perro” y recluta, haciendo labores militares tan duros e insoportables, siempre acompañado por los castigos de los instructores y sargentos monitores, en breve tiempo había hecho cambiar su mentalidad para rectificar su conducta y valorar a sus padres. 

Los licenciados del ejército del primer contingente del mes de enero de 1977, hoy sobre los sesenta años de edad, vivirán en tantas partes como sus propias aventuras. De los fallecidos sus restos reposaran en los camposantos, y los que permanécenos de pie por gracia divina aun recorremos las calles en nuestra patria y en el extranjero, recordando siempre nuestro paso por el glorioso ejército. Cada 3 de enero muy temprano nuestros cuerpos se rejuvenecen y se levantan cargado de recuerdos de su paso por el cuartel de la patria. También recordamos los nombres de nuestros instructores, ahí está el subteniente de ingeniería Walter Villanueva Cerpa y los monitores, Machuca, Solís y otros. Estoy seguro que todos están donde deben estar. 

jueves, 2 de abril de 2020

LA LLEGADA DE LAS FUERZAS PATRIOTAS AL DISTRITO DE YUNGAY ANCASH CAMPAÑA DE LA BREÑA 19 JUNIO 1883

  El día martes 19 de junio de 1883, siendo las 07:00 horas, desde el distrito de Carhuaz las fuerzas patriotas reanudaron el desplazamiento con destino al distrito de Yungay. La ruta de terreno llano se les presentó muy favorable, siendo las 11:30 horas, el General Cáceres, sus escoltas y ayudantes llegó a esta hermosa ciudad; entrando no mucho después el grueso del ejército. Puntos importantes del tramo fueron: Tingua, Cascapara, Tishtec, Mancos y Ranrahirca.

En el distrito de Yungay el General Cáceres y sus ayudantes se hospedaron en la residencia de los Cisneros, mientras otros jefes y oficiales eran atendidos en las casas del hacendado Ignacio Figueroa Fernández, la familia Lagos y otras familias notables, ricos y poderosos hacendados de la zona. El pueblo entre tanto, acogió con mucho cariño al personal de Tropa, de modo que la ciudad de Yungay fue recordada por los breñeros como "deliciosa población por su clima y hermoso paisaje y también por la bondad de sus habitantes".

El día miércoles 20 de junio, siendo las 10:00 horas, formó en la plaza de armas del distrito de Yungay el Ejército del Centro de 2240 hombres para recibir al Ejército del Norte de tropa ancashina de 830 hombres al mando del Coronel Isaac Recavarren, que llegaba procedente de Huaylas, tras haber destruido todos los puentes sobre del río Santa y todos los caminos a uno y otro lado del río, por los cuales el coronel chileno Alejandro Gorostiaga y el comandante Herminio Gonzales pretendieron pasar al distrito de Yungay. En esta tarea se emplearon todos los elementos disponibles, principalmente dinamita y pólvora, de esta manera desapareció por completo el peligro por el sector Norte y sector Oeste. El Ejército del Norte al mando del Coronel Recavarren fue recibido con todos los honores militares, pese a que su pobre presencia de sus tropas desilusionó grandemente a los que venían con el General Cáceres, principalmente al coronel Secada, quien expresó el más patético desencanto: Al respecto, dijo: " Al día siguiente de nuestra llegada a Yungay se unió a nosotros el titulado Ejército del Norte, pésimo personal, en su mayoría campesinos desarmados, analfabetos, sin instrucción, y en número de 830 hombres, incluso un escuadrón de caballería compuesto de indios reclutas y raquíticos que apenas podían tenerse sobre el caballo". De todas maneras, el Ejército del Centro le hizo los honores de cortesía recibiéndolo formado. Su jefe traía una numerosa escolta y batidores que llevaban grandes banderolas rojas, blancas y bicolores". Al General le debieron parecer razonables las explicaciones que dio el coronel Recavarren justificando las deficiencias del personal bajo su mando en cuanto a armas y vestuario, motivadas principalmente por la escasez casi absoluta de recursos económicos y la activa oposición de los grupos económicamente poderosos adeptos al traidor de Cajamarca, como lo demostraba la adhesión y simpatía presentada por los notables de la ciudad de Huaraz al coronel chileno Marco Aurelio Arriagada. Por tal razón, Cáceres continuaría reconociéndolo a Recavarren como comandante en jefe del destacamento del Ejército del Norte, poniendo a sus órdenes, en calidad de refuerzo, al batallón Tarma.

En Yungay, unidos el Ejércitos del Norte y el Ejército del Centro, sumaban 3070 efectivos en su mayoría campesinos mal armados. Las fuerzas chilenas que pretendieron cercar a las fuerzas patriotas por tres frentes fracasaron por completo. Por el Norte, el coronel Alejandro Gorostiaga al mando 1500 hombres quedó aislado en la localidad de Yuracmarca, distrito de Huallanca, luego se dirigió a Pallasca, prosiguiendo su marcha con destino al distrito de Huamachuco, provincia José Faustino Sánchez Carrión para el cuidado del traidor Miguel Iglesias; por el sector Oeste el comandante Herminio Gonzales al mando de 600 hombres que subía por la ruta del distrito de Quillo y que pretendía entrar al distrito de Yungay por el puente del distrito de Matacoto, también quedó aislado, luego se desplazó a la ciudad de Trujillo; por el sector Sur el coronel Marco Aurelio Arriagada al mando de 3200 hombres armados con fusiles y artillería de última tecnología, se mostraba indeciso, permanecía en la ciudad de Huaraz. 

Al General Cáceres se le presentó dos alternativas, pese a contar con fuerzas notoriamente inferiores en personal y armas se le planteó la posibilidad de enfrentar a las fuerzas del coronel Arriagada, o burlar su persecución, con una grandiosa maniobra por la rutas de la laguna de Llanganuco, para pasar al Callejón de Conchucos; optaron por la última alternativa, pues tenían que cumplir con la misión de capturar al traidor de Cajamarca Miguel Iglesias Pino, quien disolviendo su ejército, con el apoyo de los mandos de la ocupación chilena y los representantes de los siete departamentos del Norte, se había convertido como presidente regenerador del Perú, firmando la rendición con sesión territorial de Tarapacá, Tacna y Arica.

La tropa ancashina, mal armado, unidos al Ejército del Centro en total 3070 hombres marchó con destino a Huamachuco, algunas fuentes dicen que en una sola noche, el 7 de junio, desde la llanura Tres Ríos, localidad a 24 kilómetros del Huamachuco se habían desertado más de 600 soldados ancashinos. El ejército no pudo frenar la fuerte deserción, desde Yungay salieron 3070 hombres y para el combate del 10 de julio, el ejército contaba solamente con 1400 hombres; el nueve de julio cuando las disminuidas fuerzas patriotas ya habían ocupado sus trincheras en los cerros Cuyulga, Santa Barbara y otros, recibieron el refuerzo de 200 guerrilleros de Santiago de Chuco al mando de Santiago Calderón y los hermanos Porturas. De los principales ancashinos que se presentaron al combate podemos mencionar al huaylino teniente Germán Alba Jurado, abanderado del Batallón "Pucará", quien perdió la vida en el cerro Sazón y el Sargento Mayor Manuel Eulogio del Rio, quien, por salvar la vida del General Cáceres, fue herido de muerte en la batalla y falleció al día siguiente durante el repase chileno. Muchos que regaron su generosa sangre en las Llanuras de Purrumpampa están considerados como soldados anónimos. Es digno de recordar que allí también combatió Pedro Celestino Cochachin de la Cruz “Uchcu Pedro” con el grado de Comandante de Milicias, es decir, jefe de guerrilleros. 

Antes de partir por la ruta de la laguna de Llanganuco, con la finalidad de obtener algún apoyo pecuniario, el General envió a la ciudad de Caraz al secretario de la Jefatura Superior del Norte, ingeniero Benavides, que a duras penas pudo conseguir 500 soles de plata, "único auxilio que se obtuvo del departamento de Ancash", en lo que a dinero se refiere. Los caseríos y comunidades campesinas de la ruta ayudaron al ejército patriota en todo lo que su extrema pobreza les permitió, era ese el tiempo de las efervescencias rebeldes indígenas, que muy poco tiempo después se manifestaría con el movimiento de liberación mesiánico que acaudillaron Atusparia y Uchcu Pedro.