sábado, 10 de junio de 2017

DESPLAZAMIENTO DE LAS FUERZAS PATRIOTAS DESDE HUARAZ A CARHUAZ CAMPAÑA DE LA BREÑA 18 JUNIO 1883

En la ciudad de Huaraz se tardó mucho en obtener noticia confiable sobre el avance enemigo. Exploradores enviados hacía a las zonas de Recuay algunos regresaban con informes imprecisos y otros no volvieron. Apenas se pudo entender, por lo sucedido a la familia del General en el tránsito de Aguamiro a Recuay, que el enemigo seguía la ruta del distrito del distrito de Huallanca, puna Torres, la cordillera de Yanashallas y la cordillera de Huarapasca. De cualquier forma, Cáceres entendió que estaba próximo el encuentro definitivo, y  en vista de esta situación propuso a su esposa que pasase con sus tres hijas a lugar más seguro. Algunos oficiales recomendaron que marcharan al otro lado del Marañón, territorio aún virgen de la presencia chilena, pero doña Antonia Moreno solicitó viajar a la ciudad de Lima, aun a riesgo de caer en poder del enemigo. El General Cáceres fue muy respetuoso de esta decisión.

En sus memorias escribió el General Cáceres: "También me participó Elías que sabía de buena fuente que Iglesias había firmado, a comienzos de mayo, un protocolo preliminar, por el cual se comprometía a celebrar un trato de paz conforme a las condiciones estipuladas por el invasor. Hasta entonces no había perdido la esperanza de hacer volver sobre sus pasos a Iglesias, para que coadyuvara a la defensa de la integridad nacional. Lúgubres presentimientos me atormentaron". Ya se ve por ese testimonio lo mucho que afectó al jefe patriota la defección de Iglesias. Sin embargo, esos "lúgubres presentimientos" sabría guardárselos para sí mismo, pues ante sus tropas se mostró siempre optimista, pletórico de entusiasmo, procurando contagiar seguridad y fe en la victoria final.

El 17 de junio, en horas de la noche el General Cáceres obtuvo información preciso sobre la concentración de las divisiones chilenas, cuyas vanguardias alcanzaban el distrito de Olleros. En esas circunstancia de proximidad de las fuerzas chilenas, una junta de oficiales, convocada de urgencia, decidió entonces proseguir la retirada hacia el distrito de Carhuaz, fijándose la hora del desplazamiento para las 01:00 horas de 18 de junio. A efecto de dificultar el avance enemigo "se mandaron torpedistas que colocaron minas de dinamita en el puente Pariac, a una legua de la ciudad de Huaraz. Los oficiales y la tropa pasó la noche en vela, dispuesta ya para el desplazamiento, pero después una hora se varió el horario de salida, fijándose para las 07:00 horas.

El lunes 18 de junio, siendo las 07:00 horas, las fuerzas patriotas al mando del General Cáceres, abandonan la ciudad de Huaraz. El General Cáceres abandonó la ciudad siendo las 09:00 horas, se desplazó en retaguardia; pero marchando a caballo, fue el primero en llegar a diferentes lugares, deteniéndose en cada uno "hasta ver pasar el último de sus soldados, que por enfermedad u otra causa se habían atrasado", pasaron por Vichay, Monterrey, Uchuyacu, Lucma, Taricá, Pariahuanca, Aco, Marcará, Acopampa y Cucchón, cubriendo siete leguas para llegar al distrito de Carhuaz, lugar que llegaron siendo las 17:00 horas. En este lugar el General Cáceres y sus ayudantes se hospedaron en la casa del cura patriota Pérez Palma, pero la Tropa pernoctó en la plaza de armas, pues dadas las circunstancias la orden de marcha podía impartirse de un momento a otro, teniendo en cuenta la presunta cercanía del enemigo.

El día 18 de junio en horas de la tarde la vanguardia de las fuerzas chilenas al mando del coronel Juan León García procedente del distrito de Chavín de Huántar llegó al caserío de Huaripampa, luego bajaron al distrito de Olleros, provincia de Huaraz, donde fue avistada por los exploradores patriotas enviados desde la ciudad de Huaraz, pero en el mas calamitoso estado, tras cinco días de marcha forzada; mientras el grueso del ejército al mando del coronel Marco Aurelio Arriagada Palacios, aun permanecía en el distrito de Ticapampa y Recuay. 

El 19 de junio en el distrito de Olleros, antes del medio día, tuvo lugar la reunión de la división chilena de 2000 hombres al mando del coronel Marco Aurelio Arriagada con el tercio del ejército de 1200 hombres al mando del coronel Juan León García, juntos prosiguiendo el desplazamiento a marcha forzada con destino a la ciudad de Huaraz, pero ya no a tiempo de alcanzar a las fuerzas patriotas. Encajaba esto en los cálculos del coronel Arriagada, que contaba con la intensión de encerrar a las tropas del General Cáceres en el distrito de Yungay.

El día martes 19 de junio, siendo las 07:00 horas, desde el distrito de Carhuaz las fuerzas patriotas reanudaron el desplazamiento con destino al distrito de Yungay. La ruta se presentó muy favorable y a las 11:30 horas, llegó el General Cáceres a esta hermosa ciudad, con su escolta y ayudantes, entrando no mucho después el grueso del ejército. Puntos importantes del tramo fueron: Tingua, Cascapara, Tishtec, Mancos y Ranrahirca. En Yungay el General Cáceres y sus ayudantes se hospedaron en la residencia de los Cisneros, mientras otros jefes y oficiales eran atendidos en las casas de los Figueroa, Lagos y otras familias notables, ricos y poderosos hacendados de esta zona. El pueblo entre tanto, acogió con mucho cariño al personal de Tropa, de modo que la ciudad de Yungay fue recordado por los breñeros como "deliciosa población por su clima y hermoso panorama, y también por la bondad de sus habitantes". 

El día miércoles 20 de junio, siendo las 10:00 horas formó en Yungay el Ejército del Centro para recibir al Ejército del Norte al mando del Coronel Recavarren, que llegaba procedente de Huaylas, tras haber destruido los puentes del río Santa y todos los caminos a uno y otro lado del río por los cuales el coronel chileno Alejandro Gorostiaga hubiese podido pasar. En esa tarea se emplearon todos los elementos disponibles, principalmente dinamita y pólvora, de esta manera desapareció por completo el peligro por el sector Norte, pero a Cáceres se le planteó el dilema el enfrentar a Arriagada con fuerzas notoriamente inferiores en número y armamento, o burlar su persecución, con una grandiosa maniobra. El destacamento del Coronel Recavarren fue recibido con todos los honores, pese a que su pobre presencia de sus tropas desilusionó grandemente a los que venían con el General Cáceres, principalmente al coronel Secada, que expresó el más patético desencanto: Al respecto, dijo " Al día siguiente de nuestra llegada a Yungay se unió a nosotros el titulado Ejército del Norte, desarmado en su mayor parte, sin instrucción, de pésimo personal y en número de 830 hombres, incluso un escuadrón de caballería compuesto de indios reclutas y raquíticos que apenas podían tenerse sobre el caballo. De todas maneras, el Ejército del Centro le hizo los honores de cortesía recibiéndolo formado. Su jefe traía una numerosa escolta y batidores que llevaban grandes banderolas rojas, blancas y bicolores"Al General le debieron parecer razonables las explicaciones que dio Recavarren justificando las deficiencias de su destacamento, motivadas principalmente por la escasez casi absoluta de recursos económicos y la activa oposición de los grupos económicamente poderosos, como lo demostraba la adhesión y simpatía presentada por los notables de Huaraz al coronel chileno Arriagada. Por tal razón, Cáceres continuaría reconociéndolo como comandante en jefe del destacamento del Ejército del Norte, poniendo a sus órdenes, en calidad de refuerzo, al batallón Tarma. Con la finalidad de obtener algún apoyo pecuniario, el general envió a la ciudad de Caraz al secretario de la Jefatura Superior del Norte, ingeniero Benavides, que a duras penas pudo conseguir 500 soles de plata, "único auxilio que se obtuvo del departamento de Ancash", en lo que a dinero se refiere. Porque los caseríos y comunidades campesinas de la ruta ayudaron al ejército patriota en todo lo que su extrema pobreza les permitió, era ese el tiempo de las efervescencias rebeldes indígenas, que muy poco tiempo después se manifestaría con el movimiento de liberación mesiánico que acaudillaron Atusparia y Uchcu Pedro. 

El 20 de junio en la noche, en Yungay, Cáceres fue avisado de que el enemigo ocupaba ya Carhuaz. Se trató como ocurrió otras veces, de un informe alarmista, pues Arriagada aun permanecía en la ciudad de Huaraz y sólo había sido un grupo de jinetes conformado por chilenos y peruanos adeptos al traidor Miguel Iglesias, la que visitó aquella ciudad, exigiendo de sus habitantes acopio de víveres para las tropas cuya aproximación anunciaron. Hubo amenaza de arrasar Carhuaz a sangre y fuego si no atendía esa comunicación, motivo por el cual gran parte de la población optó por buscar refugio en las partes altas, mientras que los pocos que prefirieron quedarse empezaron el acopio de provisiones. Cáceres dudó un poco de la información, de todas maneras envió a un grupo de su escolta en misión de reconocimiento sobre Carhuaz, al tiempo que ordenaba al grueso del ejército trasladarse a las alturas de Yungay, al pie de la cordillera Blanca, avanzando por la quebrada de Llanganuco. El piquete de la escolta descubrió que efectivamente en Carhuaz se alistaba la recepción para los chilenos, pero ninguno de éstos fue visto, pese a que se permaneció una hora en la población. Al cabo, tras reprochar a los carhuasinos su falta de coraje, la escolta tomó parte de las provisiones que logró conducir a Yungay, destruyendo todo lo demás para dificultar el abastecimiento del enemigo.

El 21 de junio, se supo que la división del coronel chileno Alejandro Gorostiaga avanzaba por Pallasca, lo que sí era cierto, ese día las fuerzas del enemigo avanzó hasta Cabana. Para los jefe patriotas, la cuestión ahora era como burlar a la división del coronel chileno marco Aurelio Arriagada. Hasta antes de conocerse la destrucción de puentes y caminos efectuada por el destacamento de Recavarren en la zona comprendida entre Huaylas y Corongo, los principales jefes patriotas, Cáceres y Secada, tuvieron proyectado cruzar el río Santa y efectuar a continuación el bloqueo de las rutas de acceso al Norte, de forma que Arriagada detuviese irremediablemente la persecución en Huaylas y Gorostiaga quedarse a merced de los patriotas. En vista de que ya no cabía esa posibilidad, en la madrugada del 21 se discutió en Yungay la táctica a seguir. Únicamente tres jefes, Recavarren, Secada y Cáceres tomaron parte en esa reunión, y tras descartar la idea de presentar combate en Yungay, el General propuso tramontar la cordillera Blanca para salir por Pomabamba y seguir al Norte, en la clásica maniobra de líneas interiores. El propósito era despistar al enemigo, porque pasando la cordillera bien podían marchar los patriotas tanto al Norte como al Sur, y Cáceres esparciría el rumor de que contramarchaba a Junín. A fin de que el engaño fuera completo, el acuerdo, aceptado con entusiasmo por Recavarren y Secada, se mantuvo en el más absoluto secreto, y como primer paso del plan se ordenó la salida de una columna de paisanos por la laguna de la laguna de Llangunuco con destino al distrito de Yanama y de este lugar enrumbar al Sur. El cruce del pasaje de la laguna de Llaganuco se presentaba como el más difícil reto de toda la campaña de La Breña, pero Cáceres confió siempre en su abnegado ejército, por ende anunció el desplazamiento con destino a Pomabamba para la mañana del 21 de junio de 1883. 

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