viernes, 20 de octubre de 2023

CAMPAÑA DE LA BREÑA: AVANCE PATRIOTA DE JUNÍN A CERRO DE PASCO MAYO DE 1883

En el mes de mayo de 1883, el General Cáceres convocó una Junta de Guerra en la ciudad de Tarma, cuando se sabía ya que desde la ciudad de Lima se movilizaban por los tres valles de salida varias divisiones chilenas con la misión de aniquilarlo, actuaban como guías de las tropas chilenas muchos peruanos entre oficiales y civiles adeptos al traidor de Cajamarca Miguel Iglesias Pino. El Ejército de La Breña emprendió entonces la sacrificada retirada al Norte, en la que tuvo que tramontarse la cordillera Blanca, en lo más frío de la estación del estió serrano. Pocos ejércitos del mundo podrían enorgullecerse de tal hazaña; y se compara a las huestes del General Cáceres con las de Aníbal, César y Carlomagno, capitanes de talla y fama universal.

En Palcamayo, poco duró el descanso de las fuerzas patriotas, pues a poco de caída la noche el mayor Zapatel y otros jinetes llegaron al campamento con la noticia de que los chilenos se hallaban próximos. Era una falsa alarma, pero la tropa, puesta a punto de salida, ya no pudo dormir. La esposa del General, a petición de éste, fue la primera en tomar el camino con destino a Cerro de Pasco, escoltada por algunos jinetes de confianza. La señora Antonia Moreno relató lo siguiente: "No sé cómo vestí a mis hijas, y las hice montar rápidamente. Yo cargaba en el bolsillo imperdibles para asegurar los abrigos. Además de éstos, los envolví en frazadas, de modo que el hielo de la noche, en tales alturas, no les fuera a ocasionar una pulmonía. Así, bien abrigadas, emprendimos la marcha por esos páramos glaciales”.

Relatando ese pasaje, Daniel de los Heros escribiría: "La señora del General con un valor superior a su sexo, y sus tres tiernas hijas que siguieron la marcha sufriendo todas las fatigas y privaciones del Ejército…a las doce de la noche emprendieron el viaje a Cerro de Pasco, a consecuencia de una falsa noticia que se recibió de que el enemigo avanzaba sobre nosotros.

El 23 de mayo, en Junín, siendo las  05:00 horas, el Ejército se puso en movimiento con destino a la localidad de Carhuamayo, el General Cáceres recién abandonó la ciudad incontrastable siendo las 06:30 horas. El subprefecto Lecca quedó “con orden de permanecer en su provincia, obrar conforme a las circunstancias y dar aviso de los enemigos”. Y tras diez horas de camino llegaron a Carhuamayo, relacionado a este desplazamiento el combatiente Manuel Rodríguez, comentó: “pueblo de indios, lo mismo que los anteriores, donde la vista de la inmensa laguna fue muy imponente”. En las últimas horas de ese día Cáceres se ocupó de preparar con sus secretarios las proclamas que dirigiría a los pueblos del Centro y al Ejército.

Mientras tanto, en la mañana de aquel mismo 23 de mayo, la división chilena al mando del coronel Del Canto Arteaga se trasladó de Casapalca a Pachachaca, localidad que alcanzó a las 21 horas. La conformaban cinco compañías del batallón Tacna 2° de Línea, en número de 500 hombres, dos companías del Miraflores, sumando 250 efectivos, otros 150 del Curicó 25 del Carabineros de Yungay, 2 piezas de artillería, parque y bagajes. No tuvieron lugar para hospedarse adecuadamente, porque el pueblo no tenía casas, ya que permanecía en escombros desde que los chilenos lo incendiaran el año anterior. Por ello, acamparon a la intemperie, protegidos por su magnífico equipo. Del avance del coronel Estanislao Del Canto podía inferirse que la línea férrea hasta Chicla había quedado repuesta.

El 24 de mayo de 1883, siendo las 08:00 las fuerzas patriotas dejaron Carhuamayo, siguiéndoles el General cuatro horas y media más tarde. Anotaría el combatiente breñero Manuel Rodríguez: "la vista de la cordillera fue lindísima, por la cresta de los cerros cubiertas de nieves perpetuas. Se plantó el campamento en el caserío de Pasco, población muy triste y helada”.

El 25 de mayo, muy de madrugada, Cáceres salió en vanguardia hacia Cerro de Pasco, donde entró a las 11 horas. Gran admiración causó a los acompañantes del General el trazo de la ciudad, totalmente diferente del de otras del país. "Es más bien una población europea", comentó Pedro Manuel Rodríguez, añadiendo que las calles eran estrechas e irregulares, y el empedrado malo, pues había que "andar con mucho cuidado para no caer". Constataron la sorpresa de algunos pobladores, porque allí se creía que Cáceres había sido ya derrotado Agilizó el General los preparativos para recibir al Ejército y a mediodía éste hizo su entrada en la ciudad, en medio de gran entusiasmo, a decir de la crónica periodística:

"Después de una ansiosa expectativa, aglomerados los vecinos de esta ciudad en todas las plazas y calles, han presenciado la entrada de/ Ejército del Centro que, en su retirada estratégica, trae consigo los elementos primordiales de las fuerzas que más tarde, en un campo más propicio para su desarrollo, serán las que definan la desesperada situación por la que atraviesa el país.

Hemos notado un gran entusiasmo al ver desfilar en perfecto orden y disciplina, este ejército que ha tenido hace más de año y medio fijas sobre sí las miradas de/ país. Todas las observaciones de los espíritus tímidos, de los indiferentes y de los pesimistas, han desaparecido ante la actitud de nuestras fuerzas de resistencia, que marchan en pos de los destinos del país a una parte donde su acción puede y debe ser más eficaz. Después partirán acompañadas de nuestros votos en favor de su superioridad y de la confianza que tenemos de oír nuevamente sus hechos en pro de la causa nacional y en una esfera superior a la en que hasta ahora han operado”.

Cáceres y su familia se alojaron en el hotel Italia, mientras que las tropas se instalaron en varios canchones de la ciudad. Permanecerían en ella por espacio de cuatro días, “tanto para dar descanso a las huestes como para la obtención medios económicos.

El 25 de mayo, en la mañana, Del Canto se movió de Pachachaca a La Oroya llegando frente al puente al promediar el día. Perdió buen tiempo buscando un vado adecuado, y finalmente "ordenó que se pasaran los dos ríos que forman el Oroya (Yauli y Junín) por la parte más baja. Se cruzó el primero sin contratiempos, pero más difícil resultó vencer el segundo, donde parte de la infantería pasó con caballos de los carabineros mientras los demás hacían uno de lazos amarrados a estacas. Varias horas costó dicha operación, y alcanzada la orilla opuesta hubo de subirse una cuesta y pasar un desfiladero antes de tener a la vista el pequeño caserío de La Oroya. El descanso era imperativo, y Del Canto lo autorizó hasta la tarde del día siguiente. A las 15:00 horas del 26 reanudó la marcha.

Avanzó por una pampa muy alta, Ayabamba y Huaichai para llegar una hora más tarde a la ciudad de Tarma, siendo recibido con grande algarabía. León García se le subordinó entregándole el mando supremo del ejército expedicionario, que ahora sumaban más de tres mil doscientos efectivos. Y se celebró la reunión con una cena de gala, a la que no sólo asistieron los jefes chilenos, sino también los peruanos traidores como invitados especiales, según se lee en una versión chilena:

"A las 6:30 p.m. principiaron a llegar el señor coronel Del Canto, los comandantes Solo de Saldívar, Arellano y Selaya, los sargentos mayores Urrutia, Canto, Díaz Gana, Carvallo, Plaza, etc., es decir todos los jefes y oficiales de los cuerpos, menos los del Buin. También estaba sentado a la izquierdo del coronel Del Canto, el coronel peruano Luis Milón Duarte Ramos, delegado del traidor Miguel Iglesias Pino. Se brindó mucho por el éxito de la campaña y sobre todo por Del Canto como jefe de la expedición".

A esas mismas horas, en Cerro de Pasco, Cáceres pronunciaba ante sus tropas esta vibrante proclama.

“Soldados”

Hace cuatro años que defendemos no sólo e/ honor y la integridad del Perú y los principios sobre los que descansa la organización política de los estados americanos contra la insaciable ambición de un enemigo salvaje en su ceguedad ha resuelto el aniquilamiento de nuestra patria.

Los memorables combates de Pucará, Marcavalle y Concepción, donde humillasteis el pabellón chileno, son una prueba de vuestro heroico valor y demuestran que el Perú cuenta con defensores decididos y patriotas resueltos a reivindicar su honra hasta el último sacrificio.

Si la ineptitud y cobardía de un jefe os defraudó una nueva victoria, el movimiento estratégico que habéis operado en presencia de un enemigo poderoso, que pretende vuestra destrucción, es un triunfo, pues habéis burlado sus deseos.

Compañeros:

Muy pronto, con mayores y poderosos elementos, volveremos sobre nuestros pasos paro arrojar al enemigo de los puntos que ocupa y castigar severamente a los traidores que le conducen y a los que lo reciben con recursos que nos niegan. Así demostraréis que el movimiento actual no es el efecto de la cobardía sino un medio de asegurar el triunfo.

 Vuestros sacrificios no serón estériles. Continuad obedientes a vuestros dignos y denodados jefes, que yo os prometo nuevas victorias en nombre de la independencia del Perú y de los derechos de la América. Debéis estar orgullosos porque vosotros sois el sostén de la República y la esperanza de su regeneración.

Cuando un pueblo cuenta con defensores tan abnegados y patriotas como vosotros, puede estar seguro de su libertad.

De vuestro valor y constancia depende la salvación de la patria y el destino futuro de la América. Que vuestro entusiasmo no decaiga, y en breve recogeréis los lauros de la victoria, la recompensa de vuestros esfuerzos y la gratitud del país. Os lo ofrece vuestro General y amigo.

ANDRES AVELINO CÁCERES DOREGARRAY

Poco después, el General recibió las ansiadas comunicaciones de Recavarren y Elías. quienes informaron del avance de fuerzas enemigas desde el Norte. De inmediato, Cáceres envió respuesta, ordenando a Recavarren situar sus tropas en PaIlasca, contramarchando, pues se suponía que venía al Centro. Trasmitió también mensajes a Elías Mujica, prefecto de Lima, y a José del Carmen Reyes, subprefecto de Cajatambo, para que en esta última localidad tuviesen preparados víveres, medios de transporte y las fuerzas guerrilleras que servirían al Ejército en su marcha a Huaraz. Marcharon en calidad de correos los soldados Bao y Collazos, expertos en esta clase de comisiones, quienes marcharon por las rutas de Huallanca y Cajatambo, respectivamente," Y tras ello, General Cáceres salió en plan de reconocimiento, acompañado del mayor Zapatel y escogida escolta.

 

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