lunes, 31 de diciembre de 2018

MONUMENTO DEL SARGENTO EP INOCENTE NICOLÁS VÁSQUEZ GONZÁLES PLAZA DE ARMAS DE JAEN CAJAMARCA

Las autoridades civiles, militares y la Asociación de los Defensores de la Patria del Alto Cenepa 1995 de la sede Alto Mayo - Rioja, inauguraron y develaron el monumento del héroe sgto 2do EP Inocente Nicolás Vásquez González, en la Plaza de Armas "Héroes del Cenepa" de la provincia de Jaén, departamento de Cajamarca. La ceremonia fue presidida por el General de Brigada José Cruz Flores Guerrero, Comandante General de la 6ª Brigada de Selva, acompañado del Mg. Walter Prieto Maitre, Alcalde de Jaén. 

El sargento Inocente Nicolás Vásquez Gonzales, perteneció a la Compañía “C” del Batallón Contrasubversivo N° 28 del distrito de Rioja, departamento de San Martín. Murió el día lunes 13 de febrero de 1995 en la cota 1232 en el Valle del Alto Cenepa, durante el enfrentamiento con las tropas invasoras de la Brigada de Fuerzas Especiales N° 9 “Patria” de Ecuador. Sus restos mortales nunca fueron recuperados, se quedó para siempre en el Valle del Cenepa.

El día domingo 12 de febrero, siendo las 16: 45 horas, se produce el primer choque con las fuerzas ecuatorianas. Nuestras fuerzas en completo silencio se desplazaban por una trocha angosta y sinuosa dentro de inmensos arboles, la primera companía de 120 hombres al mando del capitán "Rodrigo" había ingresado a una zona de emboscada y como consecuencia se produce el combate contra el personal de la Brigada de Fuerzas Especiales N° 9 "Patria" de Ecuador, el combate finalizó siendo las 17:30 horas aproximadamente. Después del primer enfrentamiento, 360 combatientes del Batallón Contrasubversivo N° 28 de Rioja, quedó totalmente dividido, algunas companías utilizando otra trocha se habían replegado hacia el Helipuerto Tormenta, cota 1274, bautizado por los ecuatorianos como la Base Norte, otros permanecieron en el mismo lugar del combate dispersos y perdidos bajo la sombra de inmensos arboles.

El día lunes 13 de febrero, en la cota 1232,  Valle del Cenepa, siendo las 08:00 horas, una mañana nublada, reinaba el silencio, 17 combatientes estábamos perdidos en las profundidades de este inhóspito valle; en estas situaciones de peligro por la misma tensión no hay sed ni hambre, 48 horas nos encontrábamos sin rancho, sin medicamentos. Siendo las 09:00 horas, muy preocupados, enviamos a tres mensajeros para ubicar al personal disperso y personal de la Reserva, porque presumíamos que se encontraban en las faldas del cerro. Los tres mensajeros comenzaron a recorrer por el mismo camino que recorrimos en la tarde anterior, con la finalidad de encontrar al personal bajo el comando del teniente de infantería Ramírez García Edwin "Marcelo" y al personal de la Reserva, entre los mensajeros se encontraban los dos soldados que me acompañó en el combate del día anterior, mientras yo me quedé conversando con el alférez de caballería “Zeus”, analizando detalladamente los acontecimientos del día anterior. Los mensajeros retornaron muy asustados con el resultado negativo, inmediatamente se envió segundo grupo de mensajeros, ellos si habían encontrado a algunos dispersos, entre Oficiales, Suboficiales y Tropa. Siendo las 11:00 horas personal disperso de diferentes patrullas se hicieron presente al mando del capitán de artillería Luis Alberto Cruz Ruiz "Joel", con ellos se conformó una fuerzas de 86 combatientes. El mando de este personal recayó por antigüedad en la persona del mencionado capitán; por orden de este oficial por lapso de algunos minutos permanecimos sentados al borde del acantilado cerca a un riachuelo, luego nos dispersamos ocupando diferentes sectores en forma circular, donde la mayoría procedió a descansar, hubo total exceso de confianza en el oficial al mando, quien nos decía: "Los monos se han escapado con el rabo entre las piernas". 

El 13 de febrero, siendo las 11:45 horas, en la cota 1232, Valle del Alto Cenepa, el sargento 2do Inocente Vásquez y catorce soldados se encontraban en la parte alta del acantilado, cerca del riachuelo, en dicho sector no había cubiertas ni abrigos para la protección de este personal. Por exceso de confianza del oficial al mando, el enemigo nos sorprendió totalmente desprevenidos, las tropas de Ecuador dispararon cuatro granadas de morteros de 60 mm desde la cima del cerro del lado Este y los cuatro cayeron en la parte alta del acantilado, originando llamaradas de fuego y sonido ensordecedor, situación que originó desorden parcial en todo el personal nuestro, como reacción el personal de tropa comenzó a disparar sus fusiles en distintas direcciones sin disciplina de fuego. Ante el constante impacto de las granadas del enemigo en dicho sector, por instinto el personal de tropa corría de un lado a otro esquivando las esquirlas evitando ser alcanzados, en esos momentos no hubo dirección de los jefes de patrulla para salir de ese mal momento, todos se encontraban cuerpo a tierra. En ese momento yo permanecí de pie adherido al tronco de un árbol grueso que me protegía de los dispararos del enemigo que venía del sector de mi retaguardia, siempre de pie, miré a mis inmediaciones, constatando que todo el personal de oficiales y suboficiales, jefes de las patrullas se encontraban cuerpo a tierra cubiertos con los troncos caídos. Después de varios minutos de iniciado el combate de los nuestros alguien reaccionó desde el otro sector y comenzó a disparar granadas de RPG hacia las posiciones ecuatorianas, con el impacto de estas granadas que origina 3000 grados de calor el cerro donde se encontraban atrincherados las tropas de Ecuador se sacudía y se escuchaban voces de dolor, nuestro personal poco a poco comenzó a revertir el mal momento y comenzó a controlar la situación, en este caso es digno de reconocer que entre la tropa existe realmente hombres de mucho valor y sobre todo serenidad. Los ecuatorianos no variaron el reglaje de sus morteros en ángulo ni dirección. En ese momento en mi condición del más antiguo en grado en el sector del acantilado, mi error fue no despejar este lugar enviando al personal de tropa al otro lado del riachuelo, pero dudé, porque en el otro lado también el peligro era constante por la presencia de muchos fusileros y francotiradores del enemigo que disparaban sin cesar en ráfaga, era el sector más comprometido por la acción del enemigo.

Los disparos en ráfaga de cientos de fusiles y ametralladoras de las tropas de Ecuador no causó ningún daño a nuestro personal, inmensos arboles que nos rodeaba fue nuestro escudo muy eficaz que nos protegió de los disparos del armamento menor como (fusiles, ametralladoras y otros). Los cuatro morteristas del enemigo continuaron disparando al mismo lugar, fue incontable la cantidad de tiros que llegó al sector del acantilado, las esquirlas de una de las granadas de morteros le sacó el hombro derecho y el antebrazo al Sargento 2do Vásquez, en la parte afectada se veía inmenso hueco y rápidamente comenzó salir cantidad de sangre, así mortalmente herido caminó con dirección al riachuelo, ayudado por su fusil que le servía como un bastón, en seguida en voz alta pedía perdón por todo lo hecho en su vida a su señora madre, dos veces dio vivas al Perú, dijo lo siguiente: “Por el Perú estoy aquí madrecita, perdóname por todo, perdóname madre, ¡viva el Perú!, ¡viva el Perú...!", luego al ingresar dentro de unas malezas se cayó, pues sus piernas ya no tenían suficientes fuerzas, entre los arbustos lo perdí de vista por las circunstancias del combate. Los ataques continuaron con total intensidad, los minutos pasaban, lapso de tiempo que siempre permanecí parado al pie del árbol grueso, ubicación que me permitió observar todo lo que sucedía en las inmediaciones; el árbol grueso me protegía, pero no me permitía disparar a las posiciones de soldados ecuatorianos; en esas circunstancias de combate miré por todo lado y decidí salir para ubicarme en otro (abrigo) que era un árbol grueso caído en posición horizontal, tendido en la parte media del acantilado; por ende corrí por la bajada con dirección al riachuelo, momentos que caen cuatro (4) granadas de morteros de 60 mm, las ondas me hizo volar y rodé por el acantilado, como caí con mi fusil bajo el pecho, la palanca de armar me fracturó el quinto metacarpiano de la mano izquierda, además ingresa una astilla de madera de 5 centímetros en el dorso de la misma mano, en esas condiciones me repuse sonámbulo y cuando subía para regresar al pie del mismo árbol, mi posición inicial, nuevamente caen 4 granadas y las esquirlas de estas me impactan en el omóplato izquierdo, ingresan varias esquirlas de diferentes tamaños, en principio sentí un golpe fuerte por lo que pensé que me había caído una pedrada, en el acto comencé sentir un ardor fuerte, me quemaba adentro a la altura de la tetilla izquierdo, por lo que revisé dos o tres veces, luego puse mi mano en mi omóplato encontrando que mi polo estaba roto en forma de zeta y el orificio que había dejado la esquirla grande en esa parte del cuerpo, mediante el tacto comprobé que había un hueco, por lo que procedí voltear, constatando que la sangre caliente ya estaba sobrepasando mi talón del pie izquierdo, aquella tarde perdí mucha sangre, y estuve a punto de perder la vida. Cuando se enfrió el plomo de diferentes tamaños incrustado en la parte blanda de mi omóplato izquierdo, mi brazo del mismo lado se adormeció totalmente y sentí dolor intenso en la axila. Aproximadamente  40 minutos permanecí parado adherido al pie del árbol grueso, en esos momentos viendo que la situación aún era muy difícil; me armé de valor, volteando a mi derecha comencé a gritar hacía el cerro: "somos peruanos no disparen, somos peruanos no disparen", "somos peruanos no disparen", es que pensé por error nos enfrentábamos a nuestras propias fuerzas; luego recordando los comentarios de algunos colegas que escuché en el Puesto de Vigilancia N° 1, reaccioné, pues las Tropa de Ecuador utilizaban fusiles con balas de calibre 5.56 y lo disparaban desde sus trincheras bajo tierra, los soldados ecuatorianos disparaban en ráfagas luego se ocultaban en sus huecos, estos disparos reventaban como si fueran canchitas de maíz en comparación con los disparados del fusil FAL de calibre 7.62, que emite un sonido característico muy fuerte. Cuando uno de los nuestros comenzó a disparar el temible lanza cohetes RPG, los disparos de fusiles, ametralladoras y morteros de 60 mm del enemigo bajaron su intensidad y luego se silenciaron, en ese momento miré a todas las direcciones y decidí abandonar el árbol grueso y corrí a toda velocidad por el acantilado hacia el otro lado del riachuelo con la finalidad de hacer un contra ataque, en el acto cuatro soldados me siguieron, en instantes que estábamos para llegar a la orilla del frente, nuevamente se reinició la fusilería desde diferentes flancos; por ende, a toda velocidad me desvié hacia el lado izquierdo y salté a un pozo profundo que el agua me llegaba hasta la altura de la garganta, tras mío también los cuatro soldados saltaron, todo fue en cuestión de segundos; los disparos en ráfaga continuaron, en ese momento pensé que estábamos totalmente rodeados y sin escapatoria, para evitar ser identificado en caso de caer prisionero, en el acto decidí botar mi cámara fotográfica con su estuche y todo su contenido, había pilas de repuesto, tres rollos nuevo, mi carnet de identidad y mil ochocientos soles en billetes cubierto con plástico, en ese momento un disparó de fusil impacta la piedra que me protegía y cae a medio metro y se desvía emitiendo un sonido tipo "silbido", ahí dentro del agua aún más nos asustamos, pienso que el disparo fue para mí, pero Dios todo poderoso no lo permitió que me impactara en la cabeza, en esos momentos permanecimos arrinconados en las piedras que sobresalían en los perímetros del pozo por lapso de 20 minutos, los minutos pasaban y nuevamente se silenciaban los fusiles, en ese momento salimos del pozo y ahí cerca estaba tendido muerto boca abajo con el hombro derecho casi destrozado, con su fusil bajo el pecho, el sargento Inocente Nicolás Vásquez Gonzales, estaba ensangrentado; en el mismo sitio voltee el cuerpo colocando en cubito dorsal, ya estaba frió, puse su fusil en su pecho y comencé a reunir a todos los heridos, en total junté a 27 heridos, todos presentaban diversos impactos por efectos de esquirlas de granadas de mortero de 60 mm, algunos sangraban por la espalda, otros por el vientre, en ese momento sin perder más tiempo decidimos salir a través del riachuelo rampando de pozo en pozo hacia la parte alta, luego hacía el Helipuerto Tormenta, lugar donde se encontraba el Puesto de Comando del Batallón Contrasubersivo N° 28 al mando del Teniente Coronel de Infantería Julio Celestino Chaparro Beraum.

El día 14 de febrero, siendo las 10:00, el señor teniente coronel de infantería Julio Celestino Chaparro Beraún en su condición de Comandante de Batallón, en la cota 1274 bautizado por los ecuatorianos como la Base Norte, organiza una fuerza de 200 hombres y baja con destino a la cota 1232 lugar donde se hallaba los restos mortales de mencionado sargento, la misión fue recuperar el cadáver, pero grande fue la sorpresa que encontraron en el camino, pues las tropas de la Brigada de Fuerzas Especiales Nº 9 "Patria" de Ecuador, se hallaban bien posesionados en todo el sector del terreno donde habíamos combatimos el día anterior e impidieron el paso bajo fusilería y empleando granadas. Ante la resistencia de los ecuatorianos el personal de Batallón Contrasubversivo N° 28 retrocede con destino al "helipuerto Tormenta" empleando la misma trocha, ante tal circunstancia las tropas ecuatorianas envalentonados por el resultado, realizan una persecución silenciosa por la misma trocha e intentaron llegar hasta el mismo Helipuerto Tormenta cota 1274, para tal fin emplearon camuflajes especiales  Guillie o Yowie pero fueron sorprendidos por los vigías peruanos, en ese momento de arriba hacia abajo las tropas del Perú disparan todo tipo de armas y granadas, ante la buena reacción del personal nuestro, los ecuatorianos huyen arrastrando a sus muertos y heridos. 

Después de este fallido intento de recuperar los restos mortales del sargento 2do Vásquez, nadie más se preocupó de él y lo consideraron como desaparecido en acción de armas y hasta el día de hoy está considerado como uno de los desaparecidos en las Operaciones Militares del Alto Cenepa 1995, abandonado por sus camaradas de armas y por el mismo Estado peruano.

Con este busto, se rinde homenaje a un hijo de la provincia de Jaén que ofrendó su vida en la cota 1232 en el Valle del Alto Cenepa el día lunes 13 de febrero de 1995, en los días del combate formó como parte de la Compañía “C” fusileros del Batallón Contrasubversivo N° 28 de Rioja, al mando del teniente de infantería Edwin Ramírez García.

1 comentario:

  1. Para todos aquellos combatientes que de alguna manera discrepan con mis escritos, les digo que yo estuve adherido al pie del árbol grueso a una distancia de 10 a 12 metros donde falleció el sargento "Lechuza", cerca al riachuelo. En todo momento permanecí de pie, observé todo lo que ocurría en las inmediaciones, también reiteradas veces grité a todo pulmón hacia el cerro de dónde venían los disparos, pensando que equivocadamente nos enfrentábamos a nuestras propias fuerzas al mando del mayor "Wily", quienes permanecían como perdidos desde el combate de día anterior, que fue día sábado en la tarde ¿se acuerdan o no?. Pregunto ¿si estuvieron cerca, no se acuerdan del suboficial "Diego", de la Base Militar del distrito de Pelejo?, ¿no vieron cuando una explosión me hizo volar por la pendiente del acantilado, donde me fracture la mano izquierda, y cuando me repuse sonámbulo cayó más granadas de mortero de 60 mm y las esquirlas de estas me perforó el omóplato izquierdo y retornando al pie del mismo árbol permanecí sangrando por lapso de varios minutos?, ¿no me vieron cuando se silenció los disparos intenté correr hacía el frente, hacía el otro lado del riachuelo y ante el reinicio del disparo de las ametralladoras en ráfaga a toda velocidad me desvié a la izquierda y salté a un pozo en companía de 4 soldados donde permanecí metido varios minutos". El teniente Marcelo no participó en ese enfrentamiento, él también estaba perdido. Pregunto, sí estuvieron tan cerca del sargento fallecido ¿no me vieron que estado herido siempre permanecí de pie al pie de un árbol grueso?. Soy testigo ocular cuando al mencionado finado las esquirlas de granada de morteros de 60 mm le abrió todo el hombro derecho, dejando un hueco grande por donde comenzó salir mucha sangre, él en ese momento con la muerte que se le aproximaba caminó por la pequeña pendiente, instantes que pidió perdón a su madre y dio vivas al Perú. Atentamente Suboficial EP "Diego" Jefe de la Base Contrasubversiva del distrito de Pelejo (diciembre 1994 – 29 de enero 1995). Saludo afectuoso para todos los Combatientes y Defensores de la Patria del Perú.

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